lunes, 15 de septiembre de 2008

Desalojo revolucionario: 1976, Teresa




Ingeborg Portales

En 1976 Teresa, mi bisabuela paterna, falleció, y Tomás, mi bisabuelo paterno, fue reclamado por una hija que vivía en Estados Unidos. Recuerdo como si fuera ayer cuando hicieron el “inventario” de la vieja casona colonial de Mariel y nos dieron generosamente -a mis padres, a mi hermano menor y a mí- 72 horas para abandonarla. Fue la primera vez en mi vida que escuché la palabra desalojo. Según las leyes cubanas de vivienda, ni mi abuelo, ni mi padre, tenían ningún derecho sobre la propiedad familiar adquirida por el bisabuelo alrededor de 1920. En el portón de madera pegaron un sello advirtiendo que la casa era propiedad del Estado. Unos días después fue convertida en Museo Municipal. Atrás quedó la tía Felipa, la Iglesia de Santa Teresa de Jesús, el padre Prieto, los framboyanes del parque, la escuela primaria Turcios Lima, la maestra Gladys y el recuerdo de un bisabuelo gruñón al cual nunca volví a ver. Supe que murió en un home de Miami, muchísimo tiempo antes de llegar yo por estos mismos lares. Nos fuimos a vivir a la casa de los abuelos paternos en Guanajay. Crecimos. Veinte años después caminé Mariel y su Museo. Decía Navokov que escudriñar la infancia es lo que más se parece a escudriñar la propia eternidad. Parada en medio de aquel cuarto, de techos y ventanas infinitas, donde mi hermano jugaba a sembrar el pánico en noches inocentes, volví a escuchar aquella su voz tierna. Mis abuelos paternos murieron en Cuba cuando yo tenía 12 y 21 años. Mi padre, el desafortunado primogénito, escuchó la misma noticia: No tienes derecho a la propiedad, esta vez con una ligera pero significativa variante, a menos que nos pagues su valor total. Valor que ellos muy alto estimaron. Finalmente, el pasado año mi padre logró terminar de pagar la casa que mis bisabuelos paternos compraron alrededor de 1930 y recibió su cartón de propiedad otorgado por el estado socialista cubano, así reza. Mientras tanto en el portón del Museo Municipal de Mariel han tenido que cambiar la advertencia: Peligro, cerrado por posible derrumbe.

19 comentarios:

Adal dijo...

wow! gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

La propiedad familiar no es un ente económico o material donde el valor se funde o se preserva sino aquel cuarto donde, como muy bien dices, "tu hermano se dedicaba a sembrar el pánico en noches inocentes".

Un abrazo

Amílcar

Feminista dijo...

Ingeborg: Qué regalo tan íntimo. Me conmueve leerte.

Anónimo dijo...

Asi nos hicieron a todos, a mi familia despues de haber pagado durante anos el apartamento en G y 23, cuando nos fuimos lo perdimos. No es esa una forma de robar lo que es de uno???Excelente reporte.
Anamaria

Unknown dijo...

Me da mucha pero mucha tristeza..

Anónimo dijo...

Aquello se cae.

Isis dijo...

Excelente post, gracias, Ingeborg.

Alexis Romay dijo...

Muy bueno. Gracias, Ingeborg.

Anónimo dijo...

Ingeborg; bello y sentido. Una historia que todos de una manera u otra compartimos.

Tatiana

Unknown dijo...

Ingeborg, ¿y quién tiene derecho a reclamar nada? Qué historia caballeros. Gracias Inge, siempre cautivas con el relato de tus experiencias y sensibilidad.

Ingeborg Portales dijo...

gracias a todos,
realmente que seria de nuestromiami sin la posibilidad de encontrarnos y leernos por aqui siempre.

anonimo, ojala y tu boca sea santa, como decia mi abuelita, y aquello solo le queden segundos para caerse.

Alfredo Triff dijo...

Ingeborg: eres tú la que has traído algo nuevo a tumiami. Gracias.

JR dijo...

Conmovedor, Ingeborg. Me trajiste el recuerdo de la casa matriarcal y de mis abuelos. Sobre todo de mis abuelas...Mercedes (paterna) y Pura (materna)... Mujeres impecables, dulces, abnegadas, entregadas a la familia y al cuidado de su patrimonio... Mentes más castas que la leche recién ordeñada. Almas santas que hoy flotan vigilando el cauce de la sangre que legaron. Abolengo y pureza.

Anónimo dijo...

No me digas nada que se me acaba de morir mi Eulogio hermano de mi madre de 68 anos, eso aqui es un hombre joven. pero en Cuba un diabetico? como cojones se cuida?
Perdoname Ingebor pero que mierda la vida en ese pais de mierda. E

Anónimo dijo...

JR,pueden los artistas plasticos contribuir de alguna manera para ayudar al pueblo de Cuba?
Se puede hacer algo o debemos seguir al margen de la ituacion?
Somos una comunidad artistica que mas alla del tira y encoje,esta seria una tremenda oportunidad para unirnos.En estos momentos hay mas cosas que nos unen que las que nos separan.
Aqui mismo en este blog hay criticos,curadores,artistas,dueños de espacios,entusiastas y pienso que hasta compradores.
Que mas se necesita para organizar un evento destinado a donar el dinero de las ventas que se hagan?
Hagamos algo.
Un abrazo. SLR.

La Mano Poderosa dijo...

EL CAMBIO VINO A CUBA EN EL 1959, PERO NO FUE EL CAMBIO QUE QUERIA NI EL QUE ESPERABA SU PUEBLO...
AHORA, ESE CAMBIO ES EL CANCER DE MUCHOS OTROS PUEBLOS!
CAMBIO! CAMBIO!, CAMBIO?

JR dijo...

Hace falta un espacio, SLR. Y tiempo. Por mí, pueden contar con mi ayuda.

Anónimo dijo...

Conocí aquella casa en Mariel, no soy cubano, pero provoca un dolor en el alma... El solitario y actual cuidador de aquel inmueble-museo comprendió.

Anónimo dijo...

Ingeborg, me voy a dormir con la sensación de haber leído, casi vivido, esta historia. Acompañada de esas fotos resulta más penetrante. Es una pena como se han desmoronado, y no culpemos al tiempo porque ya sabemos..., esas casa pobladas de vida y memoria que nos pertenecen aún cuando hayan sido violadas en su integridad. Yo recuerdo esa casona de Puentes Grandes donde vivieron los Borrero, como se deshacía a pedazos y apenas pude salvar una losa. Y es que se trata de las casas pero es la gente la que les da alma la que se mustia con ellas cuando no se ha sabido respetarlas, cuidarlas, permitirles un cauce natural.
Ojalá y la casa de Guanajay tenga remedio.
De todo corazón,
Cristina