viernes, 20 de junio de 2008

Soy Reichelt, el hombre volador


Tumiamiblog


Hola, queridos amiguitos. Soy Franz Reichelt, el hombre volador. Aquí, desde el pie de la torre Eiffel les presento mi traje paracaídas. Por favor, no le presten atención al letrero en francés que ya ha sellado mi suerte. Imaginen que estamos en el presente continuo del otoño de 1912. Comprendo la dificultad de mi tarea (¿puedo llamarle hazaña?). Ahora estamos en el borde del primer balcón de la torre, a casi 60 metros sobre el nivel del mar (lástima que no han podido subir conmigo para discutir cuánto me ha costado llegar a este punto). Les confieso que no ha sido fácil para un simple sastre*, hijo de gente pobre, nacido y criado en un pequeño pueblo en las afueras de Viena... soy un hombre común. ¿Y puede serse otra cosa que lo que se es? Un hombre común convertido en un pájaro. No puede haber diferencia entre ambos. Volar no es un privilegio de clase, ni una habilidad especial que se estudia en la escuela. ¿Se gradúan acaso los pájaros? Un anhelo extraordinario como el mío se hace posible sólo cuando se arriesga todo. Ahora miro abajo, a la multitud curiosa que me observa... la lejanía citadina. Todo parece normal, pequeño, nimio. Me cuesta trabajo coordinar las ideas. ¿Habrá llegado el momento? Mi vida tiene sentido sólo ahora, antes de saltar y volar. Aire frío en la cara y después de contar 5, halar la cuerda del paracaídas. ¡Atención! Es la hora: 1:20. La caída, el aire me suspende. ¿Pero vuelo? Cierro los ojos y me llegan momentos felices del pasado: mi padre vestido de faena, poniendo ladrillos en una casita en mi querido Hausleiten, la visita que hicimos a Viena en 1893 con mi hermana mayor. ¡Oh, mi querida Elfi, cuánto te quise! Mi querida madre en la cocina haciendo quehaceres, mientras saboreo su deliciosa torta de nueces con leche fresca. ¿Dónde estoy? Déjate caer. No hales la cuerda. No vale la pena. Sólo queda la eternidad de este instante cuando la gente te ve caer como pájaro herido. Has venido hasta aquí para poner a prueba tu fe. Recuerdo haber leído esta frase en algún libro: “la fé necesita de un salto”.**
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* Franz Reichelt era un sastre de talento. Aunque mantuvo su taller por poco tiempo, para 1910 ya contaba con clientes de cierto renombre que comenzaban a correr la voz en la capital. **Reichelt leyó la frase arriba en una edición de Temor y temblor de Soren Kierkegaard, adquirida como regalo de un cliente alemán y teosofista.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Que esto? Lo quitan o lo ponen?

MC dijo...

Que desgracia! Me cuesta trabajo ver el video. Bienvenido los cambios.

Anónimo dijo...

Un performance genial.

SDLL

Unknown dijo...

Ese tipo estaba loco.

william Rios dijo...

..parece que tirofijo so sabe que el arma akm que muestra su blog para atemorizar tiene la punta naranja, eso es un codigo legal que indica que no es real osea un juguete que solo sirve para disparar bolitas de colores...

Feminista dijo...

El post sabe a ficción y me recuerda ciertas ocurrencias de Borges. No estaba loco. Iba en busca de su verdad.

Alfredo Triff dijo...

¿Qué es verdad y qué es ficción?

boniato dijo...

a boniatillo le parece que el tipo se suicido y le da pena................por el.

JR dijo...

Bueno, evidentemente se hizo tierra. Un infeliz mortal hecho literalmente tierra no hace otra cosa que unir verdad con ficción.

Unknown dijo...

REICHELT
E
I
C
H
E
L
TLEHCIER

Anónimo dijo...

Triff: Que cuento tan loco.
Sole

Anónimo dijo...

El tipo se embarco'.