miércoles, 30 de marzo de 2005

Adulterio en los Everglades

Por Amílcar Barca

La belleza reside en un bosque de Homestead. Junto a la escorza de un manglar obsceno. Donde el amor, se reduce a las grafías, que circulan desde la raíz hasta la copa. Corazones y escritura de una esperanza que se aferra con sus pies al limo. Y reduce... el río de hierba a otro más hermoso y de mujer. Tú, con un blanco de invierno en los ojos, estás con los veintiséis bajo una blusa abierta. Muestras al herón y al ibis tu lujuria e inicias un diálogo, con la humedad del alba y las horas. Hoy, entre la espesura de los días, viene a mi memoria el tejido encarnado de aquel encuentro. Llena de rasguños y cangrejos, me acompañaste una mañana de diciembre hacia un camino recogido, donde el caimán y el nenúfar se cruzaban, al paso lento de los remos. En el aire flota aún una balada, espesa de alaridos y de aves, que custodia el viaje que iniciamos. Alrededor, una huida escondida con codicia nos acompaña al mediodía. Conversando junto a nosotros la ropa mojada y la intención, alcanzamos de inmediato aquello que, todavía, esta noche nos une: una orquídea en la mesita derecha de la cama y el silencio del abrazo. Al salir del motel, la misma culpa, como una culebra azul de madrugada, impregnará el tiempo que nos queda, con el barro del deseo que arrastramos.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Everglades en invierno. Gran idea Amilcar.... claro, no le dire que tu fuiste el primero (jajajaja).
El Bloguero de Jaialia

Anónimo dijo...

En el bosque,
despojado al contacto de las flores,
jugoso amor de raíces,
oyendo
las melodías de la tierra
que suben y me llaman
esa oratoria del viento
y el lenguaje de las aves...
beberé el agua sagrada del arroyo,
me dormiré cantando
bajo la sombra alfombrada de los árboles...
me gusta oler
las hojas verdes,
la tierra mojada,
voy a besar
a todas las mujeres solitarias
quédate un día más y te enseñaré
un carnaval de relámpagos persiguiéndose por el cielo,
cual estampida de toros
bufando a un costado de tu vida.
mares de mi sangre...
ven,
reposa a mi lado,
y acompáñame,
a internarnos otra vez
Un ignorante de pacotilla

Anónimo dijo...

Me encantó el poema Ignorante. La verdad es que por tener esa cualidad doble de ¨no saber¨ y a la vez "no ser muy bueno" eres extraordinario ...algo lorquiano hay por estos valles.
Amílcar

Anónimo dijo...

Adulterio? Eso quiere decir que o ella o tu eran casados. Mmmmmm, que intriga....
Tu admiradora

Anónimo dijo...

Ahora que lo pienso quizás el adulterio más grave que cometimos fue con la naturaleza ... ¿Pensarían la fauna y la flora que el Génesis regresaba al cambiar el siglo su número?. Era tanto la presión esóterica del momento que decidimos engañarnos por si la Apocalipisis aparecía de repente.
Bien adrmiradora... nos veremos en el cielo... Los pecados de pensamiento son veniales y permiten ser redimidos antes de que San Pedro te pregunte. Un beso
Amílcar

Anónimo dijo...

Amilcar es sencillamente encantador. Por eso todas las muchachitas del bosque estan enloquecidas y por eso el ignorante sublime de pacotilla se inspira y escribe un poema como ese. Tods queremos estar en los bosques del amor y el escondite del deseo. Deseamos que algo bello y sublime emerja de los everglades, de los cuerpos amados, de las hojas verdes. Tods queremos regresar al seno del amor, inocentes y eternos.
boniatillo manglar

Anónimo dijo...

Jamás visité los Everglade. Mi cita se anuló en el último momento. La lectura del artículo de Amilcar me ha incitado a descubrir la lascivia escondida en el manglar;me ha provocado deseos de aprender a escribir mi historia con extrañas grafias.
No puedo evitar ser inquisitiva con Amilcar y preguntarle sí su culebra azul no es el alter ego de la serpiente celestial. Amilcar:
¿ la culpa y la lascivia son tu herencia cultural ?. El barro del deseo simboliza la fugacidad de la pasión amorosa?

La mujer adriática

Anónimo dijo...

A la mujer Adriatica

Si es cierto la lascivia y la culpa forman parte de mi herencia cultural católica-apostólica-romana ...más la mía, es decir, la de barrio, la de hombre que se enternece con el "Ultimo tango en Paris", etc. El barro es simplemente este peso pesado, imparable -pero controlable- que es el deseo.
Oye mujer adriática. Eres nueva no?
Bienvenida al club

Amílcar

Anónimo dijo...

"...la misma culpa, como una culebra azul de madrugada, impregnará el tiempo que nos queda, con el barro del deseo que arrastramos". Bellas palabras.
Alejandro Ferreira de NY

Anónimo dijo...

Bello escrito, simbolico, inspirador. Me gusta esta "Corazones y escritura..."
JLM

Anónimo dijo...

Amilcar: Desde Atlanta, tienes una admiradora. Soy lectora de tumiami, pero esta es la primera vez que entro.
Analis

Anónimo dijo...

Sí Amilcar "soy nueva". Extraña manera de nombrarme. Soy la mujer nueva en tierra extranjera. Me excita leer tu respuesta evocando a un Amilcar poseido por Brando.Un Amilcar que se define como un hombre "que se enternece " al contemplar la película. Intuyo que esa ternura está bañada de melancolía, ¿ acierto?. La mujer adriática tiene una identidad incorporea que le permite penetrar en el inconsciente de los seres sensibles. Tú eres uno de ellos.
¿ Me das permiso para ahondar en tí?.

La mujer adriática

Anónimo dijo...

Permiso concedido... "mujer adriatica"

Amilcar

Anónimo dijo...

¡ Eureka !

Tus palabras son órdenes para mí. La mujer adriática se dispone a profanar el santa santorum de tu yo más profundo.Seré discreta y respetuosa.No te asustes Amilcar, tu intimidad está preservada;solo podré penetrar en tus escritos; tus palabras seran las "grafias " que tendré que analizar. Te ofrezco mi saber de Diosa Blanca para que me ofrendes tu prosa poética. Yo te corresponderé con la sensualidad metáforica que aprendí de mis predecesoras.

La mujer adriática

Anónimo dijo...

que manera tan sublime y poetica de describir un tarro en medio de un pantano...