viernes, 24 de abril de 2020

Daniel Ponce recuerda a Orlando "Puntilla" Ríos (1947-2008)





TMB: Daniel, ¿cuándo conociste a Puntilla? 
DP: Nos conocimos de muchachos en Los Sitios
TMB: La cuna.
DP: (Risas) Sí, la cuna de los líos. 
TMB: He oído que Puntilla era guapo. 
DP: (Risas) Éramos. Puntilla era buena gente pero tenía tremendo genio si lo buscabas. Desde joven se dedicó a tocar en fiestas de santo y en las comparsas. La primera vez que compartimos fue en un ensayo de comparsa. Puedes creer que nos llevamos bien. Después tocamos en rumbas y mil cosas. A veces en situaciones difíciles. 
TMB: Después vino el exilio…
DP: Sí, fue una casualidad. Una mañana estoy paseando por un parque en Dyckman Street, en Uptown Manhattan, y ¿a quién crees que me encuentro sentado en un banco? Puntilla. Enseguida intercambiamos teléfonos. Eso fue a principio del año 81. Yo tocaba en Soundscape, el espacio de Verna Gillis. En unos meses ya teníamos nuestro grupo folklórico.
TMB: ¿Quiénes eran los integrantes?
DP: Puntilla, Carlos Sánchez, Steve Berrios, Carlos Córdoba y Xiomara la bailarina. Primero descargábamos los martes para matar el tiempo, pero la cosa se fue poniendo seria e hicimos varias actividades con Marta Vega, la directora del Caribbean Cultural Center.
TMB: ¿Cuál era el fuerte de Puntilla?
DP: El fuerte de Puntilla era el tambor batá y “el quinto” de la rumba. Además, un cantante muy especial. Tenía su ángel.
TMB: ¿Tienes alguna anécdota del Puntilla de esa época ochentosa en Nueva York?
DP: Tengo muchas (risas). Te voy a hacer una simpática. Una vez se nos presenta un viaje a París en el club La Chapelle des Lombards. El primer día que llegamos le dije “Puntilla, mañana voy a la torre Eiffel, por si quieres venir conmigo”. A la mañana siguiente cogimos un taxi y fuimos a la torre. Puntilla nunca se había encaramado en algo tan alto. Cuando el negro vio aquel elevador que subía y subía y la gente se iba quedando chiquitita se frikeó. Decía, temblando: “Ay, Changó, acompáñame, yo no puedo venir a Paris a morir de esta manera”. Y yo muerto de la risa. Cuando llegamos arriba me dijo: “Y ahora ¿cómo bajamos?”. Le respondí: “pues conforme subimos”. Él me susurró como para que no lo oyeran: “Si me salvo de esta le doy un carnero a Changó”. Ver a Puntilla, que presumía de guapo, tan achicopalado, fue muy simpático.
TMB: ¿Qué hizo Puntilla en New York?
DP: El LP titulado De La Habana a Nueva York, a principio de los años 80. Incluso grabé en ese álbum. Puntilla brilla en ese disco.
TMB: ¿Quién lo produjo?
DP: Un amigo de él, Carlos Méndez. Puntilla tuvo su propio grupo. Tocó en varios discos con Kip Hanrahan, también en un homenaje a Cachao... y más recientemente en Calle 54 de Fernando Trueba.
TMB: ¿Cuál es el aporte de Puntilla a la música cubana?
DP: Llevar el batá a New York y darlo a conocer. Antes que él estaba Julito Collazo, pero Collazo mantenía el batá para lo religioso. Puntilla popularizó el tambor, lo llevó a la orquesta. Le dio clases a muchachos puertorriqueños que hoy en día están tocando. Vaya, como se dice, repartió y cooperó con las nuevas generaciones.
TMB: ¿En lo personal?
DP: Puntilla era un tipo muy ocurrente. Siempre haciendo cuentos y chistes. Se distinguía por su tamaño, su risa, y esos espejuelotes de fondo de botella que llevaba. Una lástima que haya muerto. Lo extraño.
TMB: Gracias, Daniel.
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En el video clip Orlando "Puntilla" Ríos es el primero a la derecha, con espejuelos,
bufanda roja y boina negra. Puntilla (congas, cajón, voz), Pedro Martinez (congas, cajón, voz), Román Díaz (congas, cajón, voz, batás), Pedro Valdés (chéquere), Félix Sanabria (claves), Carlos "Patato" Valdés (congas), Andy González (bajo), Rosalía Gamboa, Felix Insúa (danza).