Discutir
A un discutidor: Yo no discuto jamás. Creo lo que creo firmemente, porque lo he meditado mucho antes de creerlo. Oigo, y si tienen razón, cambio. Pero no tengo soberbia bastante para creer que puedo convencer a los demás, ni humildad bastante para creer que puedan convencerme a mí.—José Martí.
alFredoTriFf
Discutir entre los cubanos es destino NON STOP. La logorrea sigue siendo nuestra empresa consolidada. Discutimos mucho y resolvemos poco. ¿Cuál es el papel? De momento, evitar lo conciso, que a este punto comenzamos a tratarnos. Discutir cubanamente es lucha de contrarios, juego de abalorios. Sondear personajes y retóricas ficticias.
Quede claro: Con discutir no se resuelve nada -o casi nada. Por otra parte (se objetaría), eso no se sabrá hasta que no se discuta. Indudablemente. No hay soluciones a priori, y menos a posteriori. El tiempo crea la ilusión del concierto barroco, aunque críticamente hablando, siempre habrá un bloqueo que nos embargue. Es exigencia del dativo. Se debe a la circunstancia.
Vayamos por partes: Primero, ¿quién tiene la razón? En cubano, el que discute. "No, Ud. se equivoca, aunque no me corresponda decirlo". ¿Hay que probarlo? ¡Ay, que rico está! Segundo, hay que descubrir la clave del desacuerdo. Que cada parte exponga su punto, sin nerviosismos ni contagios. Ya habrá tiempo.
La comunicación es maniobra, teoría, sin más preámbulo. En el lenguaje está la clave. Busquémoslo. Por ejemplo: el embargo. ¡Qué bloqueo del tiempo!
Aparecen análisis penetrantes (como se espera de lo analítico). Hay pro y contra. Los embargos son prolongados y se dilatan. Sin embargo el bloqueo tiene su larga historia de obstáculos: el letargo del diferendo, el pro y el contra. Socialismo e imperialismo en pugna constante. ¿Hay desacuerdo? Bastante.
Trátase de tópicos emblemáticos que se remontan a más de seis décadas. ¿No hubieron discursos resoluciones y congresos? Transcurrieron quinquenios. Cada año y su consigna: La Planificación, la Organización, la Economía, la Agricultura. A veces es Viet Nam Heroico, a veces Esfuerzo Decisivo, a veces Guerrillero Heroico. ¡Qué paranoico!
Castro instauraba el bloqueo como excusa de la miseria. La utopía tornábase futuro imperfecto del día a día. Seguían interminables cuentos de Tía Tata, arengas y crisis. El imperialismo no ceja con su amenaza. Prevalece el pueblo disciplinado, enérgico y viril. ¡Qué uniforme! ¿Miseria o bloqueo? ¡Las dos! Gritaba EL PUEBLO enamorado de LA VOZ.
LA VOZ y su epidexis.
LA VOZ y su homilética.
LA VOZ y su Ipse Dixit.
LA VOZ y su falo crótalo,
lúbrico en presente gnómico.
Hay aprioris deductivos e independientes de la experiencia. ¡Ay! las temáticas castristas merecen un aparte ecuánime. No confundamos la libertad con la igualdad, la explotación con la riqueza, el poder con el capitalismo, la dictadura con la democracia, la razón maquiavélica con la razón revolucionaria.
Volviendo a la discusión. Se guarda cierto barniz socrático. Se citan los antipáticos. Se exhiben conclusiones epónimas. ¿La evidencia? Brilla por su ausencia. Transcurren décadas y la historia se repite. Los años desfilan conmemorados. Se tornan en aniversarios de números romanos: El XX, el XV, el XXX.
Hay amenaza externa,
hay marchas,
hay apagones,
¡Ay! Período especial.
La politología consiste en probar lo improbable y discutir lo indiscutible. Cada interlocutor buscará afanosamente la negación del epísteme del otro. En cubano discutimos en volúmen 10 (del 1 al 10). ¿Razones? Faltarán siempre. Pasemos de la escrupulosidad ecuménica al desborde operático. Contrapunteo, café y tabaco. No hay humo que niegue la tradición ni columna que se le parezca. Si el estado es socialista y la familia es el estado, ¡a vivir en la aporía!
El discurso se vuelve sombrío. Cunden pavorosas estadísticas. El mundo está en peligro. LA VOZ ya no existe, pero otras voces siguen pidiendo sacrificio.
¿Discutir? Es nuestra pasión.
La música en Cuba.
La razón del son.