jueves, 11 de enero de 2007

Fascinación por la nieve

Roberto Savino

La nieve no había empezado a caer pero su unánime silencio ya le precedía. Una moto que pasaba, los graznidos de una bandada de cuervos, cada sonido era absorbido por aquella premonición de que pronto comenzarían a descender los primeros copos. Kate no escuchaba nada y coqueteaba con la idea de encontarse lejos de todo, mucho más lejos de lo que la vista, ese sentido por el cual ponía las manos al fuego, le aseguraba. Sintió entonces el mismo escalofrío que se apoderaba de ella cuando dudada abiertamente de Dios o cuando pensaba en la trivialidad de la muerte. Miró de reojo su pecho y vió que la cruz seguía allí, lisa y plateada. Admitió su cobardía al reconocerse demasiado supersticiosa y, a la vez, agnóstica, pero decidió que la vida estaba plagada de contradicciones y que ésa suya era, en realidad, una de las más sanas. Tosió, en parte porque había descubierto que era una buena técnica para distraer la mente y regrasarla a la paz del blanco, cuando ésta se independizaba demasiado. Así se dio cuenta que de la tarde sólo quedaba una luz espesa, que no lograba levantar sombras y que le producía una repentina sensación de lástima, de desamparo. Pensó en Ensayo sobre la ceguera y trató de no pestañear mientras observaba los cambios del semáforo, pero la brisa le lastimaba. Fijó la mirada en la distancia, arrugando un poco la piel cerca de los ojos, juntó sus manos enguantandas sobre el vientre y se cuidó de no volver a mirar el reloj. No se había olvidado de la promesa que se había hecho cuando despegaba el avión: "Aunque me cueste (se obligó) voy a aprender a esperar". Y esperando estaba cuando vió que se aproximaba la camioneta gris, dos puertas, marca Ford, que le había descrito esa voz, a ratos misteriosa y atractiva, por teléfono. Se detuvo frente a ella, y en sus vidrios ahumados pudo Kate reconocerse una última vez antes de que se abriera la puerta y, sin dudar, se subiera al auto. Nadie escuchó el ruido del motor cuando se puso en marcha; la llegada de la nieve era inminente.

12 comentarios:

La Cafeina dijo...

Que lindo cuento Savino en un dia nublado en Miami! Gracias.

atRifF dijo...

Bella historia Savino.

Robby dijo...

Lectura obligada: 'Nieve' de Orhan Pamuk. Este microrelato es solo un exorcismo de su influencia. Saludos.

Boniatillo dijo...

ROBERTO SAVINO, estas son las historias que le gustan a boniatillo... se pregunta si ella se va con un hombre desconocido...... que sera de ella????
y si el se va sin insistir mucho y si ella se queda parada alli bajo la nieve????
y si nevara en MIAMI.

Anónimo dijo...

A donde va Kate?!
Lleva zapatos adecuados para la nieve?

Alex NY dijo...

Recuerdo la primera vez que vi la nieve, era en Madrid, una nieve rala, hueca, que me caia en la cara y me hacia feliz. No podia creerlo. Luego vinieron las nieves de New York, copiosas que tambien me llenaban de alegria. Creo que cuando nieva mi espiritu se eleva.

jr dijo...

Sugestivo, Savino, y bien hilvanado. Lo disfruté mucho. Aunque confiesas el influjo de Pamuk, se pueden respirar otras proximidades del relato contemporáneo. Leer piezas como la tuya, me hace pensar que la historia de la cuentística vigente en Estados Unidos se nutre de muchos nombres que ya no son de origen anglo, aunque se sigan moviendo, reciclados y renovadores, dentro de un género que tiene cierta morfología local.

Robby dijo...

Bueno, Cafeina, la nieve es tambien una metafora, un estado animico. En cualquier ciudad nos puede sorprender una nevada., y mas todavia en Miami.

Triff, me alegra que te haya gustado. En el relato quise dar a entender que la filosofia, o lo que la gente sin una educacion especializada entiende al respecto, es ese conjunto de preguntas que a todos, en algun momento, nos atormentan: dios, la muerte, la muneca rusa que es cada persona, el poder de la mente, etc., y como hace cada individuo para lidiar con ellas. Algo parecido dijo Savater en su presentacion en el CCE, si mal no recuerdo, cuando hablo de su ultima novela juvenil. Yo me recuerdo haber estado de acuerdo, con todo y redundancia.

Boniatillo, me gustaria que tu le encontrars respuesta a esas preguntas. Lamentandolo mucho, desconozco lo que pasa luego del punto final, jaja.

Inkieta, Kate tenia guantes, asi que es probable que tenga zapatos para la nieve. Aunque no se sabe, porque ella es un poco incredula y no confia en exceso en las predicciones de los metereologos.

Alex, yo acabo de ver la nieve por primera vez. Lo que mas impresiono fue el silencio. Con cliche y sin complejos, la encontre magica.

jr, te doy la razon. En Estados Unidos sigue cobrando fuerzas una literatura que no consigue ser extranjera y que muchas veces se desarrolla en el ambito local "anglo", pero que consiste en temas tratados con una sensibilidad distinta a la gringa. Te confieso que como no entiendo a mi pais y como tampoco entiendo bien a este donde vivimos, me da lo mismo escribir sobre ellos o sobre nosotros, de aqui o de alla. Lo que escribo, en cualquier caso, sigue siendo una busqueda. Con respecto a Pamuk, insisto en que me ha dejado hipnotizado. Mi proxima pregunta: esta lista Turquia para pertenecer a la UE? Leyendo 'Nieve', mi respuesta es NO, ni por ahi.

Saludos...

A.B dijo...

Las prisas no me permitieron ofrecerte un comentario en tu blog. Hoy... la prisa sigue, pero el honor obliga.Que bien. Narrar la percepción de la lluvia blanca antes de que descienda, la manera de entretener la emoción del lector con el silencio o simplemente hacer no sólo el honor a Pamuk sino también al Gamoneda de El libro del frío me satisface de ti. Me imagino que la soledad del noroeste y la cercanía a Alaska permiten emerger estos temas en tus escritos. Qué los disfrutes.
Un abrazo.

Bien blogueros-as ya estoy de vuelta
tengo un vinillo y unos turrones para compartir cuando quieran

Amílcar

atRifF dijo...

Querido Robertico tu relato flueye impecablemente cada vez que lo leo. Seatle es precioso, verdad? He visto las ballenas en el estrecho y los venados asustarse al borde de la carretera. He subido Mont Renier una tarde, peligrosamente bordeando la montanya nevada.
Como se llama Robert el pueblicito aleman que hay al otro lado del estrecho?
Todo el estado de Washington es espectacular por su solemne naturaleza salvaje. La nieve es otra cara de Dios. RI

Robby dijo...

Welcome back, Amilcar! Luego te doy mi direccion en Seattle para que me mandes algun turron, jaja. Algunas novedades literarias? Un abrazo.

Si, Rosie, Seattle es encantadora. El pueblito aleman es increible! Visitarlo es como viajar en el tiempo a una Alemania del siglo pasado. Se llama Leavenworth, y haciendo click aqui http://www.leavenworth.org/ puedes ver unas fotos, etc.
En este momento lo que nos rodea es nieve, pero aqui la gente asegura que no hay un verano o un otono mas bonitos que los del estado de Washington. Habra que verlo, pero, como dices tu, es innegable que la naturaleza es una parte importante en la vida es la ciudad. Por ejemplo, el alcalde de Seattle ha sido el primero del pais en aprobar la reduccion de gases greenhouse. Ya muchos le quieren seguir el paso (ojala!). Muchos saludos.

La Mano Poderosa dijo...

Rob,
Aunque no tiene que ver directo con tu fabuloso escrito, me recurda hace unos años, mientras que hablaba con el Professor Menocal (Univ. of Wisconsin- Art History) sobre el exilio,"Chicho", como lo llaman sus amigos, me conto que a veces cuando la nieve cae y el aire se la lleva en Wisconsin, el se recuerda de la arena de la playa en Varadero, y como el aire tenia el mismo efecto, era tan blanca y fina como la recien caida nieve en su memoria... Tragi-comico, y tambien imaginativo.