domingo, 19 de julio de 2009

La Habana Talibán que nos corre por las venas


Leyendo veraniegamente, me tropiezo con El amor a la ciudad, una joyita de Alejo Carpertier publicada por ALFAGUARA (1997), con prólogo de Fabio Murrieta Rodríguez. En el ensayo "Sobre La Habana 1912-1930" Carpentier va de tema en tema divinamente: lectura pop de cuento, pre-blogosférica, entretenida, buena literatura sin pretensiones. Me llama la atención un tema sobre la segregación femenina brutal que se vivía en La Habana de la república temprana; evidencia esta de nuestro pasado -¿por qué no llamarlo?- talibán. Aquí va:

Cuando yo les decía a ustedes que La Habana era una ciudad sin mujeres, quiero recordar cosas que hoy les van a parecer a ustedes absolutamente inverosímiles. Estaba mal visto que una mujer saliera sola, eran tan imposible que una mujer entrara en un café sola ni acompañada, que los únicos cafés de La Habana que hast alos años 1920,1921, 1922 pudieron entrar las mujeres fueron, a saber: El Néctar Soda de la calle San Rafael, el salón La Habanera de la calle Obispo, y la segunda mitad del café La Isla. La parte de delante reservada a los hombres y la parte de atrás reservada a lo que llamaban las familias. Los cafés más importantes estaban todos en torno al Parque Central, pero o bien era El Inglaterra o bien era El París donde iban después de la ópera las mujeres con sus esposos, o bien eran esos tres cafés los únicos lugares donde una mujer honesta pudiera refrescar, porque se tenía entendido que una mujer que entrara sola en un café, o con una amiga o con una hermana, o con la misma madre, era una mujer que andaba buscando algo. Los cafés eran de hombres solos y, lo repito, había una segregación completa. No había costumbre que la mujer trabajara, en el sentido en que empezó a trabajar en los años treinta y tantos. Las mujeres trabajaban o bien como maestras de primaria y de ahí no pasaban,por aquello de que la atención al niño chiquito, la puede prestar mejor la mujer que un hombre; trabajaban en tiendas, por ejemplo, de artículos femeninos que necesitaban de una prueba, que hubiera que probarles la ropa a las mujeres, porque los géneros, las telas, los encajes y todo, los vendían los hombres. El típico hortera madrileño que hemos visto en todos los sainetes. Trabajaban de enfermeras en salas de mujeres, y trabajaban, las que estaban un poco más altamente calificadas, en farmacias algunas, para la venta de artículos de consumo femeninos, productos de belleza y cosas por el estilo. Y trabajaban en bancos, que eran considerados los bancos como una cosa respetable y una cosa honesta, aquellas que tuvieran conocimiento de inglés, taquigrafía, mecanografía en castellano. Y alguna que otra compañía muy seria, muy importante, en ciertas copañías de seguros, venta de terrenos, etc. Pero eso excepcionalmente. Y las madres iban a buscar a las hijas al lugar de trabajo, o la hermana o el hermano cuando daban las cinco de la tarde para acompañarlas hasta su casa, porque se consideraba muy mal que una mujer caminara sola por la calle, una mujer joven, aunque fuera para ir del lugar del trabajo a su casa, un trayecto de cinco minutos. Y yo cuento siempre porque eso da la medida de lo que era aquella época el hecho de que una sobrina de una amiga de mi madre, norteamericana, venía a pasarse sus vacaciones a La Habana con ella, era una muchacha de dieciocho años, saliese conmigo por la calle Obispo o por Prado a la vista de todo el mundo, es un motivo de escándalo. A mí me llamaban por teléfono después para preguntarme quién era ésa, de dónde tú has sacado eso, cómo es que te han visto con una mujer por la calle Obispo. Un día Luis Baralt se hizo regañas violentamente por su padre porque había caminado cinco cuadras por la calle O'Reilly en compañía de una periodista cubana. Era una cosa increíble en ese sentido y no hablemos de relaciones amorosas llevadas en otro camino que no fuera el del matrimonio, porque eso prácticamente no existía.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

TIROFIJO vuelve. Ya era hora.

http://tirofijomalanga.blogspot.com/2008/07/las-dudas-incomprendidas-de-salcedo.html

JR dijo...

Post delicioso. Refinadamente crítico, ideal para un domingo. Lo disfruté en la mañana con un desayuno postetílico: una jarra de almond milk fría, pan judío tostadito, un quesillo ligero en grasas y, por supuesto, un café a la habanera como aquel espumoso que alguna vez consumimos con pasteles franceses en el Café O'Relly de los años 80. Alguien recuerda ese café de la Habana Vieja con aire parisino en los bajos y piano bar en el mezzanine a media luz donde te servían té ruso con ron? Fue allí donde probamos por primera vez el café rocío de gallo, bautizado con cognac rumano. Aaaah, los breves oasis del fascismo caribeño!

Alfredo Triff dijo...

Fue allí donde probamos por primera vez el café rocío de gallo, bautizado con cognac rumano. Aaaah, los breves oasis del fascismo caribeño!

Sin palabras.

Anónimo dijo...

Bueno, honestamente, no creo que La Habana fuese muy diferente en ese aspecto a otras sociedades hispanoamericanas para esos años. No hago una excusa del hecho; creo que sencillamente era parte de nuestra herencia española, o talibán "if you will".

Sé que mi madre, siendo soltera, trabajaba fuera del hogar familiar a principio de los 50's. Me parece que este tema más bien hay que tomarlo según los estratos sociales que existían en la Cuba a.FC. Lo digo porque a estas alturas del partido he escuchado cada cosas de personas que quedaron atrapados en una cápsula de tiempo, respecto a ése y otros asuntos más.

Saludos,

MI

EthnoCuba dijo...

Quiero defender la reputación de los hombres madrileños, que no todos los horteras eran madrileños ni todos los madrileños eran horteras.

Por otra parte, las relaciones fuera del matrimonio eran bien habituales, solo que tal vez la "otra" no era la dama que no podia entrar a café, sino una mulata o una negra con esperanzas (no olvidar el factor raza), o alguna extranjera de paso (tradición que continua vigente).

Alfredo Triff dijo...

Gracias por los comentarios, MI y a y bienvenidos.

RI dijo...

Provincianismo de primera, lamentable.

JR dijo...

Vangelis, altísono. Blade Runner, clásica. Love Theme, la brumosa belleza de una polifonía entre retro y futurista, a todos nos parecerá haber navegado sobre estas notas.

Cristina dijo...

Leer esto en la medianoche..., me dan ganas de irme a buscar una amiga e irnos en viaje en el tiempo al bar del Patio o La Mina a refrescarnos con el aire del puerto y la cháchara. Si fuera mediodía me fuera a la casa del té de la calle Mercaderes, o al café O'Reilly. Tiene razón JR en recordarlo; era especial. Aunque yo probé el rocío de gallo en La Isabelica, café santiaguero donde era raro que siendo mujer sola no te consideraran parte del menú. Otra variante talibanesca. En la Habana podías tener mas libertades, según el lugar que eligieras. El malecón sigue siendo zona difícil, sino imposible para féminas solas. ULtimamente la Habana a causa del hastío monetario es excluyente para mujeres, hombres y gorriones.