viernes, 7 de octubre de 2016

Cumpleaños cincuenta

James Abbott Mcneill Whistler 

Rosie Inguanzo

Vamos niña, vístete para la fiesta. Se acabó el verano de tu vida, pero te quedan los veranos. Se acabó la primavera de tu niñez y te sobrevino la tristeza como la luz nublada de un Whistler. Despide tus años jóvenes, tu piel tersa y luminosa, el brillo de tu mirada clara y su chispa turbia. Eres actriz; eres todos los personajes que soñaste y todos los personajes de tus sueños, la víctima y el verdugo de tus miedos y de tus agonías psíquicas. Eres la levedad de tu belleza efímera y la bondad en las bondades que reconoces en los otros. Tienes la obligación de desdoblarte en una mujer madura y ceder al desgaste del tiempo y el escalofrío de la pérdida. Te manejas en las antípodas: Tienes los días contados y tienes el embrujo de la esperanza —lo supiste cuando siendo una niña viste encanecer a tus padres y cuando te enamoraste por primera vez. Eres tu propia hija y tu propia huérfana en tanto que has hallado a la niña que fuiste en la fotografía sepia. Eres la huérfana de tu madre y la madre de la niña hambrienta que fue. Y ella regresará en tu ancianidad a ser tu madre de nuevo. Serán intercambiables tu madre y tú en infinidad de gestos y humores, en los caminos dispares de dos vidas salvadas en una novela. El fantasma de tu madre está hecho de palabras; éstas siguen dándote cobijo y lumbre, y asirás con ellas todos los pespuntes deshilados de los días, los desgarros de tus muertos y el peso de tu conciencia. Pero también con palabras articularás la cura a fondo de la belleza. Bailarás en las glorietas de los parques, bajarás hasta las playas cristalinas y te asomarás a los acantilados irlandeses con el temperamento de la niñez. Reconocerás en el relato de tu rostro la seña de quien has sido. Vas a amar hasta el olvido. Amarás los faros, los campos de lavanda, los cisnes de Bruges, los arrecifes de aquella isla resplandeciente en la memoria, las ruinas romanas, los pelirrojos, los almendros en flor, los caballos salvajes y las películas donde llueve, las prosas de Onetti, Bernhard, Borges y Munro. Amarás y punto. Entonces, cuando te toque partir de ti, no te faltarán el valor para sufrir el cuerpo, ni palabras con que borrar el vacío de la muerte.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Bello. mi Rosiña. También yo he sido mi madre. Aqui va un beso y un roro de T.

laberintodeadriana dijo...

Bello y profundo... nuestra extendida memoria

Anónimo dijo...

¡Hola! Qué bello post, me ha llegado muchísimo. Más que yo acabo de cumplir la media rueda. Besitos desde Taos.

Ingeborg Portales dijo...

un besito y un corazoncito aquí
inge

Unknown dijo...

Formidable y espectacular¡ Rosi.

Profundo, real y dificil esto que dices.....¨...."Tienes la obligación de desdoblarte en una mujer madura y ceder al desgaste del tiempo y el escalofrío de la pérdida.

Ya muchos hemos esperimentado esta verdad que dices: "...Eres la huérfana de tu madre y la madre de la niña hambrienta que fue. Y ella regresará en tu ancianidad a ser tu madre de nuevo. Serán intercambiables tu madre y tú en infinidad de gestos y humores, en los caminos dispares de dos vidas salvadas en una novela.

Gracias por esta belleza que has escri†ø.
Demi