curandera, ale de la torre, 2020
alFrEDo tRriFf
vivimos tiempos pesimistas. tres generaciones futuras, la milenaria, la Z, y hasta la ALFA se la pasan de llanto en queja. gritan en coro: ¡al mundo le quedan doce años! el escritor andy martin alimenta el fuego: es menester crear una filosofía contra la felicidad.
en completo desacuerdo. la filosofía por la felicidad siempre superará el contra, aunque la victoria sea insólita. vayamos por parte.
felicidad lost in translation,
la felicidad se le escapó a occidente en algún pasillo oscuro donde un escriba borracho trastocó una traducción de aristóteles de avicena por un tratado de plotinus. la felicidad neoplatónica es una forma contemplativa; la aristotélica es una aburrida fábrica de hábitos. la felicidad debió pasar por las tribulaciones de la gran plaga del siglo XIV.
¿lo que quedó? una idea maltrecha, desprovista de teleología.
con la expansión naval europea hacia el nuevo mundo, a partir del siglo XVII, la felicidad vuelve al tapete. lo demuestra el nuevo mundo descubierto por cristobal colón, de lope de vega. la obra provocó discusiones apasionadas en los círculos cultos de la época. el catolicismo español, austeramente resbaloso, presentaba la felicidad disfrazada con un manto surrealista. ¿es el "sueño" de lope la anticipación del goce, no así la ingeniosa respuesta de calderón en opuesta regresión escolástica?
"¿que es la vida? un frenesí/¿qué es la vida? una ilusión/ una sombra, una ficción/ y el mayor bien es pequeño/ que toda la vida es sueño/y los sueños sueños son".
durante el siglo XVIII, en medio del apogeo naval inglés, vuelve la felicidad convoyada con la aventura, del latin ad-venturus (lo que viene), del francés aventure (chance, o mejor, accidente). robinson crusoe de daniel defoe es un buen ejemplo. al final de la novela, robinson pasa revista a 20 años de su vida perdida en una isla desierta. ¿el saldo? positivo. la aventura valió la pena.
es la misma aventura que navegantes como james cook, y su homólogo francés, louis-antoine de bougainville, buscan. en voyage autour du monde (1771), de bouganville confiesa, con visos de escepticismo, que la razón de sus viajes "no es descubrir... sino alcanzar la felicidad". coincide con defoe: "no es harto difícil ser feliz, ni es feliz todo aquel que se lo cree".
felicidad decimonónica
¿emoción? ¿inclinación biológica?
la felicidad del novecento se debate entre el positivismo y la naciente sicología. si fuese física la felicidad, se haría redundante definirla, la alegría permanente es imposible. de prolongar tal estímulo, paradójicamente, no habría felicidad. en el volumen II de su filosofía positiva, augusto comte dedica a la felicidad siete menciones. una deellas: "la felicidad del hombre depende de la armonía entre el desarrollo de sus facultades y el sistema de circunstancias que gobierna su vida".
volvamos a martin. no hay duda que un "exotismo" satura la conciencia europea desde finales del siglo XVIII. síntoma que alcanza plenitud en pleno siglo XIX, cuando se da por sentado que viajar a tierras lejanas (tahití por ejemplo) es trasladarse al paraíso en la tierra. les presento a paul gauguin, un gran pintor que terminó sus días en el paraíso.
la hawaiinización de la felicidad
¿fueron adán y eva felices en el paraíso? en el siglo IV dC encontramos la idea en la apócrifa carta de bernabé. jesús presenta el paraíso como una segunda creación: "he aquí que hago las últimas cosas como las primeras" (la salvación está en regresar al paraíso). hay dos hipótesis sobre el asunto: 1. la apriorística: si la felicidad existiera fuera de la experiencia, no hay contradicción alguna en imaginarla sin sufrimiento. sería la felicidad una categoría comteana y positiva. 2. la aposteriorística, donde la felicidad coexiste con el sufrimiento. pero las teodiceas de agustín de hipona e ireneo de lyon la prohíben.
creer que a gauguin le funcionó el paraíso equivale a creerse el cuento de gauguin.
hay algo genuino y falso a la vez en el exilio voluntario de gauguin. la vida es accidente. gauguin se monta en el barco anti-moderno en pos del bon sauvage de que hablara rousseau y descubre que es imposible escapar el presente (aunque fuera posible pintar el futuro). no gauguin fue miserable en tahití.
en civilización y sus descontentos, sigmund freud detalla tres razones para nuestra miseria. cada una tiene que ver con expectaciones truncadas: 1ro, la religión, por defender la idea de una vida en el más allá; 2do, los viajes del siglo XVIII que he referido arriba; 3ro, ¡el propio sicoanálisis! esta confusión de síntoma por la enfermedad es suficiente para increpar la tácita hawaiianización de la felicidad.
¿dónde está tu hawaii?
lo insólito de la felicidad
¿por qué todo uso termina en abuso? la historia ha distorsionado el sentido original de eudaimonia.
primero, con tenerla es suficiente; segundo, representa la actividad más propia del ser humano (areté); tercero, es propia de un comportamiento ininterrumpido que llamamos carácter (éthikés).
qué comteano después de todo. ser feliz equivale a una función estímulo/respuesta.
¿soy feliz? se pregunta me pregunto. pregunta vacua, ¡distorsión imperdonable! protesta aristóteles, desde una nube eudaimoníaca.
el tanthrōpinon agathon es un ideal político. en filosofía anglosajona se conoce como "the good life", acta de declaración de la independencia de ee.uu. imaginemos a ese poseedor privilegiado de la felicidad. ¿qué siente? nada en especial.
si soy feliz no tendré manera de saberlo. someter eudaimonia a un intercambio de valores no parece ser el camino. ¿y si soy feliz desde ayer? éthikés no lo permitiría. nadie puede ser bueno instantáneamente.
(de acuerdo al consenso griego) hacer el bien = ser bueno = ser feliz. ¿así de simple?
ahora eudaimonia y el zen se dan la mano. el maestro dogen kigen cavila imperturbable desde su insilio, en el recóndito monasterio eihei-ji. tratando de averiguar la verdad un discípulo le pregunta: "¿maestro, qué es el zen?" dogen responde: "nada en particular".
extraordinariamente ordinario tú, paraíso.