miércoles, 2 de abril de 2014

"Doble vía" de Yovani Bauta (continuación)


Yovani Bauta, con más de treinta exposiciones personales y colectivas nos presenta una obra de profunda naturaleza Neo-expresionista donde apreciamos la influencia de los pintores ingleses Francis Bacon y Lucian Freud. De Bacon asimila su modo de trabajar la figura humana en el cuadro así como su capacidad para mostrar la inquietud humana y del segundo, Lucian Freud; toma su sentido y habilidad para pintar a las personas por lo que son y no por lo que quisieran ser, según las propias palabras del pintor de origen judeo-alemán, nieto del conocido padre del psicoanálisis Sigmund Freud.

El conjunto de las obras de Bauta, que pudieran agruparse bajo el título “rojo intenso” muestran un dominio excepcional de la representación figurativa y del uso inteligente de este subido tono de rojo en función de cada uno de los momentos que captan las obras. La espera, por ejemplo muestra la recia personalidad de una mujer madura, segura de sí misma, que apoya su mano en el mentón, mientras parece estar enfrascada en una entretenida conversación en la que su desnudez es el menor de los problemas. Todo parece fluir naturalmente en su entorno, donde el rojo enaltece su majestuoso temperamento. Make-up, por otra parte, captura el momento en que una mujer, se arregla su cabello, con una camisa blanca semi-abierta, sin zapatos, mientras observa distraída una pared; una franja roja atraviesa toda la pieza como un rayo de sol penetrante que destaca el desnudo femenino en ese preciso instante en que se salta de la cama y se deambula por la casa, sin otro propósito que no sea el de alistarse para salir. La tomatina, otra de las piezas de gran formato, exhibe el torso y el rostro sonriente de un joven al que le han lanzado tomates y estalla en una risa jubilosa, amplificada por la intensidad del rojo del fondo y de los tomates que parecen explotar en la “pared del lienzo”. El pescador, obra de grandes dimensiones, sugiere ideas sobre la existencia, la introspección, la meditación, la soledad, la individualidad, el silencio y la confrontación del individuo con su yo interno. El fuerte contraste entre la blancura del cuerpo del individuo y su entorno rojo, atravesado por una leve mancha amarilla, refuerza la idea de pureza y verdad del encuentro del hombre consigo mismo en que la desnudez del cuerpo coincide con la “desnudez del alma”.

Cada una de las obras de pequeño formato de Bauta, revela a un protagonista diferente capaz de mostrar un universo íntimamente conectado con el modo en que es pintado. Todos estos personajes tienen el denominador común de ser representados desnudos, despojados de cualquier señal que los asocie a una clase o sector social determinados. El pintor consigue, en todo este conjunto de obras en las que el desnudo es una constante, mostrar las esencias del alma de estos seres humanos. Esa conocida frase “todos somos iguales ante Dios” se aplica con precisión matemática en estas obras. Toda referencia atávica es eliminada en función de revelar un aspecto específico de los personajes representados.

La obra de Yovani Bauta se sitúa en una dimensión diferente a las de sus referentes visuales Francis Bacon y Lucian Freud porque se adueña de un estilo que elude a la angustia y la percepción trágica que invade toda la obra de Bacon y la desdramatización existencial de Freud. En la obra de Yovani se aprecia un cierto goce de la vida en los modelos que pinta y su apropiación del rojo invita más al significado celebrativo que tiene en las culturas orientales que a la lectura trágica que se hace del uso de este color en la cultura occidental. Su rojo resplandece, enfatiza, revela, desenmascara y gratifica.

El joven Yunier Gómez Torres, natural de Remedios en Santa Clara, Cuba, recorre un camino que bebe en otras fuentes del arte contemporáneo. El referente aquí será el Bad Painting, corriente pictórica que aparece a finales de los años setenta entre cuyas figuras más celebres se encuentran los artistas Jean-Michel Basquiat y Julian Schnabel. Esta tendencia considerada como Neo-expresionista toma prestado elementos de los graffitti, las frases de los tatuajes, los escritos en los pupitres de las escuelas, el lenguaje de los presos en las cárceles, las frases escritas en las puertas de los baños públicos, así como los mensajes grabados en los troncos de los árboles.

En este tipo de arte, los trazos son más libres y las obras espontáneamente se desmarcan de cualquier intento de representación realista, porque lo que importa es la referencia irónica a ese repertorio callejero del cual se alimenta toda la obra. Los títulos de las piezas retozan con esa jerga callejera de frases acuñadas que apuntan a las relaciones sentimentales: No entiendo de amor; Por mucho que te amo, siento que te odio; Otra estúpida noche de amor; Me hieres y dices que me quieres; El amor es un sentimiento.

Una pequeña corona constituye un motivo recurrente en los cuadros que, de acuerdo a las palabras del pintor, está asociada a la idea que algunas personas tienen de sí misma al sentirse mejores que otros; dueños del mundo; “reyes y reinas de ocasión”, resueltamente arrogantes y altivos entrampados en la exclusividad de la percepción que tienen de sí mismos y de la relación que piensan que los demás deben tener con ellos.

Otros elementos visuales como corazones sangrantes, copas, animales de cabeza, perritos callejeros, cuchillos y flechas que atraviesan corazones, componen las claves de un quehacer pictórico que se apropia de ellos para subvertirlos en este juego con un mundo cargado de mensajes portadores de una afectividad intensa que se inserta en un lenguaje simple y estereotipado donde el discurso repetitivo despoja de todo valor la condición sublime del amor.

Ambos artistas exploran caminos neo-expresionistas donde el ser humano es el foco de atención y las infinitas maneras en que interactúan con su entorno, el escenario, la “pieza teatral” de su cotidiana existencia.

Maria C. Cumana,

Critica de arte,

Profesora adjunta, Miami Dade College.

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