martes, 14 de julio de 2015

cuando se deja la isla no hay por qué volver atrás



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"space is the place" o "la moña es en el espacio" --traduciría un espécimen coterráneo partidario de sun ra. la lección es ácida: cuando se deja la isla no hay por qué volver atrás.

muchos añoran con volver. ¿volver con la frente marchita? ¿las nieves del tiempo?

el que parte al espacio no debe regresar. ulises volvió a itaca, pero nunca fue feliz. ¿qué héroe es feliz? los dioses sellaron el secreto.

sun ra, genio negro, profeta de la segunda teoría de relatividad para desterrados ofrece una gran lección (este autor desecha por el momento la palabra "exiliado", harto viciada).

la verdadera isla es el espacio.

el vacío. en esa búsqueda brutal de libertad. una vez dejada atrás la cuna, se obtiene o no la verdadera emancipación. algo más, el espacio "sideral" no tiene por qué ser extraterrestre. hay sideralidad para curiosos que la buscan aquí.

¿qué nos depara el espacio? la moña. no pretendamos llegar al espacio y meramente flotar en retiro.

al espacio se llega a una sala de espera, aclimatamiento como paso necesario a lo que vendrá luego. ahí uno reconoce por fin su lugar-sin-lugar, su corpórea soledad, la grata compañía del silencio bullanguero del infinito de las almas en todas direcciones.

allí comprendemos --diría sun ra-- que somos muchos en tremendo fetecún.

libre de la tiranía de la causa y su efecto, descubrimos los rastros perdidos de nuestra propia biografía hechos personas simultáneas e interactuamos con ellos en 3D. somos el recién nacido en la cuna de marfán, el niño montando columpio en el bosque de la habana, el adolescente que es llevado a la dirección por negarse a cantar el himno nacional, el mediocre en matemáticas que termina matemático, el joven cuatro-ojos con los pantalones campana en busca de un amor. todos aparecen y se esfuman. conversamos con nuestra joven abuela antes de dar a luz a nuestra madre (será su primera hija). cerramos la puerta del cuarto nupcial donde nuestros padres nos engendrarán. tropezamos con nuestros nietos, tan viejos como nosotros, y aprendemos que fuimos --o no-- una influencia. se trata de un superávit progresivo de sucesos entroncados a un destino común (y aún borroso).

de asombro en asombro navegamos la eternidad del instante. la voluntad sudando gotas de tiempo. y aprendemos lo impensable, a olvidar el olvido.

realizamos que cada memoria nos lleva a un camino súper/físico. la segunda teoría de la relatividad afirma que el espacio/tiempo es un recorrido eterno/instantáneo. ya hemos dejado atrás la piel de la memoria.

¿dónde estamos? la segunda sala. todo pende del coro de ecos de la pregunta. obsérvese que no somos presa de la duda. no, lo que sucede es que en la tierra no tuvimos tiempo de inquirir. todo estaba dado de antemano. la pregunta aquí consiste en reverberaciones espejeantes que se dicen y desdicen en pliegues sonoros. hay infinitos colores entre el "sí" y el "no" y cada color viene con dos caras: el anverso, una afirmación seducida por su candor; el reverso, una petición despejada de premuras.

vamos de camino a la tercera sala. frente a la puerta entreabierta casi se diría que alcanzamos la concordia.

desde dentro pareciera una escolanía de almas adiestradas por un enésimo sentido que entona un himno redentor.  

cuando se deja la isla no hay por qué volver atrás.    

2 comentarios:

judith ghashghaei dijo...

Este ejercicio me hizo pensar en las Moradas de Sta Teresa de Jesús; me motiva a darle un ojo a la obra de la monjita para comprobar o descartar . Va un abrazo oky-cósmico desde OKC

Alfredo Triff dijo...

abrazos cósmicos judith.