lunes, 6 de septiembre de 2004

Lo relativo de las calamidades

Pues bien, “Frances” se ha marchado hacia el norte, y su huella queda marrada por testimonios contradictorios en la prensa. En El Nuevo, desde entrevistas pueriles a un artículo de Gregg Fields titulado “El costo de Frances es incalculable” en el que se redefine (más que el lenguaje) la lógica. [Recuerde: "incalculable" es lo imposible de calcular.] Fields (como buen contador) procede acto-seguido a "sacar cuentas".
Para Josafa Jesús, un taxista de Miami, el costo del huracán Frances es bastante fácil de calcular: en dos días solamente ganó $55, y durante ese tiempo habría ganado típicamente cerca de $400. La pérdida viene a ser cerca de $510, afirma el atribulado padre de tres hijos.
Corolario: Vemos las cosas en términos netamente mercantiles. Por favor, ¿no es todo eso poco en comparación con otras desgracias a nuestro alrededor? Las noticias bizarras de un enfermero loco en Berlín ajusticiando gente con pretexto de eutanasia, las matanzas étnicas a machetazos en Sudán o la secuela del episodio tenebroso en la escuela en Rusia que parece retrotraernos a la era de barbarie de la pre-modernidad. Añádanse las recientes "tácticas" Al-Qaedistas de guerrillas de los fanáticos musulmanes de secuestrar y decapitar en el diario ABC:

El mensaje, cuya autoría está aún por autentificar, exige a Francia un rescate de cinco millones de dólares, que acepte la tregua propuesta a Europa por Osama bin Laden en marzo y que no mantenga con el Gobierno iraquí ni lazos militares ni comerciales, informa AFP.
Aunque muy lentamente, muchos dentro del mundo árabe comienzan a preguntarse "que ocurre" de acuerdo con este artículo en CNN:
Algunos han advertido que tales acciones dañan la imagen del Islam más de lo que sus enemigos podrían esperar. Incluso algunos partidarios de la agresividad islámica reciente lo condenaron, aunque por lo menos uno insistió que los musulmanes no estaban detrás de él.
Un árabe moderado es difícil de encontrar, pero uno apunta:
“Nuestros hijos terroristas son un producto extremo de nuestra cultura adulterada," escribió Abdulrahman al-Rashed (gerente general de Al-Arabiya TV) en su columna diaria publicada en el periódico Asharq Al-Awsat.
Con todo eso pasando, puedo olvidar un poco mis calamidades en Miami, lo “incalculable” del fajo de billetes en el bolsillo del taxista Josafa y pensar un poco más a donde hemos llegado. ¡Buena suerte!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Frances
Mira, todo esto es muy nostálgico. Isleños al fin, los huracanes nos transportan... el olor a hojas, flora, la sal en la piel, los olores marinos, las inclemencias del tiempo forman parte del día a día. ¿Cuántos huracanes no pasé en condiciones mucho más precarias y justo frente al mar? Se iba la luz y mami encendía guanos benditos a santa Bárbara para que dejara de tronar y cesaran los rayos. Pero para mí la situación era de fiesta (niños al fin); era de peligro pero el tipo de peligro que sentimos en un parque de diversiones. El misterio de los relámpagos que transportan, en negativo, imágenes al cielo. El silbido amenazador del viento colándose por las rendijas de ventanas y puertas bloqueadas con tablas y palos de escoba. El agua entrando como si nada. El viento tenía cara en la fantasía nocturna ("la lluvia es una niña de cristal…"), el viento se disputaba todos los pestillos. Y a nadar en los charcos después de la escampada, imaginando que todos los peces del Acuario --apenas a cinco cuadras de nuestra casa-- los pingüinos tropicales, los delfines y las pasmosas chernas estarían extraviadas debido a los desbordes de las peceras. Eso del peligro y la inseguridad se aprende después…se siente desde siempre pero se sabe después…de tanto miedo que nos echan. ¿Tú lo sentiste y viviste así verdad?
También el recuerdo de la ciudad: apenas asomaba un vendaval casi no podíamos caminar por 23 contra la fuerza de las ráfagas. Tan flacas éramos y tan mal alimentados estábamos, que para alcanzar la ruta 32 teníamos que aferrarnos al poste de la parada de guaguas frente al Cinemateque. Pero que bonita es la vida sacudida por el tiempo. Pero que bonita es la vida sacudida por los vientos. Ahora lo revivo.
Baje del palomar miamense y asegúrese a un palo firme o a un cuerpo, en caso de que le sobrevenga una ventolera descomunal... sujétese imperturbable y divertida; agárrese la peluca.
Cariños, Rosi

Anónimo dijo...

Me fue un poco dificil comprender como poner mi comentario. Pincha "comments" y entonces te sale la pagina en la que otros ya han comentado. Vete a a "Post a comment on", abajo del comentario anterior y pincha "Post a comment". Entonces te sale la pagina de tu "post". Tienes dos opciones, o dejas tu mensaje, mediante el "signing in" con un password, o simplemente dejas un anonimo. Felicidades!

Anónimo dijo...

La peluca...si sólo fuera la peluca... Hay que agarrarse todo: la memoria, para que sólo rezuma lo que nos interesa recordar de unos ciclones con olor y sabor a tristeza, paradójicamente envueltos en risas de agua; la voluntad, para que no nos traicione y nos traiga memorias difíciles de olvidar; la esperanza, para que que nos sostenga alegres, al pensar que llegaríamos a cruzar aquel estrecho, que por ser tan estrecho se hacía inmenso. Memoria, voluntad y esperanza nos trajo "Frances", pero esta vez repleto de lindas y actuales vivencias. El mundo....repleto de feos y caducos mecanismos de autodestrucción. Pero todavía queda la fe, diría San Pablo...y a ésa sí que nos agarramos, mi querida amiga Rosi.

M

Anónimo dijo...

No more Frances, hasta cuando, ya se fue y aqui estamos, ayudemos a los menos afortunados, la invasion de noticias y noticiosos es mas incalculable que los danyos causados por el susodicho huracan, lo ultimo es que el periodico local llame al senor Alejandro Rios por un comentario poetico por cierto sobre la claustrofobobia que sintio durante los dias de ocio, hay mucha gente al norte del condado que su comentario aportaria interes a la historia.. hablemos de Miami pero sin Frances, antes que llegue Ivan que en linea esta par llegar......