jueves, 12 de noviembre de 2009

El confesor del túnel


Luis Soler

La soledad da vueltas y vueltas tratando de atrapar en un remolino a cuanta alma vagando sin identidad por la vida. Es un agujero que se traga con furia el desatino y termina por agotar el acopio de nuestros momentos felices. La soledad es un manual de conducta; la compañía, placebo. Ya he olvidado por qué estoy aquí. Recuerdo canciones y lemas. Las canciones, porque estoy aquí, y los lemas porque este lugar está infestado de carteles y consignas repitiendo lo que ya olvidé. Con el tiempo he tachado consignas. Ahora son otras: Por ejemplo, este cartel decía algo antes que no recuerdo, pero ahora reza: "Basta con la historia de siempre". La palabra "siempre" no está tachada. Hay una foto de una niña con pañoleta. Creo que es mi hija -pero tampoco lo recuerdo. Aquí tengo de todo: agua, galletas, carne rusa, pollo a la jardinera, aspirinas, antibióticos…, pero me falta el café y el ron. A veces cuelo un poco de borra que la gente tira por los tragantes y yo recojo, seco y cuelo en una media como reverbero improvisado. Recuerdo esa canción: "Yo soñé con aviones que nublaban el día.... yo soñé un agujero, bajo tierra y con gente, que se estremecía al compás de la muerte". Sólo recuerdo esa. Es la que más he cantado desde que estoy aquí.

Tuve una rata en una caja. Las odio, pero esta era mansa y no me temía, ni yo a ella. Se paraba frente a mí mirando mi trozo de galleta, luego se metía ella solita en su caja como si quisiera decirme que quería vivir ahí, conmigo. Me recordaba a mí mismo; pero no recuerdo que me hizo quedarme aquí, solo. Desde entonces hablo con ella, la alimento. Me da un asco tremendo, pero nunca se ha ido. Hace un tiempo hablo con personas a través de los tubos. Caños que vienen de todas direcciones, que hace mucho tiempo perdieron su uso. Algunos los tapé, otros no. A veces me la pasó todo el día perfeccionando los tubos, cogiéndole parches con fango, pues entre las grietas pierdo mucha recepción. Los he traído desde muy lejos. Tienen que estar bien herméticos. Sólo hablo con gente como yo: personas con dos yo. Estar solo es problema de uno. Allá arriba, los muros se llenan de gente sola que le rinde culto a la fantasía del mundo real. Le sigue la sospecha. El miedo es un cómodo habito social. La paranoia ha dejado de ser una patología de la soledad y se ha hecho factor de suerte.

Al principio cuando escucharon mi voz se llenaron de pánico. Son cuatro los que se reúnen en un cuartito del sindicato de una empresa. Cuando vi que hablaban de todo menos de lo que debían hablar, me entusiasmé. Les dije: "Compañeros, aquí la seguridad del estado los está escuchando". Se cagaron del miedo y se armó tremendo salpafuera. Después les expliqué en detalle y ahora somos amigos. Tomás y Arturo son como de 40, Andrea tiene como 35, Yosifuí (no es su nombre pero nunca he podido pronunciar el suyo) es el más joven, tiene 27 o 28 años. Todos pertenecen al partido y la junta del sindicato de la empresa. Al principio, Tomas no sabía que le gustaban los hombres hasta que yo lo ayudé a salir del closet, y ahora tiene una relación con Arturo que es casado y con hijos; pero creo que se casó para poder vivir en la Habana.

Con los cuatro converso mucho los días entre semana; con los otros a cualquier hora. Yamir es un muchacho joven que estaba construyendo una balsa en el garaje, pero no tenía idea de cómo hacerla. De balsas no sé mucho, a no ser por un libro de los tantos que hay aquí: "La Expedición de la Kon-Tiki". Se lo di como referencia y nos ayudó un poco, no tanto. La balsa de esa gente parece que tenía apoyo de varios gobiernos, según me dijo Yamir. Ahora los balseros no tienen apoyo ni de los americanos. Así que renunció a irse cuando le presenté a María José, la muchacha del violín. Ella toca encerrada en el baño. No soporta a los padres. Dice que es punk. Se pinta la cara y se para los pelos. El caso es que se quería matar y yo le hablé para que no lo hiciera. Fue la única que no se asustó cuando me escuchó a través de ese sonido hueco de su tragante. Me dijo con su voz de adolescente rebelde: "Qué, ¿ahora me vas a confesar?" Su tubo lo pinté de rosado y escribí arriba: Radio Enciclopedia. Ahora son noviecitos ella y Yamir. Él todavía se quiere ir, pero ella le dice que no se le ha perdido nada en la Yuma. Una vez hicieron el amor en el baño de ella y yo tapé el tubo, aunque creo que ella lo hizo por...para mí.

Otra persona con quien hablo es Aurora. El marido le pegaba y yo escuchaba todo día por día, hasta que no pude más y le grité algo por el tubo. No sé lo que pasó después, pero hubo silencio y un portazo. La voz más bella de mundo me dio las gracias y yo no supe qué hacer. Luego entablamos una relación donde ella terminó dejando al marido, quien la acusaba de estar con alguien pero no había podido cogerla en nada. Un día me preguntó cuánto tiempo yo tenía sin hacer el amor y se me paró enseguida. Desde ese día nos empatamos y hacemos el amor por el tubo.

La Habana está llena de historias de soledad y yo prefiero seguir en este túnel sin salir. Aquí, dónde la amistad es un lujo imperdonable y el amor un desatino, la soledad le da refugio seguro a la verdad. Cuando ellos se enteren que es recurso y medio de subsistencia, la podrán organizar en colectivos. Hoy es mi cumpleaños y ellos se reunirán en el saloncito del partido a cortarme un cake y a bajarme una manguerita de suero con ron. Ojalá el suelo resista tanto peso, pues la oficina está justo encima de mí, en el piso de arriba.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero LS, estas repleto de talentos. Que bien escribes. Cada oracion es una idea distinta dentro de un mismo parrafo. Como los crazys. :+) Thank you

Anónimo dijo...

GOOD!

La Mano

Anónimo dijo...

Soler eres un tremendo cuentista. :)

Anónimo dijo...

¡Buenísimo! gracias...

Saludos,

MI

Anónimo dijo...

Parece que la soledad esté en tu mano izquierda, frente al espejo roto del baño, junto al amigo que huyó, al lado del cementerio de los vivos, en la oficina de abajo...una soledad que hace el amor en las madrigueras, quizás en la mesa de trabajo de alguna cocina abandonada junto a la salvia o la angostura.
La soledad.... amigo es una novia desnuda que te invita al altar cada domingo.

Amílcar Barca

Alfredo Triff dijo...

Sabatoniano relato.

JR dijo...

Muy bien esa crónica de un hombre topo. La idea rinde culto a varios maestros del relato corto, pero tiene suficiente originalidad y energía para una novela o un guión. Visualmente estaría repleta de sorpresas, lo mismo sobre las tablas que en la gran pantalla.

Eugenio dijo...

Me gusta el final.

Anónimo dijo...

Esa es La Habana de siempre.

RI dijo...

Muy bueno Luisito. Visos existencialistas, surrealistas y del realismo social sucio ( sabemos que precisamente es parte de un guión de cine que se cocina).

Anónimo dijo...

Si Rosie Y JR. Es algo que se cocina y tumiami como oficina de patentes. Gracias Rostia por tu pluma correctora.
LS

Anónimo dijo...

Eso es en Cuba, LS pero ?Donde es que esta el tipo? ?Debajo de una casa?HLM

La Mano Poderosa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Adal dijo...

buenisima tu escritura. liviana y sabrosa! t felicito.

El otro balsero dijo...

Luisito: Felicidades. No le hagas caso a los envidiosos.