lunes, 3 de junio de 2019

"Buda era centrista, Zaratustra no". Diez preguntas para Ángel Velázquez

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Ángel Velázquez. Agradezco que separes un tiempo para esta entrevista informal y algo humorística, para tumiamiblog. Eres cubano, historiador, escritor y te interesa el pensamiento en general y la filosofía en particular. Te veo como una figura proteica. Alguien que mueve fichas y convoca y tiene algo importante que decir. Aprecio que haces todo esto con una dosis de humor que no nunca llega al choteo.

¿Cuántos libros has publicado? Y para futuros escritores interesados ¿cuál es tu receta?

Más de una docena de libros. Y me sorprendo anonadado a cada rato del hecho, porque cuando miro hacia atrás en el tiempo (unos diez años) la memoria no es capaz detectar y asimilar cuándo y cómo pudo acceder a tal acto de publicaciones. De pronto, te parece mentira, un sueño pesimista, nihilista, te invade. Te responde: ¡no es verdad! Pero estas son las maravillas raras de la mente humana: crear olvidos y espacios silentes para una existencia renovada. La técnica para lograr una existencia renovada de escritor de largo alcance, perdurable, la podemos conquistar a través de un ejercicio intelectual publicitado por Paul Valéry desde sus comienzos como escritor. Siguiendo a Nietzsche, Valéry se impuso un método de escritura sacado del proceder ascetológico. Durante casi 50 años escribió disciplinadamente, todos los días en la mañana, para sus cuadernos de apuntes. Si tendríamos que definir ahora en qué consiste la existencia de una técnica para escritura y escritor no hay mejores ejemplos empíricos y fenoménicos que los ejercicios realizados por Valéry en los Cahiers.

¿De dónde sacas tanta energía, del ego?

El ego es nuestra fuente, constituye nuestra fuerza como existencia. Es nuestra libertad sobre el dominio del poder. Para el sexo, el ego es la base. Un mal entendido ha emponzoñado este carácter de por siglos. Uno de los grandes anhelos intelectuales de Nietzsche era desvolver a la humanidad, a contrapelo del dominio del cristianismo, la naturaleza del egoísmo. Ayn Rand tomó nota de eso y escribió para la libertad de América dos de las novelas más importantes de la década de 1950: El Manantial y La rebelión de Atlas. Las razones por las cuales en esta última producción literaria la novelista de origen ruso se pregunta insistentemente quién es John Galt no ha sido dilucidada. El ego es energía, metáfora de la vida perspetivesca. De ahí saco mis perspectivas….

Te considero un disidente de la ortodoxia. Sin embargo, le apuestas a la cubanía. ¿Qué es la “Convención de la Cubanidad II?”

Apuesto por la cubanidad como herencia. La cubanía es una forma de dominación (engendro ideológico del totalitarismo cubano). Los intelectuales cubanos no están a tono con respecto a esta dicotomía. Si lo analizas a fondo, "cubanía" no expresa continuidad, renovación, traslado. La cubanidad, a pesar de la impronta positivista de sus originarios posee una dinámica intrínseca. Cuba-nidad significa –y sigo aquí las imposturas de Heidegger– un nido del ser para la herencia. Esto hacía falta entenderlo en el exilio y la diáspora cubana. De ahí la idea de la Convención. Necesitamos reunirnos para para saber hasta dónde la cultura cubana se extiende y se ramifica desde sus postulados originarios. Nadie se ha preguntado en qué consiste el Monte Daisen cubano. Arrojados ahí, en medio del desdén de lo abierto, somos hasta cierto punto una convención fuera de Cuba. Convención significa un estado de conservación por naturaleza hereditaria…

Eres Nietzscheano. Cultivas una idiosincrasia del ego. Pero ¡qué ego con el ego! ¿Eres egoísta, filosóficamente hablando? Me refiero a esa tradición germano-inglesa, desde Fichte y Adam Smith del egoísta que busca su interés prudentemente.

No soy nietzscheano, soy el heredero postrero de Nietzsche (risas). Por eso cultivo la idiosincrasia del ego. Me remonto a las ideas de un egotista caviar como Max Stirner. En 1844 escribió El único y su propiedad, contra las ideas de los Jóvenes hegelianos. Para las ideas individualistas de Stirner el socialismo utópico y científico de la época era intolerable. Entendió que la producción de bienes y de consumo, antes de pasar por la sociedad y la cultura, debía ser procesado primero por la fisiología humana. En eso consiste la inteligencia –y prudencia del ego. Fichte habla de un yo trascedente, Smith de un yo invisible, Steiner se refiere a un yo hedónico, casi literario, que desea probar todo lo consumible antes de procesarlo fisiológicamente. Aquí nos topamos con una herencia cubana, que Lezama Lima lleva a cabo como experimento literario en Paradiso. El ego sigue siendo nuestra necesidad, aunque lo confundan con la manía de grandeza…

Eres dado a lanzar léxicos excéntricos como “Ego de Kaska”. Hasta tienes un “Eka TV”. ¿Cuál es tu fascinación con la “K”?

Estoy siempre fuera del centro. Y hay una historia antiquísima de la excentricidad. La primera secesión cultural, sobre el origen de la alta cultura (que la literatura demuestra en sus primeros alegatos), es tan babilónica como latinoamericana. Es una tendencia casi humana ir, por idiosincrasia, hacia el centro. Buda era centrista, Zaratustra no. Salomón es centrista. La "C" marca nuestra tendencia simbólica actual. Kafka se dio cuenta de ese egocentrismo de la literatura moderna y decidió crear el universo "K". El universo kafkiano es, en nuestra pobre opinión, exegocentrista. Musil crea con el hombre sin atributos una kakiana, un exegocentrismo epistemológico, una ciudad para ser la literatura. La alta cultura, según Helmuth Plessner, es sensible a esa forma de vida ex. Intuyo la "K", no como universo del absurdo, sino como fenomenología real. La "K" nos distingue: es la entelequia del socialismo real (risas).

Le dedicas mucho tiempo a la cultura y apadrinas lo que llamas “Instituto Cubano de Ciencias Culturales de la Diáspora”. Brevemente, ¿qué es la cultura cubana?

Te asombrarás. La cultura no existe sino después de mí (risas). Estuve leyendo hace un par de días al poeta José Manuel Poveda, releyendo sus Versos Precursores, la sección Nietzscheana. Me topé con un símbolo, "casa". La cultura es una casa simbólica, un arjé. Y como intuye Bachelard, un espacio. Allí donde hayamos la construcción simbólica de un espacio para guarecernos e inmunizarnos de la desazón humana hay cultura. Fernando Ortiz desvió su investigación sobre la cultura cubana. Fue demasiado positivista, produjo enormes libros, tematizó sobre la historia de la transculturación, pero dijo, en cambio, algo excepcional: la cultura es como un catauro, un contenedor. Nadie de los cubanos hasta ahora ha enfocado la cultura desde este ángulo.

Tienes un acercamiento con Franz Kafka. ¿Hay alguna relación entre Kafka y “kasca”?

La correlación es intuitiva. Más arriba aduje ciertos pormenores. Kaska es una intuición de nuestro poderío como ser circense (de alguien que busca cierto equilibro en la vida). En mis años universitarios fui atleta de campo y pista, corredor de velocidad, de 100 y 200 metros planos, eventos que combinaba con el arte de la disidencia existencial. Experimenté entonces que la fuerza podía relacionar simétricamente dos universos, el de la intuición genética del cuerpo y la del intelecto. Todavía mantengo esa intuición acrobática…

Has discutido el tema de "la acrobacia". ¿A qué te refieres: cabriola, gimnasia... circo?

Todo junto, como metáfora. Ni para la muerte, ni para la resurrección, ni para la trascendencia, el hombre es un ser para la acrobacia. Hay una historia sobre Alcibíades, el héroe griego, que relata sus habilidades como funámbulo: la capacidad de poder caminar por encima de la ciudad sin caer al suelo. Es el descubrimiento del Gay saber de Nietzsche. El prólogo de Así habló Zaratustra comienza con una escena acrobática del funámbulo, que muere al caer de la altura por falta de un entrenamiento riguroso. No pudo sobrepasar el peligro y abismo se le hizo falta. Kafka, siguiendo a Nietzsche, tuvo la intuición de democratizar el espíritu del espectáculo circense a través de la metáfora del hambre. "Hay hambre", nos cuenta Kafka en toda su obra: hambre de reconocimiento, de poder, de violencia, de deseos y de figurar en forma de acrobacia. Después el dadaísta Hugo Ball, siguiendo estas tentativas, implemento en su Cabaret Voltaire esa actitud crítica acrobática ahora como laperformance. Los que han hablado de la cultura del espectáculo no saben lo que dicen (risas).

Me parece muy interesante lo que has hecho con la edición de Alberto Lamar Schweyer, que prologaste para Ediciones Exodus. Cuéntanos de eso.

En estos momentos trabajo para una edición de su libro La palabra de Zaratustra. De Alberto Lamar Schweyer hemos reeditados dos libros: Biología de la democracia y Las rutas paralelas. Es un autor olvidado y proscrito por la tendencia literaria predomínate de la cultura cubana. Por qué, hay mucho criterio. Se le acusa de fascista, neo darwinista, anti-positivista, anti-marxista, anti-democrático. Yo que he leído una gran parte de su obra ensayística sospecho sobre un perjuicio que nos colma en la actualidad: la muerte de Dios y la del superhombre. Vio algo que no hemos visto sobre la cultura cubana: el ser cubano es una lucha para la herencia y para tener herencia.

¿Cuáles son tus próximos planes?

Seguir trabajando en pos de los desafíos de Ego de Kaska. Ser mejor acróbata del hambre. El deseo infinito de promover a los artistas y escritores del exilio y la diáspora y de publicar pronto tres libros, dos de ensayos y una novela de 700 paginas (risas). Estoy enfrascado en estos momentos escribiendo un libro para festejar la memoria del Alberto Lamar: Herencia: una heterotopía contra el pecado hereditario.

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