miércoles, 8 de julio de 2015

Florencio Gelabert en diálogo con el tiempo

Florencio Gelabert, Stella, instalación

alFreDo tRifF

El Miami Dade College's Museum of Art and Design presentó el 10 de junio la muestra " A Dialogue With Time" del escultor cubano Florencio Gelabert.

La exhibición presenta un giro conceptual de 180 grados en la reciente obra de Gelabert. Ahora no aparece el empleo ingenioso de materiales "baratos" (en contraste high/low), presentados en un contexto estético, ni el "recycling", ni lo escultórico como negociación con el "estado de cosas" del arte contemporáneo.

Gelabert entra en una fase más mínima, más esencial.

Primero, la atmósfera blanco-y-negro (y toda la gama intermedia de grises de la sala). El blanco-y-negro nos lleva a la época rica del cine, también a la larga historia de conflicto identatario de cuba, y de américa: la esclavitud negra.

Florencio Gelabert, The Displacement, 2015 (mármol, aluminio, madera quemada)

Pasemos al uso de materiales: en las dos primeras salas se destaca el tronco carbonizado (madera), aluminio, mármol o plexiglass. se sugiere el contraste negro/blanco, duro/blando (no olvidemos rico/pobre).

Rreflexionamos sobre clase, raza, híbridez (mulatez), humanidad.

Destapemos la olla de significantes: el negro-y-blanco juntos en la historia: juego de azar de destinos convulsos. Pero entre negro-y-blanco quedan muchos grises. ¿no los perdemos de vista?

(Es difícil ver en grises)

Gelabert nos presenta una historia de dolor y pérdida. Nos compele a cavilar sobre el tiempo, lo existencial, lo social. en efecto, el tiempo es historia. En lo existencial se explora la pérdida (de gelabert y nuestra). En lo social radica el verdadero dolor, pues la historia del dolor es siempre social --e invisible. Es difícil que nos duelan los otros.

Somos (todos) troncos carbonizados (pero no lo vemos así).

Y es que entre lo social y lo existencial existe una fractura irreconciliable: la historia debe ser jerárquica pues no podrá jamás llegar al individuo desde dentro. Por ello la historia no llega jamás al dolor humano.

Florencio Gelabert, The Impact, 2015 (aluminio, espejo, resina, madera quemada)

¿Desaparecerá el dolor algún día?

Imposible (de ahí las utopías). 

La prueba del dolor es Stella: estela de huellas. Monumento a los que quedan en el largo camino. Un poeta dijo: los muertos son el ancla de los vivos.

Stella, 2015 (troncos carbonizados sobre plexiglass)

Somos todos fichas en este juego metafísico, bizarro, de destino inapelable y paradójico. Como observador uno pareciera fuera del juego, como protagonista, siempre estamos dentro.

Stella no disminuye frente al largo espacio del museo. no por su volumen, sino por su simbología. instalación tersa y sombría. hay gritos y hay silencio. Estos troncos han sufrido mucho embate.

Sugiero una segunda lectura menos explícita: en la naturaleza, la quema del bosque proporciona renovación. hablo del poder de la resiliencia. esa potencia "en ciernes" que se abriga a la esperanza del cambio por venir.

Me refiero al dicho cubano que reza: "... aún queda el tronco".

La segunda parte de la muestra aborda la pérdida desde lo cívico. Evitemos el término "urbano", ahora para designar el espacio material de planificación de asentamiento humano. Gelabert aquí invierte lo llamado urbano --o arquitectónico (si es que la arquitectura fuese --en su definición optimista-- "construcción").

Se trata de destrucción y ruina. La pérdida de lo cívico.  

Es decir, si la identidad de la pared fuese ser división o soporte, ¿qué pared cívica no protesta esta nueva forma?

Florencio Gelabert, The Wall, 2015 (styrofoam, concreto, cables y azulejos) 

Apreciamos el fragmento de una pared, un enorme bloque dislocado, sostenido por una tira de cables. Al otro lado, una esquilma pende en el aire por un cable contrahecho. Vemos la pared como escultura de la pared. Al objeto no lo sustituye un símbolo. Estéticamente hablando: es un hecho

Una pared des-trozada. Pared llena de dolor, pared/pérdida.

A esta pared le crece algo. ¿Qué? Su dolor.

Galabert aquí apunta a otro ángulo de nuestra historia. The Wall evoca aquel célebre álbum de Pink Floyd, y por tanto apura connotaciones de tipo política.

También nosotros tenemos nuestro [muro]. 

La pieza fuerte del segundo gran salón es The Site:

Florencio Gelabert, The Site 2015 (styrofoam, estuco, found objects, debris, plomería, tanque de agua)

Que es la versión gelabertiana, y muy agridulce, de La Habana. 

Por su densa simbología, concluyo aquí con el humorista: sin palabras. 

1 comentario:

JR dijo...

Criterios objetivos y certeros