miércoles, 21 de abril de 2021

El filotiránico cubano al filo del forro

alFredoTriFf

Diario de Cuba publica un artículo de José Prats-Sariol. El autor analiza lo que él llama "virus filotiránico" de ciertos intelectuales:
El virus filotiránico sólo crece en terrenos fértiles: países donde el estado de derecho, la sociedad civil y el respeto a los derechos humanos, son por lo menos volubles, frágiles, que han estallado a causa de ideologías cerradas (el comunismo en Rusia o China, el fascismo en Italia), guerras civiles (la España de Franco), crisis económicas (la Alemania nazi tras la república de Weimar), dictaduras (la Cuba de Batista), caciques sentados sobre la corrupción y la venalidad republicanas (Venezuela hoy), fundamentalismos religiosos (Irán). Con un dato curioso: no depende de la cultura del individuo, pertenece más al mundo sensorial, de afectos y pasiones.
De acuerdo a Prats-Sariol el filotiránico es un tipo acrítico, poco dado a formularse dudas, agilidoso en evitar discusiones. Le es más fácil "tener creencias que sustentar ideas". 

Prats-Sariol mira al ejemplar y deja caer: "no depende de la cultura del individuo, pertenece más al mundo sensorial, de afectos y pasiones".

Si desde fuera el filotiránico es un zombi epistémicamente minusválido, desde dentro resulta ser, ¿un gozador? 

Aquí hay gato encerrado. 

El intelecto no vive separado de la esfera emocional. No de acuerdo a la sicología moderna. 

Ser intelectual presupone la capacidad de formularse juicios medianamente críticos. El asunto no es la falta de capacidad. 

Lo que sucede es que el ejercicio de esa capacidad no puede hacerse público. 

¿Y Prats acaso supone que esta negación no tiene una índole emocional? Esa emoción se llama cobardía. 

Que sea un síntoma generalizado por la circunstancia no le quita. ¿O es que no hay libre albedrío? 

El propio Prats-Sariol ofrece la pista:
Aunque resulta muy arduo distinguir entre ellos hasta dónde llega o dónde termina el oportunismo. En otras palabras: separar la fanática adhesión a un líder o credo, del goce cotidiano —tan rutinario que casi se les hace imperceptible— de los privilegios en un Estado totalitarista. Dueño de vidas: alimentos para el ego, como salir en los medios (TV, radio, prensa escrita…); recibir medallas, diplomas, homenajes, reediciones, festivales con su nombre… Y sobre todo de haciendas: estipendios mensuales en CUC, acceso a hospitales para la élite, derechos de autor, premios en metálico, viajes, vacaciones de pagos simbólicos y un etcétera anchísimo y para nada ajeno, que linda con la condición de mercenarios.
Presiento una petición en el razonamiento de Prats-Sariol:

"Goce cotidiano" es el disfrute de la prebenda de ser "filotiránico", que es a su vez efecto de la "fanática adhesión al líder". 

Me resulta difícil separar la "fanática adhesión al líder" del "goce cotidiano". Son tal para cual.


El intectual "filotiránico" cubano es sencillamente un tipo tibio emocionalmente; oportunista, adaptable y flexible que ha decidido mantenerse "al filo," a subsistir ni tan acá ni tan allá. 

El "filotiránico" no es aquel dinosaurio de la Guerra Fría, grandielocuente espetando lugares comunes castristas. El susodicho puede tomar 45º de separación con el régimen y aún aparentar "independencia" de criterio algo nada despreciable en círculos foráneos. 

Criticar, sin criticar y decir sin decir. Habilidad muy nuestra, ¿no?

En cubanensis eso se llama meter forro.

El filotiránico comulga y se mete el forro. Vive un diario para-qué-perder el tiempo, para-qué-volvernos-locos existencial que solo se aprende en la escuelita totalitaria castrista. Oportunista habilidoso, ni tan tan bruto ni tan inteligente; emocionalmente grisáceo, borrego y tarugo, miembro imprescindible de la fauna de apoyo al castrismo.