sábado, 18 de junio de 2011

el ser de la cosa



alFredoTriFf

(para RI)

Esta mañana escuchaba el programa car talk en NPR. Una jóven compartía su plan macabro: destruir un volkswagen beetle de 2004 a mandarriazos. Ella invitaría a voluntarios iracundos a acabar con el auto liberando así "su frustración ante tanto dinero perdido" (nota: el VW tiene un motor casi nuevo que la fábrica le puso hace un año). El moderador propuso: "¿no tienes en cuenta los sentimientos del auto?". Quedó paralizada y respondió que no había pensado en eso.

La cosa ----> Lo no vivo

Volvamos al universo informe de la forma, lo no-vivo, lo no atendido: colores del paisaje, la arena de la playa, la basura pestilente de los vertederos, el arcoiris inmemorial. sabemos que existen, que existieron. ahí, en su universo remoto, la región de la cosa sin uno, no-para-uno. ¿Qué sentido tiene hablar de una cosa in-atendida? ¿Cómo se hace? Se imagina uno no estando. Estar-sin-estar, por ejemplo: el tronar ensordecedor del océano pre-cámbrico, el bosque clorofílico que existirá en mi distante futuro. el hueco negro a millones de años luz que se chupa miles de estrellas pero que no será descubierto jamás, el momento de cataclismo durante el miozeno donde millones de dinosaurios se arrastran sobre la faz oscura de la tierra en busca de oxígeno, o ese VW beetle sufriendo "meramente" en su piel metálico la ira delirante del ser humano.  

Cómo no yoificar

1- Imaginar la cosa en su soledad es una manera de de-yoificarla. No se trata de hacerla humana, eso sería antropomorfismo, extremo previsible, tampoco de convertirla en una descripción física (la luz solar no es solo una onda electromagnética, es también el sostén de la mañana). Hablo de elucidar un universo subterráneo que no debe ser reducido (meramente) al uso humano. 

Ahora falta elucubrar qué es de ese universo de cosas en sí mismas*: un auto no es tan solo uso-para-mí. el auto, aunque no lo use jamás, es un todo íntegro. ese VW, aunque mal, aún camina, aún conserva (en tanto que totalidad), cierta dignidad: fluctuación inesperada entre funcionar y no-funcionar -independiente de los caprichosos intereses de la dueña.

2- Somos ciegos al grado de lo posible entre las cosas mismas. Cada cosa es lo que es en virtud de una complejísima situación de emergencia, correspondencia y equilibrio. en algunos casos con un gradiente presente de mi atención, como sería el tomillo y la salvia que no se ajarán para mañana o la botella de vino en el congelador que no se congelará en los próximos 20 minutos. pero también fuera de mi uso, como el filo de mi estimado cuchillo que será el mismo aunque hoy (o en los próximos 3 días) no corte nada con él, o el brillo de mis zapatos negros, completamente ajeno a mi necesidad de usarlos en la próxima salida.

3- Esa manera de atender a la cosa en su in-atención es prometedora y refrescante. Lo que hablo es poder darle un espacio fuera de mí. entonces comprendemos que ese "cosificar" ya no sería lo que fue porque "cosificar" es, paradójicamente, yoificar. Yoificar reduce a cosa el yo y la cosa. "Reducir a cosa" y la cosa -sea cual fuere- es siempre más que eso. ¿Qué es la cosa antes de ser yoificada? Subterraneidad, intimidad apetitosa, por ejemplo, ese desgaste lento y continuo de un grano de arena cualquiera que fue piedra durante millones de años. 

Profundidad otra que reniega ser domada por la atención del yo. Nosotros también arrastramos el lastre de las cosas. Siendo yoes somos casi-cosas que se descubren a sí mismas.

Si bien yoificar es cosificar el yo, cosificar es yoificar la cosa.