sábado, 23 de septiembre de 2006

Veintidós años, un mes y nueve días


Por Ileana Fuentes
Arte de Marc Andries Smit

El viernes, iniciándose Rosh Hashanah, yo también estaré comenzando un nuevo año… El quincuagésimo octavo. Lo digo con orgullo. Nací en un año memorable; convulsiones y cambios para el mundo: 1948. Tenía dos años cuando aquel joven basquebolista se recibió de abogado; había comenzado esos estudios en el ’45, pero con tanta interrupción bonchista, no terminaría hasta cinco años después. Tenía yo cuatro años y medio cuando asaltó el cuartel de marras, y ocho recién cumplidos cuando desembarcó en la lancha de nombre yanqui, hoy mito nacional anti yanqui. Tenía yo 10 cuando el susodicho irrumpió en nuestras vidas para quedarse ahí como clavo en cemento. Este hombre que me lleva 22 años, un mes y nueve días; ha marcado mi vida sin permiso, inmisericorde. Hizo que a los 12 abandonara la escuela; a los 13 abandonara el país; a los 14 viviera en un orfanato; que a los 21, entre libros y jesuitas, me reconociera a mí misma una híbrida exiliada; que a los 32 mi descendencia naciera extranjera. Ese hombre que me lleva 22 años, un mes y nueve días marcó la vida de mi padre, de mi madre, de toda mi familia. Marcó –y marca- la existencia de siete, ocho, once millones de cubanos, el naufragio de miles y el suicidio de centenares en la isla y el exilio. Marcó el abandono definitivo de mis ancestros enterrados en el majestuoso cementerio -¿quién estará limpiando las tumbas y llevándoles flores?- pregunta mi última tía sobreviviente desde su mala memoria: dos abuelos, dos abuelas, un tío materno, la única tía paterna. Marcó el descanso eterno en destierro de un incalculable número de viejitos. Cruel metáfora ésa: entierro en destierro. Entre ellos mi padre, quien murió añorando el muro del Malecón y su Vieja Habana. Yo tenía 49 años cuando aquello. En estos días cumplo 58. El tiempo no pasa volando, pasa robando y agrietando la esperanza. El asaltante de cuarteles, nación y vidas cumplió 80. Aún igue marcando el desarraigo. No nos libra de su presencia. Y no se retira a su mausoleo, aunque ya es hora.

5 comentarios:

Alfredo Triff dijo...

No es facil con esa historia a las espaldas.

La Mano Poderosa dijo...

Ileana,
Yo tambien he pensado de esa manera. Este bajo relieve que se titula "Nostalgia", claramente toca tu tema. Nuestra tristeza nunca la dejamos caer al piso, por que las tragedias continuas nos persiguen, como una mala pesadilla. Aunque tratamos de ser alegres, que es tipico de nuestra cultura, tenemos cierta melancolia, la cual forma nuestra herencia. Vitrales rotos, una lampara de calle, que es una caja de muerto, y el campo con sus palmas que nos llama como la voz de nuestra madre. Esas memorias de nuestra Isla se desaparecen con el tiempo. Pero, como el harlequin triste, seguimos bailando a nuestro ritmo interior, mientras son ya cinco cascabeles (decadas) sonando con su mismo ruido. Hasta cuando? Mientras que el baile continua, no podremos dejar nuestra triste "nostalgia cubana".
Gracias Ileana por tu post.

Marc Andries Smit

P.D. La escultura estara en exhibicion en el Latin Quarter por el mes de Octubre.
Gracias Tumiami.

jr dijo...

No sólo a tí, Ileana. Nos marcó a todos. Nos escupió al cimarronaje con el estigma indeleble de la hierra. Desde entonces hemos vivido colgando el corazón en piedra ajena. Pero vamos a hacerle una fisura a esa tristeza, Ileanita (los cubanos exiliados vivimos amablemente de esas fisuras) y déjanos abrazar tu humana redondez -tan indispensable y tan entrañable a los apalencados-deseándote mucha salud y mucha energía en tu aniversario. No basta con haber nacido en un año memorable. Nos queda, entonces, insistir en hacernos dignos a la memoria. Un esfuerzo que, por muy modesto que sea, siempre nos trascenderá. !Happy Birthday, Ileanita! y un gran abrazo.

Alfredo Triff dijo...

Happy Birthday to you too, Ileana!

machetico dijo...

Happy Birthday. Dale suave, Ileana. Tal vez los proximos cumpleanos los celebres en aquel pais que te parecera mas extrano que Bhutan o Timor Leste. Nada vale ya la pena. Cuba, nuestra, vuestra Cuba, solo existe en nuestras mentes. Les leo luego, tengo cita con el surname de Gunter.