jueves, 22 de noviembre de 2012

Evitar el exceso edulcorado de la buena educación

Ilustraciones de Laurie Lipton

Rosie Inguanzo

Gracias por el alto al fuego en Gaza. Porque la mayoría de Norteamérica decantó por la cabeza fría de O. Mas no hay que forzar aquello de amanecer agradecidos. No obstante, gracias por el Coconut Grove Running Track, por el café cremoso de Pasión del cielo, por la música hipnótica, por el ritual que acompaña las cenas lentas y el Wu-wei del cocinero, por las almejas que son los huesos del mar y guardan el zumo de las olas. Por la voz del algodón de las sábanas y el Whistler que adelanta el cristal lechoso, gris maleado, del balcón. Por las luciérnagas voladoras y los aleros urbanos miamenses, los libros de papel (a pesar de los toques de sirena del Kindle), porque hay palabras destiladas que nos van dejando quietos.

A las virtudes de la gratitud (cómo si no) las de los reproches y las añoranzas que nos mantienen en forma crítica: hemos perdido las postales de viaje y las cartas que llegaban por correo (apuramos el mundo al alcance de un click), los teléfonos públicos (¡y las cabinas telefónicas bajo el aguacero!), Lion Video y Blockbuster, el periódico del domingo. Gratitud a regañadientes porque somos más veloces y más cínicos, aunque hemos perdido inocencia. Altitudes emergentes con que mantener a raya cierto exceso edulcorado de la buena educación. Si no, ¿cómo enfrentar las asqueadas ante esa malicia de la más vulgar en las jetas de los represores cubanos?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bello Rosie!

JR dijo...

Bello y necesario. Mientras más rápido viaja el mundo, más urge la reflexión. Happy Thanksgiving, blogueros amigos y no amigos!

Anónimo dijo...

Gracias muy apropiado un beso a todos

Amilcar Barca

Miguel Iturralde dijo...

Sí, muchas gracias por todo eso y por el post. Todavía recibo el periódico dominical en formato análogo :-). Feliz fin de semana de Acción de Gracias a todos.

Anónimo dijo...

oooo

Anónimo dijo...

Muy lindo, Rosie. Bueno para tomar aliento y sacudirse luego, y viceversa.
Un abrazo,
Cristina