lunes, 30 de mayo de 2011

Un jardín es un jardín un "mero" jardín un bello jardín

aTriFf
foto: RI

Anoche compartimos un barbecue en casa de Amida. La fiesta de Memorial Day reunía un grupo de norteamericanos, latinos y africanos. Se hablaba inglés, francés, español. La comida vegetariana. ¿La atracción principal? El jardín de Ami. Y aquí comienza mi historia. Un jardín es un jardín: Algo que inspira y deleita, que nos lleva a un verdor innombrable. Ese jardín para el jardinero es un lugar de riqueza: regiones de plantío, aposento de florecimiento, de cuidados diversos. Este lugar no es lo mismo para un entomólogo, quien busca en el jardín cierta realidad subyacente para otros inadvertida, tampoco para un botánico, quien desnuda la taxonomía de cada especie.

No es lo mismo para mí, neófito del universo de las plantas.


Ami nos daba un "mini-tour": Linterna en mano, cada dos pasos se inclinaba para contarnos sobre cada planta: qué es, cómo ha sido plantada, de dónde es oriunda, cómo ha crecido, es o no una especie en extinción, clima local, preferencias estáticas, etc, etc. (Ami es abogado especialista en Leyes ecológicas). Mientras lo escucho maravillado, pienso en mi ignorancia. Llevado de su mano, el jardín se revela absolutamente maravilloso, rico en detalles de universo-en-sí-mismo, reserva conjuntiva de ser vegetal.

Estar-en

Disfrutando del momento, recordé al viejo Heidegger en Ser y tiempo. En el receso de mi conciencia, su exposición sobre cómo aparece un jardín (Heidegger pone el ejemplo de un martillo, pero para el caso es lo mismo):
¿Qué significa estar-en? Tendemos, por lo pronto, a completar la expresión añadiendo: estar‐en “el mundo”, y nos inclinamos a comprender este estar en como un “estar dentro de…” (63)
Pese a lo enrevesado de la prosa, el asunto se resume como una manera de interactuar con las cosas. Para Heidegger el análisis del mundo se divide en dos: óntico (los objetos y sus categorías) y ontológico (el ser y sus categoriales). Disfrutar el jardín de Ami, es, para Heidegger, un asunto que merece una investigación.

El asunto es cómo nos relacionamos con las cosas:
Porque ¿qué puede ser más evidente que el hecho de que un sujeto se relacione con un “objeto” y viceversa? Esta “relación‐sujeto‐objeto” se convierte en supuesto necesario. Pero todo esto no pasa de ser un supuesto que —aunque incuestionable en su facticidad—resulta, sin embargo, y precisamente por ello, enteramente fatal, si su necesidad ontológica y, sobre todo, su sentido ontológico son dejados en la oscuridad. (68)
En tanto que jardinero, Ami está-en. Para él, el jardín no puede ser lo que era anoche, explicándonoslo -separado de su diaria interacción de estar-en. Por otra parte, mi experiencia como observador es "óntica", completamente alienada del jardín como tal. Me explico: El mero hecho de disfrutarlo (pero) no como jardinero en la labor de plantar, irrigar, etc, es ontológicamente sospechosa. Mi jardín es oscuro, no acaso un "mero" jardín, pero no mucho más.*
 
Estar-a-la-mano
El martillar mismo descubre la “manejabilidad” específica del martillo. El modo de ser del útil en que éste se manifiesta desde él mismo, lo llamamos el estar-a-la-mano (Zuhandenheit).(78)
Sea martillo -o jardín- es lo mismo. Heidegger estipula dos modos de análisis. No un análisis sicológico de estados mentales, sino de modos categoriales frente al mundo. Mientras Ami me muestra su jardín, no puedo realmente comprenderlo, pues para mí ese jardín no está nunca a-la-mano, sino separado, re-presentado por mi atención. ¿Es acaso un "bello jardín"? No creo. Heidegger es absoluto en esto:
El estar-a-la-mano es la determinación ontológico‐categorial del ente tal como es “en sí”.
Estar-ahí

No siendo jardinero no puedo comprender esa relación. Por otra parte, Ami vive en un constante estar-a-la-mano en su jardín. Ayer, mientras nos daba el mini-tour, ¿qué modo entretenía? De acuerdo a Heidegger, el mero hecho de presentarme el jardín, lo desplaza de un estar-a-la-mano a otra condición que el filósofo alemán sospecha y que en Ser y tiempo describe como una caída.** Vorhandenheit es traducido como estar-ahí:
El estar‐ahí es empero el modo de ser de un ente que no es Dasein. La evidencia óntica de la afirmación de que soy yo el que cada vez es el Dasein no debe inducir a pensar que con ello queda inequívocamente trazado el camino de una interpretación ontológica de lo así “dado”. Es incluso cuestionable que el contenido óntico de aquella afirmación interprete en forma adecuada lo fenoménicamente dado en el existir [Dasein] cotidiano. Bien podría ser que el quién del existir cotidiano no fuese precisamente yo mismo. (120, 121)
Observe mi señalamiento en rojo. Heidegger destituye estar-ahí como no ser del ser (Dasein). No es parte del ser en sí, de su mundaneidad, sino una actitud distinta, como la mía, escuchando a Ami y pensando en la planta en tanto que planta, o incluso maravillado  en mi observación.

Más tarde repasé en mi mente la llamada división "óntico-ontológica" de Heidegger y cuánto me excitaba en mis años de estudiante en los 80 tardíos y 90 tempranos. Su desconfianza del estar-ahí como modo de la ciencia que intrumentaliza al mundo parecía tener sentido. Pero algo cambió. La nueva conciencia ético-ecológica de principios del 2000 en la que el hombre no es ya el centro me hace mirar el jardín más allá  de mi propia atención.

Hay que decir, contra Heidegger, que puede haber un estar-ahí que se maraville -lo que sentí mientras Ami nos explicaba su jardín. La naturaleza no puede reducirse a solo dos modos. Sino, ¿cómo hablar la naturaleza pre-Homo Sapiens?

Pregunto a Heidegger: ¿qué es el mundo antes de -o sin- Dasein?


Lo que me queda del jardín de anoche es un profunda turbación que desinfla el estar-a-la-mano y estar-ahí heideggerianos. Aunque soy Dasein, hay definitivamente algo más en ese jardín que Ami, yo, o cualquier otro Dasein.

Se trata el jardín en sí, fuera del régimen de Dasein, como misterio inefable.
________
*En Ser y tiempo, Heidegger disfruta la palabra "mero" (bloß) para destituir categorías. Es como si toda categoría fuese una caída de un categorial. Todas las citas de Ser y tiempo tomados de la traducción de Jorge Eduardo Rivera. ** Para Heidegger todo lo que es Ahí presenta problemas. En la "Constitución existencial del Ahí", Heidegger escribe: 
(...) Que los estados de ánimo se estropeen y puedan cambiar sólo prueba que el Dasein ya está siempre anímicamente templado. La indeterminación afectiva, a menudo persistente, monótona y descolorida, que no debe ser confundida con el mal humor, no sólo no es una nada, sino que, por el contrario, precisamente en ella el Dasein se vuelve tedioso a sí mismo. En semejante indeterminación afectiva, el ser del Ahí se ha manifestado como carga. ¿Por qué? No se sabe. Y el Dasein no puede saber tales cosas, porque las posibilidades de apertura del conocimiento quedan demasiado cortas frente al originario abrir de los estados de ánimo, en los cuales el Dasein queda puesto ante su ser en cuanto
Ahí. (138)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Imagino que el mundo no es nada antes del Dasein, hummmmm tal vez es líquido amitótico . El Jardín que es un microunioverso del mundo es y se desvanece dependiendo de con que palabras anticipas, participas o clasificas ese espacio tiempo que te has arriesgado a expropiarle a Ami. Y ahora ese jardín tiene las flores que tú has decidido tener: quizás suaves y fragantes, a lo mejor plásticas, lo más probables es que sean trogloditamente carnívoras….
Saludos. Judith G.

Anónimo dijo...

Triff, esta bien Heidegger pero que bueno que te quedaste con el jardin. Oye, se lo estan comiendo las orugas!!!??? No te diste cuenta? Hermoso. AM

Anónimo dijo...

Que hubiese pasado si en el jardin hubiera estado Hanna Arentd?

Amilcar Barca

Anónimo dijo...

En ese probable jardin... a lo mejor Hanna Arentd habría sembrado unas “banales flores del mal” para recordarnos a quienes ejecutan asesinatos en masa… Saludos Judith G.

Anónimo dijo...

Cuando Triff se pone a hablar sobre filosofia no le entiendo nada...la verdad.