lunes, 30 de noviembre de 2009

La Otra Esquina de las Palabras anuncia su primera tertulia

Los poetas y sus editores

Con la participación de Germán Guerra (Ediciones EntreRíos), Rodolfo Martínez Sotomayor (Editorial Silueta),George Riverón (Bluebird Editions) y Juan Antonio Sánchez (Ediciones Iduna). Al cierre habrá una lectura de poesía a cargo de los poetas Alejandro Fonseca, Rolando Jorge, Carlos Pintado, George Riverón, Denis Fortún, Ena Columbié, Germán Guerra, Heriberto Hernández Medina, Efraín Riverón, Juan Carlos Valls y Joaquín Gálvez.

Viernes, 4 de Diciembre
7:30 pm
Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
(305)448-4949

Mis diez personajes latinoamericanos (1810-2010)

1. El durmiente que despierta junto al dinosaurio, de Augusto Monterroso. Ahí está todo el sueño y la fatalidad de un continente. 2. Beatriz Viterbo, de Jorge Luis Borges. La posibilidad de la confluencia de todos los mundos posibles, señalados por una mujer que anticipa Internet. 3. El patriarca, de Gabriel García Márquez. El inacabable caudillo de estos doscientos años que ha motivado, incluso, un género narrativo: la novela del dictador. 4. Esteban, de Alejo Carpentier en El siglo de las luces. Ilusión y desilusión por la revolución.
5. Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis. Aventurero, libre, fugitivo y futurista. Para los otros cinco visita el blog de Iván de la Nuez.

¿ké hay en un detrás del nombre?



 ¿qué provoka tanta envidia proxerista?

adivinaadivinador...

xed de protagonixmo

ZobreZalir

xentirse opakado(a)

baja autoextima

y a eskribir dixparatex
yoani provoka pikaxón kaxtrixta/proxerixta

El sol derrite la cera que junta tus plumas pero brilla siempre para todos



Ramón Williams
Ilustración del autor

De los días en el Hospital Naval conservas jirones. Rostros impávidos de enfermeritas limpiando tus quemaduras de sol; el gotear proceloso de los sueros de hidratación; parcos militares disfrazados de doctores, auscultándote apenas sin mirarte; las manos nerviosas de Regina al doblar una sábana, confusos recados de Silvano enriquecido y de Lógicus asesino de su cerdo. Recuerdas sobre, cuando las voces se perdían, el vacío de olores en el viento.
A nada olía el mar
¿qué alcanzaba con su aliento los balcones?
Sin su aroma de vida,
de centro de mujer,
el mar resplandecía,
extensa placa de fuego bruñida
donde tus memorias
se volvieron cenizas.

“Amnesia de postrauma se llama-te dijeron los doctores-, no se te olvide.” En el hospital te visitó el Nagüe. El coleccionista alemán nunca llegó. En cambió la francesa tenía palabra. Los invitaba. En plural porque la exhibición incluía al Sobrín y a los Pornosabios. Si no había errores de cálculo el mes próximo los cuadros colgarían en París. Veintitantas piezas eran nosecuántos francos y cada franco para la franquicia del menos franco en jefe, que no se opondría a dejarlos salir si algo le soltaban de regreso, al pueblo, claro. “De momento colgamos de la visa” te dijo al final y rió con magnífica carcajada y lo viste colgar de su risa.

Los pornosabios asistieron luego. Contaron cómo Aurora encontró a la decana muerta en la oficina del Instituto. Yacía de bruces en medio de un charco, dicen que ahogada por buches seminales envenenados que obtuvo del agente antes que te regañaran y escaparas con el Chutemas. Pero ya no escuchabas. Y esas tercas orejas tuyas no eran culpables de la sordera. Atendías a las enfermeritas indiscretas, tras cuyos ojos el implacable sol del golfo se mezclaba con el gotear del semen vertido por los pornosabios en la garganta de la dama de canas. Ellos cuentan mejor de lo que pintan. Ellos, nacidos en el 69, expertos en el cuadrifolio de óculos, ojerosos bálanos sapientes inmersos desde siempre en glandes problemas. Pablo te regaló una partitura, más bien una hoja de papel pautado vacía. No pintaba más, explotaría su veta musical oculta: Todos llevamos dentro un instrumento de viento, si no, escucha detenidamente un pedo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Babi y Papi


Babi quería un Mercedes Benz con interior rosado,



y Papi por supuesto se lo iba a conseguir,

 

con su "conecte" en El Palacio de los Jugos (continuará).

Historia y foto: León Ichaso

viernes, 27 de noviembre de 2009





Los acontecimientos en G y 23 revisitados por Garrincha.

Cura de espanto


Wendy Guerra
Ilustración: Atul Dodiya

Y que cierre la herida y que no quede cicatriz ni quejido cuando haga
el silencio que la noche ordena.
Ovillo de seda
Cuna concha cuchara balance o nido vacío
Nocturno de Chopin arpegios simples
En acertado tempo de un tranquilo andante
Yaquis que se clavan en el paso inquieto de tus pies cubiertos
Hijos duermen Padres descansan en paz Hombres viven lejos
Deja que la noche sane no encientas aparatos en lo oscuro
La madrugada esplende y viola el goteo de esa cuerda rota
Transcribe el insomnio en una mujer con ojos negros
Afloja la cuerda de tu cabalgadura despójate y regresa
Cuida la luz no te avives más que la luna del espejo
Que la noche calme la inclinación abstracta
Ese amargo sentimiento del que huyes
Traga insomne la fluorescencia más leve
Agua pura en vaso de toda la vida
Cura espiritual al alba cerrando culpas
Abriendo el cielo en una iniciación desconocida
Que se llama como tu país
Que se llama como te nombran con acento propio
Que se llama como te han llamado en sueños los más claros desconocidos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Gracias por amores imperfectos


Rosie Inguanzo

Ayer, mientras mi dermatóloga me eliminaba tres venitas de la nariz, afuera llovía, bebíamos además un vino blanco argentino helado (pobre de mí que no recuerdo la uva). Y ella lloró. Yo le dije que iba a casa de mi hermana a cenar, a pesar de las distancias y aquellas memorias terribles que compartimos, aquella soledad adolescente, aquella hambre de años, las golpizas, aquel seguroso subnormal haciéndonos requisas trimensuales, aquel abandono. Mi hermanita, alguien que he perdido en las torceduras biográficas, en gastadas separaciones y elecciones de vida, pelirroja y pecosa -en las fotografías de otra vida. Mi dermatóloga lloró cuando dije: “Voy adonde vaya mi madre”, aunque mis hermanos rivalicen y griten improperios, pero hace años, siglos, que me relaciono con la familia escogida, la que no descalabró el exilio, con la que no comparto la memoria de ciertos horrores.

Lloró porque ella y su hermano tuvieron una relación dichosa. Toda una vida de complicidades y buenos recuerdos; hombro y paño, vacilón y calidez. Pero un día pelearon por cualquier estupidez, y llevaban distanciados como tres meses cuando él murió repentinamente. Lloraba, reprimiéndose y reprendiéndose, empinada sobre mi rostro. Dice que hace once años y ese dolor siempre la visita, puntual como el más grande desconsuelo.

Y yo hija del exilio, fugaz e independiente, con raíces de arena, yo, que tengo amigos sujetos a prueba, escurridiza para estas guerras avisadas, que me deshago de una discordancia emocional como de un mal recuerdo -para vivir. Yo, que he dicho adiós a tantos afectos, a tantos he dado la espalda -para vivir, porque desafinaban con mi paso y mi aire, quiero y desquiero de lejos. Dejo de quererlos en esa burbuja del tiempo. Y agradezco a mi dermatóloga su dolor (que va a asistirla en el último suspiro). Me hace tomar nota de mi propio desarraigo asistido -porque mira que esa Cuba desdeñable nos acribilló de traumas. Aprendí a huir de lo que duele (recomendándolo sobremanera). Huir veloz de lo que lastima. A no deberle nada a ningún vinculo de sangre, creando lazos sujetos a cambio -que ésa precariedad de los afectos me asienta bien.

Hoy Día de Acción de Gracias me acercaré a ese dolor antiguo a riesgo del zarpazo, cobijándome en la gratitud por el día a día y otras bondades adquiridas, sujeta a la impermanencia que nos hace humanos. Picó el láser y ardió el recuerdo. La hice reír fingiendo llorar lágrimas de cocodrilo, dolores de mentirita. Lloriqueamos y reímos sin remedio, ella por su hermano muerto, yo en falso en serio, pellizcada por el láser, a modo de exorcismo de tantos males. Algo tembló en su rostro, algo que yo había perdido, algún mal hundido adentro.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Irse o venirse

alFredoTriFf

Mi generación fue una generación inmoral. La promiscuidad barata y la hipocresía reinaban en la Cuba de los 70. El tiempo transcurría pegajoso entre nimias necesidades, transgresiones nocturnas y sueños de libertad.

Se cultivaba la escolástica de la mentira. La Habana estaba azotada por una escoliosis moral: en la cuadra, en la escuela, en el trabajo, en la Plaza, todo el mundo mentía. ¿Qué quedaba? Recurrir al sexo.

Íbamos al sexo como ganado. La promiscuidad era una manera de escapar. El sexo era una forma de hedonismo liberador. Era la moda y nosotros, burgueses al fin, adoptamos el lema: Sin patria pero singamos.

No digo esto con ánimo de moralizar. Por el contrario. Disfrutamos nuestras orgías (no había que ser pincho para eso), sexo playero (la Playita de 16, preferida por los músicos), sexo pluralista en la Escuela al campo, sexo de posada centrohabanera, sexo telefónico. Sobre todo mucho sánuich de jamón y queso con la carne fémina en las guaguas atestadas y mejor razón para montarlas.

Una hazaña sociológica era acostarte con la mujer de tus amigos (la amistad se hacía más íntima). Los varones desarrollamos la técnica antropológica de caerle atrás a una mujer desconocida (en mi caso, Galiano abajo), darle muela hasta convencerla y llevarla a la cama esa misma tarde.

En aquella Habana apuntalada de concentraciones multitudinarias no había mucho que hacer. La VOZ tronaba, el calor rajaba las piedras y la lluvia tumbaba las paredes de los solares. Chivateo y singueta a la orden del día. Queríamos irnos y aprendimos a venirnos.

Me pregunto si Cuba es una isla proterva, si somos recónditamente sexuales, si nuestra sangre se aviene mejor a la cochambre que al respeto ajeno. No quiero decir NISININO (campeón del juego de damas de la época, con el que siempre perdí).

martes, 24 de noviembre de 2009

¿Suicidio o escapismo? Mi fuga en balsa


Luis Soler

Me pasó por la cabeza bajarme del camión y terminar con toda esa locura, pero permanecí tenso y callado al lado del chofer que también estaba cagado de miedo. Seguramente él tampoco hubiera querido prestar su vehículo para llevar la balsa hasta la costa, y sin embargo ahora no podía dar macha atrás. A medida que nos acercábamos a la costa transitando por toda la calle 60 rumbo a la 5ª Avenida sin ningún contratiempo, mayor eran ya las posibilidades de tirar la balsa al agua -y en menos de lo que canta un gallo estar yo en medio de las olas remando rumbo al norte. Durante los preparativos de la dichosa balsa todo me parecía un gran disparate, pero uno a uno fueron desechados mis mejores argumentos en contra de una aventura que tenía más de suicidio que de escapismo.

El exceso de entusiasmo y las prontas noticias de los que iban llegando los mantenía imbuidos en una euforia optimista donde al parecer todo iba a ser muy fácil. Ya se veían en la calle 8, en medio de un carnaval, bailando al compás de Willy Chirino. Para ellos nada podía salir mal. Además, estábamos protegidos por los santos (según el babalawo que nos había tirado los caracoles íbamos a tener "algunos sustos" pero nada que unos tipos con buenos cojones no pudieran superar). Mi problema era que nunca había sido claro. Debí haber dicho que no quería irme así de esa manera, y todo habría quedado solucionado, pero lo dejé todo en manos del azar, que este se encargara de salvar mi reputación de valiente, pues en cualquier momento se me iban a ablandar las patas y me iba a rajar vergonzosamente.

Para mi mala suerte, los imponderables responden sólo a patrones normales de conducta. Y en un lugar donde el surrealismo es cotidiano, se mimetizan de tal manera que ocurren pero uno no los percibe. O sí, pero los malinterpretamos. Todo parecía favorecernos, hasta en la manera prodigiosa en la que fueron apareciendo todos los materiales de la balsa: Sogas, poliespuma, tornillos, tablas y cuanta cosa era difícil de resolver.

Al llegar a 5ª y 60 la luz roja del semáforo nos hizo detenernos justo al lado de la garita del guardia que custodiaba una embajada ubicada en esa esquina. Respiré profundo y rogué porque el oficial nos diera un alto (asumir las consecuencias de estar preso un par de días antes que morir en medio del océano me parecía una opción razonable). El tipo miró la punta de la balsa que sobresalía por la parte de atrás del camión y lo vimos tomar el teléfono. El chofer, en un ataque de pánico manifestó que todo se había jodido, que él pagaría las consecuencias con años de cárcel. Jorgito le gritó que no fuera pendejo y apretara el acelerador hasta la costa que para eso le habían pagado. Nadie lo vio, pero yo sí; Jorgito empuñaba en su mano derecha, pegada a la manecilla de la puerta, una enorme navaja que afortunadamente no tuvo que usar. Muchas veces me he preguntado si él era el más valiente de todos y la visión de esa mano apretando la cuchilla me hace dudar.

El chofer hundió el pie en el acelerador por toda la 60 hasta llegar a 1ª y dobló hacia la derecha rumbo a la playita de 16. Todos estábamos callados mirando para atrás, donde el chino y Raciel nos hacían gestos de dale, dale...sigan. No paramos en ninguna luz, en ningún PARE. Nadie se atravesó en el camino. Casi al llegar oímos las sirenas de la policía. Sentí que mi suerte mejoraba. Estaba seguro que algo evitaría que llegáramos al mar. En una revisión que me hice unos días antes me había salido que estaba "osorbo" con Elegguá y que para que todo me saliera bien, yo debería hacer unos "trabajitos". Por supuesto que no hice nada. Todo aquello me parecía pura tontería, puro negocio, y por si acaso, no lo hice, para que todo nos saliera mal… hacer lo que no debía impediría que tuviéramos éxito (creo que este tipo de contradicciones filosóficas entre la relatividad del éxito, la aplicación dual de la fe y el tradicionalismo criollo vs. el pragmatismo me tenían sumido en una fuerte depresión existencialista con esos típicos resultados inertes de la personalidad).

El camión se metió por los dientes de perros sin dificultad. Avanzó hasta detenerse a unos cien metros del mar. Nos bajamos y comenzamos a desmontar la balsa. Yo mirando para la calle. ¿Cuándo llegaría la policía? Imagine las luces rojas y azules salir de todas partes con decenas de agentes rodeándonos en un cerco salvador. La balsa no pesaba mucho. De pronto unas siluetas aparecieron de la nada: Eran dos milicianos. Venían hacia nosotros. Jorgito grito entre dientes: SIGAN. Ya, estábamos cogidos. Los guardias se hicieron más visibles. Dos mulatos fornidos. Sentí ganas de iniciar una estampida pero me contuve, esperando la inminente intercepción de los milicianos (y con ella el resguardo de mi coraje). Un baño de agua gélida me cayó arriba cuando uno de ellos preguntó: ¿Cabe alguien más con ustedes? Raciel –mientras seguía caminando– les contestó que la balsa era para cuatro; que no aguantaría. Entonces nos ayudaron a cargarla y ponerla en el agua. Para cuando sorteábamos las primeras olas, oí el chirriar de las gomas del camión dando marcha atrás. Imaginé una sonrisa en la cara pálida del chofer y sentí el fresco viento del norte cargado de salitre pegarme en la cara.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Civilidad y barbarie



Foto: AP

¿A qué le temen tanto los segurosos raulistas-proceristas? Después de todo, se trata de una sola persona. Ya sé: es la cara del pueblo combatiente.

Tomado del blog Desde aquí.
Octavo cerco comenta el incidente.

a grettel

Rosie Inguanzo


los exámenes médicos
revelan un tumor del tamaño de una naranja en el ovario izquierdo
el lado del corazón
la naranja exhibe sus medidas
no su densidad
-y ordena más pruebas-
no su naturaleza
su fiebre
cóncava
vasija acuosa
en la pantalla del ultrasonido
oscila
la dra. dice que es “de chocolate”
(sangre arropada ahí)
que 11½ por 9½ lo hacen respetable
corren las emociones
una lágrima salta al plato: el cuerpo



 













labra sus miedos
su soledad imperturbable
su intrahistoria
su geografía autónoma
cifrando una encrucijada más
ella
esa pelota orgánica
esa madeja carmelita
¿expresando algún desconsuelo?


quien como los árboles
le sale fruta


vaya a saber cuándo me hallarán
la flor
la semilla
el tallo
la raíz
que me afinca irrevocablemente al cuerpo
donde por dentro
también sobrevuelan aves
hasta luces que nunca he podido ver
en la jungla cibernética de la carne
sibilinas lucecitas
cobre
serpentinas vivas
la primera sangre remota que he traído a esta vida


la enfermera me mira con lástima:
“hemos de extraerlo por el ombligo”
y declaro mi independencia en clave:
estoy dentro
qué voy a hacer mas que someterme
en el pantano virtual de la pantalla
contenida
maniatada
atolondrada de metáforas
en un último galope del pecho
sujeta por una manilla de soles
que me han salido.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Jerga cubana


Me cuadra la frescura de Iván García:


La mu puta está pa’ partírsela en tres, pero si no la porta, es difícil que parta, le gusta hacerse la cabra, si no es con polvo y baro no mueve el botacaca, una vez le metí el ditú por la boca y después que me quedé frito, me la dejó en los callos, cada vez que me acuerdo, me dan ganas de partirla en dos como un lápiz.

... en el blog de Iván García Desde la Habana.

La cultura del candado


Omar Pérez (desde Cuba)

En una iglesita ortodoxa del sur de Creta, se podía sentir, por ausencia, el peso de la cultura del encierro. La puerta estaba abierta, el lugar vacío, aunque lleno de íconos. Una vez a la semana se oficiaba; el resto del tiempo era posible prender un incienso o una vela, orar, dar una vuelta por el exiguo interior de dos piezas, sentarse a meditar, observar a través de los inútiles barrotes el entorno árido, agreste. Más cabras que personas. Algo sobrecogedor nos abrumaba: la libertad de entrar, de salir, de observarnos. El hombre, que se da a concer a sí mismo como señor de la creación, debe pedir permiso por cada paso que da en el habitat por él diseñado. Debe pedir permiso para trabajar y para dejar de hacerlo, para desplazarse y para permanecer. Prácticamente debe pedir permiso para nacer y también para morir. Si bien el cinturón de castidad no está ya en boga, el resto de los valores caros al hombre, incluída la historia, la ciencia, y desde luego el dinero, deben ser colocados bajo llave. A pesar de su apariencia de territorio de libre acceso, ni siquiera Internet está libre del patrón de las contraseñas y peajes. En el mundo civilizado no conocemos otra cultura que no sea la del candado.

La iglesia había sido fundada sobre un antiguo asentamiento pagano: un sanatorio dedicado a Asclepios. A pesar del “enorme valor monumental”, el lugar estaba rodeado sólo por una cerca sin puerta. Atravesarla; podemos experimentar como cada encierro es sólo responsabilidad nuestra. Salir, entrar, dos direcciones de un mismo gesto. No hay candado, no hay categoría que determine la validez de uno u otro sentido. Afuera, junto a la cerca, un olivo más viejo que el templo, más viejo que la fe estatuida: Hay personas que suelen rodear un árbol con una verja y rematarla con un candado. ¿Qué puede significar eso para el árbol? Cuando para proteger a los niños, se coloca un candado a la puerta de la escuela, cuando se pone a la educación junto al candado, se comete pecado de lesa humanidad. Los niños, se sabe, son rehenes de nuestra propia pereza: encerrarlos y vigilarlos no es tan engorroso como jugar con ellos.

Un candado es más barato que la educación. Menos frágil que la confianza.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Update: Respuesta de Barack Obama a Yoani Sánchez y el asunto de untarle mayonesa procerista al pan derechoso


El País cita a Obama respondiendo a Yoani: Agradezco esta oportunidad que me brindas para compartir impresiones contigo y con tus lectores en Cuba.

En The Miami Herald 
Huffigton Post
Knight Center for Journalism

Para un cuadro de nuestra enfermiza condición castrista, échenle un vistazo a las reacciones sionistas/batistianistas de algunos blogs exiliados/euro-peos. 

¿¡Confundidos!? Y tienen que bancarse el asunto y untarle mayonesa procerista a su pan derechoso. 


What's going on con los castristas exiliados? 

Les molesta que la bloguera isleña se les vaya de la mano, que no encaje en su estrategia miopeocerista, que la joven haya iniciado su propia estrategia performativa-"Cayo-Hueso operativa, que esté dispuesta a dialogar con cualquiera, que sea independiente, pero lo peor es que simpatize con -el negro- Obama. Hay un tal Bravo de la folie que ha escrito una semi-declaración habanera/bananera al respecto.

Yoani está haciendo mejor diplomacia que los propios diplomáticos a sueldo raulistas. ¡Qué bochorno caballero!
_______________
 La entrevista del presidente Obama a Yoani aparece en su blog:  Llevo tiempo diciendo que es hora de aplicar una diplomacia directa y sin condiciones, sea con amigos o enemigos. Sin embargo, hablar por aquello de hablar no es lo que me interesa. En el caso de Cuba, el uso de la diplomacia debería resultar en mayores oportunidades para promover nuestros intereses y las libertades del pueblo cubano. 

ojalus





om ulloa

tú y yo que nunca fuimos nosotros nos vamos a sentar a con+templar el sedoso flujo del silencio mientras pasamos por el ojal de la aguja enhebrados y quebrados de tiempo paciencia hueca del desencanto brutal que todo lo ensangrenta lamentando la ausencia el café frío la cama distante el manubrio de la bicicleta inquieta que nos pedaleó el destino hincados por la punta por el filo por el acero duro y la carne floja roja de deseo en décadas multiplicadas a tiempo para que no duela la tendencia a callar el pinchazo de la aguja vieja a filo de bisturí la heridita insignificante que se expande cicatriz perpetua el tejido exterior superfluo que esconde el interior maloliente del tú del yo del nosotros que nunca fuimos serenata a dúo mudo, me temo

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Vertiginosamente


Foto e historia: León Ichaso

Los cementerios se preparan a celebrar
así de simple
cuando todo lo que se va abajo, sube
y desaparece

en un cielo que se acaba
cielo azul, desplazado
por otro más moderno y práctico


Así de simple
todo cambia
vertiginosamente

martes, 17 de noviembre de 2009


Otra salida bourbakiana: Los pezones (en rosado) de Pamela Anderson.

Aguzados sentidos en lo oscuro


Wendy Guerra
Ilustración: Cecily Brown

A esos símbolos que saltan del pentagrama ilustrado en negras o
blancas corcheas con puntillo
Se le llama música
A ese quejido que llega entra por la ventana vecina cerrada con
afinado acento agridulce
Se le llama placer
A ese grito que enmudece tras el del golpe seco desconsolado
forcejeado y mezquino
Se le llama violencia
A ese encaje sonoro de confusiones y llanto se le encuentra una voz
precisa y clara
Se le llama denuncia
Puedes cerrar los ojos las puertas las ventanas
Descolgar el teléfono y zafar los cables que van
de la cabeza al suelo
Silenciarlo tragarlo hacerlo agua en tus ojos
Maquillar los rastros en tu cara
Pueden amordazar tu furia como esconder la fiera
Adormecerla
Apalearla en lo oscuro
Pero sentir es más intenso tu piel es el testigo
Los ciegos son los primeros en nombrarla
Táctil reconocimiento al que llaman Braille
Aire rojo del cielo manando hasta romperse
Lo heredé de mi madre como marca en el cuerpo
Reconozco ese agudo que estalla con razón
Nadie la anuncia pero puedo sentirla a oscuras
Es la tempestad.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El último objeto de culto



Ilustración: Luis Soler

De mis aventuras juveniles en la Universidad de la Florida


Adalberto Delgado

Una vez quise escribir un libro y no sé... quizás todavía esté a tiempo, sobre la vida en Tampa, Fl., en los años 60, cuando el fervor del rock, el nuevo dadaísmo y Fluxus eran parte de su historia. University of South Florida, Art Department: creo que por ahí empezaría la cosa. Lugar donde venían a hacer sus litografías los grandes maestros de la época: Jim Dine, Arakawa, Rauschenberg, Rosenquist y muchos otros. Me acuerdo ver anunciado en los periódicos portfolios creados con lithos de estos señores por $4,000. Qué pena no tener ese billete en esa época de estudiante. Recuerdo mi llegada al apartamentico en Fowler: Era como ir de la Habana al campo. Un bungaló fabricado a principio de los 70's, con vecinos white-tracheros de verdad. Ahí está mi vecina pidiéndome que la acompañara, Colt 45 en mano al cine porno, a pajearnos y tomar laguer. ¡Wow! ¡Qué divinidad! decía yo, que recién llegaba casi de vivir nada más y nada menos que en Londres. Ahora me encontraba en un cine de mala muerte con mi vecina, masajeándole las tetas mientras ella se pajeaba y tomaba cerveza. ¡Éramos los únicos en el cine a las 3:30pm! Otra vecinita estudiaba arte y se pagaba su escuela bailando topless en un Go-Go. La chica tenía un talento increíble para el arte y el baile al desnudo, había que verla desarticulándose encima de una tarima con los rednecks locos poniéndole billetes en las ligas.

Tenía un roommate venezolano: Leopoldo que tocaba la guitarra de maravillas mientras yo lo acompañaba con mis tumbas al aroma de una buena breva colombiche. Los vecinos salían al patio de tierra, especie de jardín seco y moribundo, bajo una luna llena y un cielo estrellado, como los de la campiña cubana. Se incorporaban otros amigos de la universidad y se formaba el guasabeo de inmediato. Los paquetes de chips y las cervezas baratas no faltaban. A una chamaquita del frente le gustaba cantar y Leo le proveía su repertorio, mayormente de canciones de la época, onda Allmand Brothers y Steele Dan.

Como es de esperarse, el Art Departament se caracterizaba por el bullicio, la risotada y la gozadera. El elemento era único y los maestros, todos artistas todavía cotizados, se incorporaban de linda manera al elenco estudiantil. Yo, precoz al fin, me allegaba a los alumnos con maestrías, para aprovechar los estudios al máximo. Habíamos tres cubanos: Jake Fernadez (de Miami), Luciano Alfaro III (de Chicago), y un servidor. Jake hacía su MFA en pintura, el otro en escultura y cerámica. Tipos cojonudos de verdad, con una obra bien alante. Luciano, años mas tarde, se ganaría el Grant de Polaroid de $100,000, con sus fotos polaroids gigantescas. Marcia Tucker, por aquella época curadora del Whitney, nos premió a Luciano, Jake y a mí por nuestros trabajos. A mí que nadie me saludaba porque no me conocían, bastó con el premio para hacerme famoso en la escuela. Marcia hizo uso de tres piezas mías (fotos polaroids con negativos), para explicar lo que le gustaba de la muestra. Claro, yo estaba orgulloso, pero los otros dos cubiches no se quedaban atrás. La noche terminó con un fiestón a todo dar en casa de Luciano, que junto con su "lover", daban las mejores fiestas de Tampa en esos años.

Y eso es todo por ahora queridos amiguitos. Hasta la próxima. Los quiero y me quedo corto.

domingo, 15 de noviembre de 2009

I mostri (1963) - Dino Risi




Cultivador de un cine crítico de autor, con reminiscencias de Boccacio y pícaro hasta la cabronada, Dino Risi filtró por su páncreas la amaritud de una Italia que arribó a la adultez industrial en los 60 llena de fealdades clasistas. Prejuicio sobre prejuicio fue satirizado por este hombre que hizo de la observación de la circunstancia un ejercicio de meteorología social. Pocas fueron las facetas de la estructura de convivencia que se escaparon al filo incisivo de su cinematografía. Su producción tiene tanta o más validez que cualquier enjundioso tomo de historia y si su Italia natal hoy puede ser más reflexiva es gracias a la audacia y al cinismo de su obra. Monstruos de hoy (Il mostri), realizada en 1963, y que cuenta con Vittorio Gassman y Ugo Tognnazi entre las bestias circundantes, radiografió a la Italia sesentona en diecisiete breves episodios que desnudaron una idiosincrasia enferma de decadencia. De ese modo el factor Risi tomó las dobleces y el comportamiento viciado de una nación para convertirlas, a través de la caricatura elegante y sumergible, en tesis sobre la propensión del conglomerado contemporáneo a desnaturalizar su condición humana. (JR)

viernes, 13 de noviembre de 2009

La Habana de los miedos solapados


Los días pasan y todo va volviendo a ser como antes. Yoani aun en muletas y Orlando que se niega a ir al médico, aun así las calles se van pareciendo de nuevo a las calles de mi ciudad. La Habana de los miedos solapados, de la pobreza que nadie quiere ver, de la policía reprimiendo y corrompiendo, de la seguridad gatuna, de la gente sin Fe, del arte decadente.

Tomado del blog Octavo Cerco.

Cuatro ejemplares segurosos rapastrosos


 
Arriba, cuatro ejemplares de segurosos. ¿Tarea? Vigilar a la bloguera y dar parte. ¿Ideología? Carnera- procerista. ¿Futuro? Imprevisible.

(fotos tomadas del blog de Yoani).

Adolfina


Seres en la sombra



Ilustración: Luis Soler

jueves, 12 de noviembre de 2009

El confesor del túnel


Luis Soler

La soledad da vueltas y vueltas tratando de atrapar en un remolino a cuanta alma vagando sin identidad por la vida. Es un agujero que se traga con furia el desatino y termina por agotar el acopio de nuestros momentos felices. La soledad es un manual de conducta; la compañía, placebo. Ya he olvidado por qué estoy aquí. Recuerdo canciones y lemas. Las canciones, porque estoy aquí, y los lemas porque este lugar está infestado de carteles y consignas repitiendo lo que ya olvidé. Con el tiempo he tachado consignas. Ahora son otras: Por ejemplo, este cartel decía algo antes que no recuerdo, pero ahora reza: "Basta con la historia de siempre". La palabra "siempre" no está tachada. Hay una foto de una niña con pañoleta. Creo que es mi hija -pero tampoco lo recuerdo. Aquí tengo de todo: agua, galletas, carne rusa, pollo a la jardinera, aspirinas, antibióticos…, pero me falta el café y el ron. A veces cuelo un poco de borra que la gente tira por los tragantes y yo recojo, seco y cuelo en una media como reverbero improvisado. Recuerdo esa canción: "Yo soñé con aviones que nublaban el día.... yo soñé un agujero, bajo tierra y con gente, que se estremecía al compás de la muerte". Sólo recuerdo esa. Es la que más he cantado desde que estoy aquí.

Tuve una rata en una caja. Las odio, pero esta era mansa y no me temía, ni yo a ella. Se paraba frente a mí mirando mi trozo de galleta, luego se metía ella solita en su caja como si quisiera decirme que quería vivir ahí, conmigo. Me recordaba a mí mismo; pero no recuerdo que me hizo quedarme aquí, solo. Desde entonces hablo con ella, la alimento. Me da un asco tremendo, pero nunca se ha ido. Hace un tiempo hablo con personas a través de los tubos. Caños que vienen de todas direcciones, que hace mucho tiempo perdieron su uso. Algunos los tapé, otros no. A veces me la pasó todo el día perfeccionando los tubos, cogiéndole parches con fango, pues entre las grietas pierdo mucha recepción. Los he traído desde muy lejos. Tienen que estar bien herméticos. Sólo hablo con gente como yo: personas con dos yo. Estar solo es problema de uno. Allá arriba, los muros se llenan de gente sola que le rinde culto a la fantasía del mundo real. Le sigue la sospecha. El miedo es un cómodo habito social. La paranoia ha dejado de ser una patología de la soledad y se ha hecho factor de suerte.

Al principio cuando escucharon mi voz se llenaron de pánico. Son cuatro los que se reúnen en un cuartito del sindicato de una empresa. Cuando vi que hablaban de todo menos de lo que debían hablar, me entusiasmé. Les dije: "Compañeros, aquí la seguridad del estado los está escuchando". Se cagaron del miedo y se armó tremendo salpafuera. Después les expliqué en detalle y ahora somos amigos. Tomás y Arturo son como de 40, Andrea tiene como 35, Yosifuí (no es su nombre pero nunca he podido pronunciar el suyo) es el más joven, tiene 27 o 28 años. Todos pertenecen al partido y la junta del sindicato de la empresa. Al principio, Tomas no sabía que le gustaban los hombres hasta que yo lo ayudé a salir del closet, y ahora tiene una relación con Arturo que es casado y con hijos; pero creo que se casó para poder vivir en la Habana.

Con los cuatro converso mucho los días entre semana; con los otros a cualquier hora. Yamir es un muchacho joven que estaba construyendo una balsa en el garaje, pero no tenía idea de cómo hacerla. De balsas no sé mucho, a no ser por un libro de los tantos que hay aquí: "La Expedición de la Kon-Tiki". Se lo di como referencia y nos ayudó un poco, no tanto. La balsa de esa gente parece que tenía apoyo de varios gobiernos, según me dijo Yamir. Ahora los balseros no tienen apoyo ni de los americanos. Así que renunció a irse cuando le presenté a María José, la muchacha del violín. Ella toca encerrada en el baño. No soporta a los padres. Dice que es punk. Se pinta la cara y se para los pelos. El caso es que se quería matar y yo le hablé para que no lo hiciera. Fue la única que no se asustó cuando me escuchó a través de ese sonido hueco de su tragante. Me dijo con su voz de adolescente rebelde: "Qué, ¿ahora me vas a confesar?" Su tubo lo pinté de rosado y escribí arriba: Radio Enciclopedia. Ahora son noviecitos ella y Yamir. Él todavía se quiere ir, pero ella le dice que no se le ha perdido nada en la Yuma. Una vez hicieron el amor en el baño de ella y yo tapé el tubo, aunque creo que ella lo hizo por...para mí.

Otra persona con quien hablo es Aurora. El marido le pegaba y yo escuchaba todo día por día, hasta que no pude más y le grité algo por el tubo. No sé lo que pasó después, pero hubo silencio y un portazo. La voz más bella de mundo me dio las gracias y yo no supe qué hacer. Luego entablamos una relación donde ella terminó dejando al marido, quien la acusaba de estar con alguien pero no había podido cogerla en nada. Un día me preguntó cuánto tiempo yo tenía sin hacer el amor y se me paró enseguida. Desde ese día nos empatamos y hacemos el amor por el tubo.

La Habana está llena de historias de soledad y yo prefiero seguir en este túnel sin salir. Aquí, dónde la amistad es un lujo imperdonable y el amor un desatino, la soledad le da refugio seguro a la verdad. Cuando ellos se enteren que es recurso y medio de subsistencia, la podrán organizar en colectivos. Hoy es mi cumpleaños y ellos se reunirán en el saloncito del partido a cortarme un cake y a bajarme una manguerita de suero con ron. Ojalá el suelo resista tanto peso, pues la oficina está justo encima de mí, en el piso de arriba.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Yonalisa



Ya hemos empezado a sonreír, que es la mejor medicina contra el maltrato. La terapia principal sigue siendo para mí este blog y los miles de temas que todavía me quedan por tocar en él.- Yoani Sánchez

Ilustración: Luis Soler

En 5 puntos (nueva sección)


¿Por qué estamos tan jodidos?

1- La globalización de la información provocó una revolución tecnológica, pero el offshoring de las fuentes laborales mantuvieron el desempleo en EE.UU. alto y con pocos ingresos. 2- Además perdimos el sector manufacturero. Hay economistas que le restan importancia al asunto. "Ganamos en otros sectores, como el de información y servicios", pero cada vez más voces se unen a criticar la pérdida del sector industrial americano. 3- En retrospectiva, la política fiscal greenspaniana de bajas tasas de interés, y reducción de impuestos no funcionó. Abrió las puertas de par en par a la especulación desenfrenada.  4- La debilitación de los sindicatos endiosó a Wall Street. 5- La deregulación bipartidista del sistema financiero fue un desastre.

El sistema financiero mundial tiene que cambiar o se hunde




Importante artículo de George Soros para Project Syndicate:

Veinte años después de la caída del Muro de Berlín y el colapso del comunismo, el mundo se enfrenta a dos formas radicalmente opuestas de organización: el capitalismo internacional y el capitalismo de estado. El primero, representado por los Estados Unidos, está en franca crisis, el segundo, representado por China, está en auge. Si seguimos por el camino de la inacción, es posible que presenciemos la desintegración gradual del sistema financiero internacional. Hace falta un cambio ya.

De acuerdo a Soros, es imperativo construir una nueva cooperación internacional basada en una reforma regulativa, que aunque fragmentada, pueda reparar y reorganizar el daño de la crisis global de 2008. Soros menciona los Acuerdos de Bretton Woods, que reestablecieron la arquitectura financiera mundial post-Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo evitar que las nuevas gigantescas instuticiones globales arrastren consigo al sistema financiero a la hecatombe?

De acuerdo a Soros, 1- Hay que reconstruir el Fondo Monetario Internacional FMI, hacerlo más flexible. 2- El nuevo Bretton Woods deberá reformar el sistema de intercambio de la moneda. El dólar ya no goza de la confianza que una vez tuvo, aunque por el momento ninguna otra puede tomar su lugar. 3- EE.UU. debía hacer más uso de los SDRs (o derechos especiales de giro) del FMI.* ¿Por qué?

El SDR viene denominado en varias monedas nacionales, de modo que no existe una moneda única que disfrute de ventaja injusta.  Aunque el dólar aún puede seguir siendo la moneda de reserva preferida, Soros estima que la gama de las monedas debe ampliarse. Un ejemplo es el renminbi chino, que no es completamente convertible, pese a que China se guía por un sistema de cambio fijo con el dólar (que no hace más que aumentar el riesgo de desequilibrio financiero). 4- El nuevo sistema financiero necesita la legitimación de una institución multinacional como la ONU. En un mundo cada vez más interconectado se hace necesario la cooperación, no la intimidación. Dice Soros:

Reorganizar el nuevo orden debe extenderse más allá del sistema financiero e incluir a la ONU, en especial de miembros del Consejo de Seguridad. El proceso debe ser iniciado por los EE.UU., pero China y otros países en desarrollo deben participar como iguales. El sistema actual no puede sobrevivir en su forma actual, y los EE.UU. perderá mucho más tiene más sino encabeza la reforma. Los EE.UU. aún puede liderar el mundo, pero, sin un liderazgo con visión los EE.UU. seguirán erosionándose. Una cosa es cierta: En materia económica Ee.UU. ya no puede imponer su voluntad sobre otros como lo hizo durante los ocho años bajo el gobierno de George W. Bush.

Soros estima que Obama tiene la visión multilateralista correcta, desde que abogó por el G-20 como principal foro de cooperación internacional. Sin embargo, es necesario reconocer que es sistema no funciona, que hay que reinventarlo. Para Soros, Obama no está en la posición de hacerlo. Y eso nos lleva a China. El famoso filantropista concluye el artículo reconociendo el nuevo poder del orden financiero mundial.

China ha reemplazando al consumidor americano como el motor de la economía mundial. Por ahora es un motor más pequeño, y por tanto la economía mundial crecerá más lentamente, pero no hay duda que la influencia de China crecerá muy rápido. Por el momento, el público chino ha canjeado su libertad por la estabilidad política y el progreso económico. Pero eso no va a continuar indefinidamente. A medida que China se convierta en un líder mundial, deberá transformarse y abrirse más al resto del mundo. El futuro del planeta depende de ello.
__________
*Los SDRs fueron creados originalmente para reemplazar el oro y la plata en largas transacciones internacionales. Dado que la cantidad de oro es limitada, y las economías de todos los participantes del FMI siguen creciendo, se hizo necesario incrementar la oferta de una unidad básica estándar o SDR. De acuerdo a Soros, la ventaja de usar el SDR es que el capital tiene más mobilidad, puede mandarse a donde más se necesita. Hoy por hoy, ese no es el caso. Dicho mecanismo permitiría a los países ricos (que de momento no necesitaran reservas adicionales) transferir capital a esos países necesitados, usando la reserva de oro del FMI.

Chantaje millonario paramilitar

Chantaje de Backwater. Archívalo como: "Te doy dólares a cambio de silencio". El dilema de Backwater es simple: 1- usar una fuerza paramilitar en escenario de guerra, con el poder de matar, 2- pedirle en público que no lo hagan (en privado que se defiendan del peligro) y 3- asignarlos a buscar a Bin Laden.

¿La moraleja? Tarde o temprano, el chantaje se conoce.

"Altos ejecutivos de Blackwater Worldwide autorizaron pagos secretos por valor de $1 millón de dólares a oficiales iraquíes a cambio de no divulgar los detalles de un incidente en que guardias de seguridad de Blackwater habrían ejecutado 17 civiles iraquíes en Baghdad".

martes, 10 de noviembre de 2009

cualquiera resbala y cae



om ulloa

resbalé. y me caí. cualquiera resbala y cae. es verdad. caí de culo y quedé con el cráneo desbaratado. así. boca arriba cara al sol. sentí el azul encharcarme las pupilas. el hilillo pegajoso de sangre ya me mojaba el cuello de la camisa almidonada. era blanca del mejor algodón. a ella le encantaban mis camisas blancas de algodón. siempre que me ponía una, con frecuencia, su mano rozaba la manga en un desliz descuidado y lento. cuando sus dedos llegaban al cuello almidonado el desquicie de sus pensamientos se podía advertir en el ritmo agitado de su respiración, quedo pero profundo. por eso, ahora que sentía la sangre manchar el cuello almidonado de mi camisa blanca de algodón pensé en ella. la mujer de ojos livianos que me esperaba ansiosa en algún lugar de esta amplia ciudad, a quien tanto le gustaba aspirar la esencia de tela recién planchada de mis camisas blancas, no iba a entender que cualquiera resbala y cae.

por esto intenté levantar la cabeza rota del asfalto negro salpicado de sesos. los anaranjados centelleantes opacaron el azul que se precipitaba huyendo de cada una de mis iris. las brisas de las esperas son tensas, lo sabía, aún con la cabeza rota. presentí que me iban a quitar la camisa a jirones y lo lamenté. ésta en particular me había costado un ojo de la cara.... su blancor cegador era producto del mejor algodón egipcio materializado en un inmaculado diseño italiano. por la mañana ella me había dicho que esta camisa blanca me quedaba "regia". cuando lo dijo, levanté la vista del momento y la miré, recostada en las losas del baño, desnuda y con el pelo mojado. lo dijo sin ironía, como acostumbraba. por eso el peso de la palabra me advirtió que su respiración empezaba a profundizarse. y sentí la redondez del tubo que me introdujeron por la boca casi como su lengua entre mis dientes. escuché las voces dispersas sobre mi cabeza rota como los quejidos de la camisa horas antes, al estrujarse entre sus dedos enjabonados. y la sentí desabotonando la impecable camisa blanca de algodón entre suspiros perdidos en los múltiples ecos que me evolvían, flotando ya como estaba sobre camillas livianas, con la camisa abierta y el pecho al aire, y ella mojándomelo de saliva murmuraba "no te la quites". entonces logré enderezar la lengua dentro de mi cabeza rota y lo dije, al cielo que ya no era azul: "no me la quiten".

en la penumbra del baño ella me abrazó con la piel aún húmeda y sentí que me caía, que resbalaba otra vez, de cara a ella, que se restregaba en el pulcro algodón de mi camisa blanca. zumbó y jadeó enredada entre las mangas tocándome con la sensación de urgencia del momento que ya se iba. levantó la cabeza aún con los ojos cerrados, la mía rota entre sus dedos pálidos. resopló con un quejido y su voz timbró aguda en mi oído mientras sus manos se aferraban al cuello de mi camisa blanca de algodón. entonces se lo dije, en busca del perdón: "ya ves, cualquiera resbala y cae".

domingo, 8 de noviembre de 2009

Menos Martí, más Nietzsche, menos Suso*, más Duchamp




Certero artículo de El País comentando la importancia de los blogueros cubanos. Me interesa este párrafo y el método de confrontación:

El origen de la blogosfera cubana, reconocen algunos analistas, tiene similitudes con el movimiento de la prensa independiente que alcanzó su máximo grado de desarrollo a mediados de los noventa y padeció, en 2003, los efectos de una fuerte oleada represiva que culminó con 75 disidentes en la cárcel, sentenciados a duras penas de prisión. Los periodistas independientes, precursores del periodismo en línea, dictaban sus artículos o los pasaban por fax a sitios web en los Estados Unidos y Europa. En total, 20 periodistas que fueron condenados en la llamada primavera negra de marzo de 2003 aún permanecen recluidos en condiciones inhumanas en las cárceles cubanas por el mero hecho de ejercer su derecho legítimo a la libertad de expresión.


Pero, a diferencia de los periodistas independientes, los blogueros no se enfrentan abiertamente al Gobierno de Raúl Castro, sino que han optado por una crítica basada en el sarcasmo y la ironía.1 La mayoría es joven y prefiere no aparecer ligada a la disidencia, rasgo que contrasta con la generación de la prensa independiente que fue duramente reprimida en 2003.
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1No es que ser “disidente” sea un problema, es simplemente obsoleto. Se trata de una metáfora que los blogueros como Yoani, Claudia y otros han mandado a la tintorería, porque el objetivo sigue siendo el mismo: Apertura. Los blogueros han comprendido que deben mantener independencia de las tendencias “castristas” y continuar su discurso performativo/civilista "CayoHueso/operativo", naturalartificial vernacular. Arte como política de la política del arte.
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*¿¿¿SUSO??? ¿¿¿SUSO???

sábado, 7 de noviembre de 2009

Alina Brower, hoy sábado, en "Decadencia"


Logré ver ... el grado de sobresalto de nuestros atacantes, el miedo a lo nuevo ... el terror bravucón del que sabe que tiene sus días contados

Testimonio personal de la caída a piñazos segurosa contra Yoani, en Generación Y:

Adentro ya estaba Orlando, inmovilizado en una llave de kárate que lo mantenía con la cabeza pegada al piso. Uno puso su rodilla sobre mi pecho y el otro, desde el asiento delantero me daba en la zona de los riñones y me golpeaba la cabeza para que yo abriera la boca y soltara el papel. En un momento, sentí que no saldría nunca de aquel auto. “Hasta aquí llegaste Yoani”, “Ya se te acabaron las payasadas” dijo el que iba sentado al lado del chófer y que me halaba el cabello. En el asiento de atrás un raro espectáculo transcurría: mis piernas hacia arriba, mi rostro enrojecido por la presión y el cuerpo adolorido, al otro lado estaba Orlando reducido por un profesional de la golpiza. Sólo acerté a agarrarle a éste –a través del pantalón– los testículos, en un acto de desespero. Hundí mis uñas, suponiendo que él iba a seguir aplastando mi pecho hasta el último suspiro. “Mátame ya” le grité, con la última inhalación que me quedaba y el que iba en la parte delantera le advirtió al más joven “Déjala respirar”.

Escuchaba a Orlando jadear y los golpes seguían cayendo sobre nosotros, calculé abrir la puerta y tirarme, pero no había una manilla para activar desde adentro. Estábamos a merced de ellos y escuchar la voz de Orlando me daba ánimo. Después él me dijo que lo mismo le ocurría con mis entrecortadas palabras… ellas le decían “Yoani sigue viva”. Nos dejaron tirados y adoloridos en una calle de la Timba, una mujer se acercó “¿Qué les ha pasado?”… “Un secuestro”, atiné a decir. Lloramos abrazados en medio de la acera, pensaba en Teo, por Dios cómo voy a explicarle todos estos morados. Cómo voy a decirle que vive en un país donde ocurre esto, cómo voy a mirarlo y contarle que a su madre, por escribir un blog y poner sus opiniones en kilobytes, la han violentado en plena calle. Cómo describirle la cara despótica de quienes nos montaron a la fuerza en aquel auto, el disfrute que se les notaba al pegarnos, al levantar mi saya y arrastrarme semidesnuda hasta el auto.

Violencia contra la no violencia



La última de Octavo Cerco. A continuación reproducimos parte del post de Claudia:

Me metió de un gesto en la patrulla mientras yo gritaba: ¡Yoani, Yoani! Pero me di cuenta de que nadie podía oírme, todo estaba herméticamente cerrado, la mujer de Orlando forcejeaba con el policía, el cuerpo de Yoani era metido a empujones de cabeza en el carro y el teléfono de Orlando salió volando por la ventanilla…mandé el segundo Twitt, con la esperanza de que alguien entendiera lo que malamente yo lograba teclear.
La muchacha policía se montó en la patrulla y me dijo:
-¿Por qué te has resistido? No queremos darles golpes.
-Casi me rompes la camisa -dijo el otro de la PNR- mientras metía a la novia de Orlando en el carro.
Se veían avergonzados, por un momento creí que nos pedirían disculpas:
-¿Ustedes tienes sus carnets encima? -dijo ella casi dulcemente- y nos pasó el teléfono de Orlando que sonaba sin parar.
Desgraciadamente llegó el de la camisa anaranjada, se subió y cerró la puerta… me cayó al lado. Los policías se callaron y empezó el diálogo:
-Claudia, apaga el teléfono.
-Olvídalo.
-Qué asco -dijo la novia de Orlando.
El resto puro insulto, bronca surrealista.
-Tu nombre no pasará a la historia -señaló.
-No me importa, pero tú ni siquiera tienes nombre. Cuando me baje del carro viro para G.
-Entonces será peor.
-Tus amenazas son tu miedo. Están en el fin.
-Payasa.
Poner un pie en la esquina de la casa de Yoani me dio mareo, no había luz en el edificio, no podía dar con el móvil de nadie y me estaba quedando sin saldo. En eso entró la primera llamada con un 00 delante y supe que nada había sido en vano, aun si todos habíamos sido arrestados y la marcha suspendida. Cuando más tarde vi el video que Ciro me trajo lo supe con certeza: Están perdidos, la cuenta es regresiva.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Hay que ser bruto canuto de verdad para caerle a piñazos a una mujer


¿Caerle a golpes a la Yoani? Ya veremos (espero) sus moratones en un video casero. Esto no es señal de fuerza del estado cubano. Para que los segurosos raulistas le caigan a piñazos a una mujer, a esta mujer, denota que tienen un miedo colosal e inexplicable, avasallador, un miedo corrosivo, pavor que los impulsa. Caerle a golpes, arrastrarla a la fuerza.

Claudia Cadelo puede estar detenida



De acuerdo a su mensaje en Facebook.

jueves, 5 de noviembre de 2009

(Lo que nos espera con los conservadores)


Charlie Christian live at Mintons'

Mis primeras aventuras en París



Ramón Alejandro

París era aún una ciudad viva a principios los 60 del pasado siglo. O en todo caso, era una ciudad que estaba mucho más viva de lo que está hoy en día. Las calles de sus barrios populares bullían con una intensa vitalidad. Las vendedoras de los timbiriches callejeros vociferaban a grito pelado anunciando sus productos, y las camareras de los restoranes baraticos transmitían sus pedidos a los cocineros a través de las ventanillas que comunicaban directamente la sala del restorán con las cocinas.Y los cocineros les respondían en directo con sus voces estentóreas desde las mismas intrincadas tripas de aquellas antihigiénicas instalaciones. Los pedidos se precisaban dos veces para que quedaran bien claros: «Deux biftecs frittes, deux».

Y por esas mismas impúdicas ventanillas los capitosos vapores cargados de voluptuosas especias llegaban de inmediato hasta la clientela que se apretujaba sobre sus endebles sillas en exiguas alrededor de las mesitas en las que no hubieran debido caber normalmente ni la mitad de público de la que entraba a matarse el hambre a esos frecuentadísimos establecimientos. Por la Bastilla y por la Place d’Italie la morería campeaba pululando al igual que por la Goutte d’Or o por Belleville. Aquellos barrios eran verdaderos retazos del Africa del Norte incrustados dentro del polícromo mosaico del densos tablero de ajedrez tan racionalmente drenados por los amplios boulevares que abrió el Barón de Haussmann a través del cuerpo vivo de la populosa urbe para que en caso de revolico popular las fuerzas represivas del estado burgués pudieran abrirse paso sin dificultad para volver a meter en cintura al incontrolable populacho que desde la famosa Revolución de fines del siglo XVIII se había malcriado tanto que se echaba a zafar adoquines y levantar barricadas por un si o por un no cuando desde arriba le apretaban demasiado el cinturón.

Cuando salía de ver alguna película de particular interés histórico de esas que se hicieron por los años veinte o treinta del pasado siglo en la Cinemateca, que por entonces estaba instalada en un sótano del Palais de Chaillot. Monumental edificio que dominaba la plaza del Trocadero con su imponente masa. Desde esas soledades del elegante décimosexto barrio de la capital francesa solía volver caminando hasta el barrio de Saint-Germain-des-Près. Porque ese era el que yo frecuentaba usualmente después de salir del taller de grabado de Johnny Friedlaender. En cierto Café de la rue du Tournon, que estaba abierto toda la noche se reunía una turbamulta de extranjeros que merodeaban por el llamado barrio latino, y que se frecuentaban entre ellos mismos, ya que en su mayor parte ninguno conocía todavía a ningún francés. Porque los franceses vivían acantonados dentro de sus apartamentos, sobre todo mientras transcurrían lentamente los largos meses en los que soplaban los gélidos vientos invernales. Entonces por las calles sólo se nos veía a nosotros, que habíamos venido de las cuatro esquinas del Mundo a ver si era verdad todo eso que habíamos leído en las novelas de Sartre y de Camus.

En la calle Xavier Privas que cruzaba la de la Huchette en la esquina de la librería esotérica llamada La Tabla de Esmeralda, casi en frente de la dulcería griega a donde yo iba a leer tan a menudo, existía un establecimiento que era como una taberna o bodegón especializado en servir un couscous a bajo precio y de bastante buena calidad. Allí, en un espacio que más parecía un largo pasillo apenas lo suficientemente ancho para poner las mesas necesarias dentro de una sala de restorán, se podía comer por tres francos y cincuenta centavos toda la sémola que nos cupiese en nuestros ahuecados estómagos. Lo que no se podía repetir de ninguna manera era la porción de carne un poco correosa y bastante mechada de nervios y cartílagos que le tocaba a cada uno. Ni la de zanahorias, nabos, y otras legumbres que te servían al comienzo y que constituían el acompañamiento de ese grano de trigo tan nutritivo que nos garantizaba la más indispensable alimentación necesaria para sobrevivir a muchos de nosotros.

Las fachadas de los edificios estaban aún muy mugrientas y bien renegridas de añejo hollín. Y por encima de eso casi totalmente empapeladas por succesivas capas de carteles publicitarios y proclamas políticas a medio arrancar. Y todavía se sentía en el ambiente de ese barrio latino algo como el eco de la pasada guerra mundial, sin que aún se pudiera imaginar que dentro de cinco años a penas, en el 1968, fueran de nuevo a producirse los enfrentamientos entre los estudiantes universitario y los espectaculares gladiadores de las fuerzas del órden que tanto impresionaron y repercutieron en todo el resto del Mundo. Era como si París fuera todavía la capital mundial de la cultura. Y a lo mejor todavía lo era, aunque después de ese último sobresalto parece que haya dejado de serlo. (Continuará)

Carne cubana para Halloween (continuación)

Ernesto González

Hay dos polvos blancos en sendas cartulinas colocadas en el piso. Uno de los tipos se aparta de Victoria para mezclar los polvos e inhalarlos. Antes de volver a presentarle su órgano a Victoria, el hombre le acerca la cartulina y el inhalador. Con maestría incomparable, sin desocupar su boca, Victoria inhala interminablemente estremeciéndose. Sus orgasmos se acrecientan a partir de esa inhalación; orgasmos escandalosos, cortantes, versados. Carlos sólo quiere que Victoria tenga cientos de orgasmos y colabora con los efectos de la droga moviéndose al ritmo de la muchacha, de manera que su placer no termine nunca. La eficacia de la boca de Victoria entrenada en el postgrado Molares Intrusos, y las drogas, desencadenan un hecho inesperado.

Los dos tipos empiezan a tocarse, se besan y se alejan de ella con determinación. Victoria ve con desespero cómo los hombres la abandonan. Se concentra en sus propios movimientos y goces. Sin embargo, no es igual desde que su boca anda desocupada. Victoria siente una feroz necesidad de sorber algo, lo que sea, por lo menos un caramelo de menta, para conectarse con sus orgasmos. El miembro masculino no la sacia, si no se lleva algo a la boca. De manera que busca en aquella masa que no distingue bien, y tropieza con un codo, una mano, un pie, hasta encontrar un trasero, el de Aldo, quien sigue poseyendo a la americana y cuyos genitales ya están colocados en la boca de Carlos, quien ahora se esfuerza por satisfacer con su lengua aquel sexo mojadísimo, sin desatender la ferocidad de Victoria encima de él.

La americana se encarga de ello pasándole a Carlos el cartón con los polvos y el inhalador. Victoria detiene por unos segundos imperceptibles sus movimientos, arrebata esos útiles de la nariz de Carlos y absorbe la mezcla blanca mientras sus orgasmos parecen convocarse en uno solo y continuado que la incita a gritar, sollozar y lloriquear sin consuelo. Victoria llora desconsoladamente moviéndose a una velocidad inaudita, y empuja a la americana quien cae al piso seguida por Aldo. Las piernas de Carlos están entumecidas. Aprovecha que la americana le ha dejado la boca libre. Se concentra en el desgarrado llanto de Victoria y la levanta un poco.

Victoria, pasada de peso y orgásmica, impide la maniobra de Carlos. El entumecimiento de las piernas puede socavar la dureza de su pene, así que Carlos insiste en la maniobra de levantar a Victoria sobre sí, que sigue gritando y buscando algo que llevarse a la boca para que su orgasmo no se detenga jamás. Hay una fuerte conexión erótica entre sus entrepiernas, llenas pero no saciadas, y su boca que ansía al menos un sencillo caramelo de menta. Carlos, de un tirón, se incorpora sosteniendo a Victoria, quien se calla, se contrae y cae al piso. Su cuerpo se sacude violentamente. Carlos aprovecha y se coloca encima de ella. Se siente fresco, la circulación vuelve a sus piernas y disfruta de Victoria que sigue agitándose. Por unos segundos, Carlos, contagiado por la sabiduría de Victoria, contribuye a su agitación. Victoria deja de estremecerse. Carlos sigue penetrándola, pero el silencio de la ávida Victoria le dice que algo pasa. Nota que su cuerpo está frío y desmadejado.

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Sentado al borde de la cama del hospital donde se recupera Victoria, Aldo determinó que asistirían a un grupo de terapia. Llamó y dejó innumerables mensajes en el teléfono de una clínica, que nunca fueron respondidos. A la semana se presentó allí. Tuvo que regresar varias veces para lograr una cita, porque las consultas estaban saturadas El siguiente problema que enfrentó Aldo, en la oficina del consejero que le habían asignado, fue la clasificación de la adicción. Como no había manera de que Aldo definiera bien sus adicciones ni las de su mujer, el consejero desplegó en la pantalla de su computadora un programa capaz de definirlas, de acuerdo con ciertos parámetros que se iban estrechando hasta resultar en una clasificación clínica que la computadora imprimía.

Le ordenó a Aldo que se sentara en una silla, le explicó la simplicidad del asunto y convocó al software con un dedazo en el teclado. La cuestión se reducía a responder a los parámetros propuestos en la pantalla. El consejero le mostró cómo usar el diccionario de sinónimos incorporado, por si los términos expuestos eran demasiado científicos, le deseó suerte y se despidió. Aldo vertió las generales de su mujer en la pantalla. El software empezó con un eufemismo. Dentro de una lista compuesta por un centenar de opciones, le pidió que señalara el tipo de ‘tendencia iterativa’ que contemplaría la evaluación. Aldo, no muy convencido, señaló ‘iteración sexual’. En términos diáfanos le preguntó la cantidad aproximada de orgasmos alcanzados por la paciente en media hora, una hora y así sucesivamente iba extendiendo la frecuencia con que la mujer solicitaba sexo semanal o mensualmente.

A continuación, preguntó por las combinaciones posibles de drogas consumidas y su interrelación con el patrón sexual ya determinado. Después pasó a enumerar las apetencias sexuales más agudas y a combinarlas con situaciones en la pareja o ‘en marcos eróticos ampliados’. Esta parte del cuestionario se hizo particularmente embarazosa, y Aldo estuvo a punto de renunciar al tratamiento. Es que había que detallar la conducta sexual en todas sus combinaciones imaginables. El software, incluso, motivó la mente de Aldo al punto de que sintió no haber realizado algunas de las osadas proposiciones que enumeraba y combinaba la pantalla de la computadora.

Se dio cuenta de que no había llegado tan lejos como había pensado. Aldo terminó de responder el cuestionario con una rotunda erección que lo obligó a ir al baño de de la clínica a desahogarse.

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