martes, 1 de diciembre de 2009

Ella tocaba con fuego*



Taikomochi

En aquellos recitales de la sala Gusman, su pieza autógrafo era “La danza ritual del fuego” de Manuel de Falla. Llevaría la pieza una ornamentación especial: el repique metálico de las decenas de esclavas doradas que danzaban en sus brazos matanceros. Dalia sería siempre fuego y vagina, dragona de la música y los hombres.

En aquella época no era yo taikomochi (geisho, geisha masculino). Desconocía las técnicas con las que Wally Simpson pasó a ser Duquesa de Windsor y yo eroterapeuta de hombres casados en Miami. Dalia, de estudiante de Ivan Davis –imitación tejana y lejana de la superlativa Van Cliburn- se mudó a Chicago y se borró de la memoria cubana. La embestida de los vientos la transformaron en decoradora (ahora se dice diseñadora) y consejera estilo “Dear Abby” en su propio espacio radial.

La Oprah radial viajaba a Miami una vez al año. Visitaba sin falta a sus compañeros del klavierwelt. Muchos se habían dedicado al magisterio. Uno ofrecía recitales en asilos de ancianos, vestido de cosaco, otro –prisionero en Cuba por visitar la Marina Hemingway en un yate cargado de locas- se especializó, tras prisión en La Cabaña, en Villalobos y en fornicar con trabajadores sanitarios (basureros) de la ciudad de Westchester. Una se hizo monja manteniendo estrechas relaciones con los ricos y poderosos. Ya desde chica la futura religiosa mostraba inusitado interés por la literatura pianística siglo XIX y aún en el noviciado la llamaba Martha Argerich y Radu Lupu solicitando aconsejarse personal y estilísticamente. La monja cambiaría la vida de Dalia. Al visitarla en uno de sus viajes, Sor Raimunda hubo de recomendarle llamar a su profesor Ivan Davis. Se buscaba con suma urgencia un cronista musical en el periódico (no eran los tiempos de la Sacuntala Daniel Fernández cuya muerte fue anunciada por Reinaldo Arenas) y un ayudante de cátedra en historia musical. Rauda, vistió su “numerito Chanel” y a las tres semanas estaba ya instalada en Miami.

Es aquí que comienzan en serio las peripecias flamígeras de Dalia. Su apartamento en Brickell se convirtió en la estación de deleite para adolescentes. Fue la pianista cubana quien inventara el concepto de “cougar” (puma, mujer de cierta edad coleccionista de jóvenes para regocijo erótico). Ya los clubes de la playa conocían a la especialista en música clásica del diario miamense y sus técnicas de captura y encierro. Fueron los gritos el problema, también el calor y la conmoción. Se convocaron reuniones de vecinos. Se le enviaron notificaciones. Se llamó a Arquitectonica porque en un momento llegó a temerse un reblandecimiento estructural del Atlantis. Tal fue el alboroto. En ese momento Dalia comenzó a frecuentar socialmente mi ochaya (salón de té donde geishas y taikomochis reciben a sus visitantes) y a indagar sobre mi labor con los hombres casados.

Su matrimonio con el nieto del dictador cubano Gerardo Machado y Morales conmocionó la sociedad cubana. Se olvidaron de la historia y llegó le tout Palm Beach, la Lady Islip, cubana olvidada en Londres, el anticuario de Madison Avenue (que pasa ahora más hambre que un forro de catre), la galerista cubana Migdalia (Mimi) Gómez Cuero radicada en México y especialista en el transporte de viejas oxidadas en búsqueda del unicornio en la espesura de La Habana comunista. Estuvo todo el mundo. A la fiesta del Biltmore llegó desde Londres el hijo de los últimos familiares de la Marquesa de Merlin. Poco duraría la unión. El aristócrata alcalde de Coral Gables tomó cartas en el asunto cuando los gritos de Dalia fueron materia de conversación en el ayuntamiento. Los vecinos se quejaron que cada noche en Alhambra Circle se vivía la “Danza ritual de fuego y gritos”. No, no era Alicia Delarrocha en la Alhambra quien provocara tal consternación. A los seis meses ya Dalia estaba de regreso en Brickell, frente a las cámaras de televisión en inglés como corresponsal y visitándome semanalmente para discutir su obsesión: los hombres.

-Dalia, dice Caín que “el sexo es un ejercicio mental que se ejecuta con el cuerpo”.
-¿De dónde sacas tú eso? ¿Caín el de Abel?
-No, uno que vivía en Kensington pero encerrado en La Habana de los 50.

¡Cuántas veces durante esa época le hablé de la disciplina y la observación, parte integral de la estrategia! Aún como hombre y como taikomochi discernía los arquetipos que llevan culturalmente impresos el anglo, el cubano, venezolano, argentino, mexicano y hasta los franceses que desfilaban por mi salón de té. Para los hombres -esencialmente egoístas en el placer- es todo cuestión de comunicar a un nivel afín, sintónico con el ego del macho.

-No puedes ser generador y receptor independiente de placer.
-¿Qué es eso, please? Oye, lo mío es serio. No me cojas pal’ trajín de loquitas culteranas.
-Te has convertido en una furia, eres una ametralladora, el lanzallamas de Brickell. Piénsalo: el tipo a tu lado se siente devorado por una dragona. Lo pasmas, lo dejas sordo … aturdido.

(Continuará)
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*¿Comte a clé? ¿Reportage? ¿Realidad ficcional al estilo "Answered Prayers" de Truman Capote? Nadie puede darse por aludido, por ser “Ella tocaba con fuego” una alquimia de personajes.

9 comentarios:

Feminista dijo...

Tienes una prosa deleitable Taikomochi.
Gracias tumiami.

el vagabundo dijo...

se difruta aunque no sepas quienes son los protagonistas de la pelicula//

JR dijo...

Ummm... bien entradito estás en la farándula, Taikomochi

Unknown dijo...

Es veneno pèro del bueno.

Anónimo dijo...

Este Ramon Alejandro? Pero con otro nombre no?

Dharmalover dijo...

"Ella tocaba con fuego" me ha fascinado, deleitado, encantado y atrapado. Mas, por favor, mucho mas de esta deliciosa cronica de la esfera mas divina de la vida Miamense, aun a riesgo de vernos, eso espero, retratados en ella. Una verdadera obra de arte de un conocedor real y protagonista de los hechos. Algo para conservar, pues no hay nada igual ni que refleje con tanto esplendor la fauna y flora de la vida miamense mas alla de la apariencia.

BellesLettres dijo...

Como sabe este Taikomochi! El titulo le hace juego a "Ella cantaba boleros" de Cabrera Infante. Se habia perdido de estas paginas pero me alegro que Alfredo, Rosie y compania lo convencieran para regresar. Gran adquisicion! Felicidades!

sonora y matancera dijo...

Ta mui ico este potajón, Geisho, cocinado en candela dragonal o diagonal, da igual, que en tu ciudad-estado sin aceras el tránsito es libre y aturdido a cualquier hora de la inspiración...

y nada, que al que tire que coja, así que voy a coger lo mío y disfrutarlo en detalle, porque en serio necesitaba la grandiosa carcajada que este "Ella echaba boleros de fuego por la boca" me ha causado hoy... aunque Geisho, yo tú hubiera añadido algún que otro detallito sexual asquerosillo y cochinongo como en el anterior eructo que soltaste en junio, para agradar, atraer y entretener a las desviadas mentes mayambaneras, que con lo de ArtBasel, Santa Bárbara y Krisma que se avecinan --ya sabes una de cal pa´las locas culturatas y otra de arena pa´la chusma turbia y callejera-- andan preocupados en otras misceláneas...

Anónimo dijo...

No este no es Ramon Alejandro, este relato esat mejor que el estilo de Ramon. pero obviamnete el autor no quiere revelar su verdadera identidad. Una lastima.