domingo, 4 de marzo de 2018

De oscares y desoscarizados


Jesús Rosado
Nos separan solo unas horas del esperado ritual de Hollywood. El Superbowl de la cinefilia americana, Una ceremonia que estará marcada en esta ocasión por el escándalo Weinstein y el movimiento de reivindicación de los derechos de la mujer en el mundo del espectáculo denunciando los abusos a los que fueron sometidas durante décadas por miembros de la élite del cine. La mirada del espectador estará fija, además de en las premiaciones, en los gestos y discursos contra una práctica que ha sido endémica en el medio y que parece tocar a su fin ante la rebelión de las víctimas.
Como ya es habitual, aprovechamos la celebración del evento para compartir comentarios y sugerencias con los adictos al séptimo arte sobre lo que agradecimos ver desde la butaca de espectador a lo largo del año, siempre advirtiendo, como en ocasiones anteriores, que por lo general mis criterios andan reñidos con la taquilla abultada, pues no hay manera que mi gusto y el de mi compañera sucumban al entretenimiento si no hay una propuesta en serio proyectada en la pantalla.

De piezas made in USA no hay mucho de que hablar en 2017 hasta que no comenzaron los estrenos del último trimestre, cuando la industria se dispone a preparar el terreno electoral de los filmes potencialmente concursantes.
Pero, gracias a Dios, en la primera parte del año aparecieron filmes, algunos llegados a estas orillas con cierto retraso, como por ejemplo El Rey Tuerto (2016), pieza teatral del español Marc Crehuet, adaptada magistralmente al cine por el propio autor, cuyo argumento gira alrededor de una cena en donde involuntariamente se encuentran  un perturbado miembro de las fuerzas antidisturbios y una víctima al que le saltó un ojo. Crehuet con el apoyo de impresionantes actuaciones logra recrear una atmósfera claustrofóbica tal que nos va hundiendo gradualmente en la profundidad de nuestros asientos.
Otra muestra de buen cine visto en el 2017 temprano fue El Ciudadano Ilustre (2016), comedia dramática argentina dirigida por Gastón Duprat y Mario Cohn, la historia de un flamante escritor que ha logrado obtener el Premio Nobel y que en algún momento es invitado a su pueblo de origen para ser agasajado. La dupla Duprat-Cohn expone con tal dominio de la construcción dramatúrgica el choque entre cosmopolitismo y nostalgia en el ego exuberante de un intelectual exiliado que indiscutiblemente la película se convierte en una las obras citables del cine argentino reciente.
Un título que nos sorprendió en esta primera mitad del 2017 fue Los Últimos de Filipinas (2016), filme del realizador español Salvador Calvo, con un elenco de lujo y una factura impecable. Relata los avatares  de un destacamento español sitiado en Baler, en la isla filipina de Luzón, por insurrectos filipinos revolucionarios, durante 337 días. Y decía que resultó una sorpresa por el nivel de madurez que muestra como pieza del género épico dentro del cine español. Nada que envidiarle a la logística hollywoodense.

Por último, de este primer periodo, solo falta mencionar a Maudie (2016), coproducción de Irlanda-Canadá, dirigida por Aisling Walsh, filme biográfico sobre la pintora primitiva de origen canadiense Maud Lewis, un filme no exento de imperfecciones pero realizado con pasión y en el que destacan las actuaciones de Ethan Hawke y, sobre todo, de Sally Hawkins, quien desde su actuación en la comedia Happy-Go-Lucky ha venido consolidando su carrera. Si quieren apreciar su mejor performance este año acudan a su Maudie y no a la edulcorada Elisa Esposito de The Shape of Water.
Y hablando del filme de Guillermo del Toro, sabemos que este híbrido de Creature from the Black Lagoon (1954), El Hombre Anfibio (1962) y Let Me Hear You Whisper (1969), se vislumbra como la gran acaparadora de galardones si es que las acusaciones de plagio a los realizadores de la última de las predecesoras citadas no enturbian el criterio de la Academia. La película de Del Toro, sin dudas agradable a la vista, cumple con los requisitos de la meca del cine comercial, pero se empequeñece, en mi opinión, ante la monumental Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2017), cinta independiente producida y dirigida por Martin McDonagh, sobre la historia de una madre que pugna ante las autoridades por hallarle respuesta al asesinato irresuelto de su hija. El estilo de McDonagh y la actuación de Frances McDormand (un Oscar incuestionable) se funden en una pieza de brutal belleza.
De nuestras predilectas del año la única posiblemente que gane algún Oscar sea esa. El resto de las  favoritas viajan fuera de vagón. Son desoscarizadas. Las enumero:

-       Mundbound (2017), drama sureño que ilustra de manera cruda el convulso racismo en los años 40 en una población rural en la región del Mississippi. Obra con una extraordinaria actuación de conjunto y en el que la fotografía de Rachel Morrison ejerce un rol protagónico.

-       The Florida Project (2017), filme en el que su realizador Sean Baker logra con su dirección de actores un trabajo envidiable por parte de los niños que llevan el peso del retrato de una realidad marginal que al cine comercial le resulta incómodo llevar a la pantalla.

-       Hago un paréntesis en Detroit, obra dirigida por Kathryn Bigelow, que es uno de los dramas sociales del 2017 que hay que forzosamente ver. Basada en los disturbios de 1967 en Detroit, la película está sólidamente construida hasta antes de los diez minutos finales en que sucumbe a un tratamiento convencional del desenlace. Una verdadera lástima que la falta de originalidad en esos minutos haya opacado una trama que se hubiese convertido en un clásico. Y conteniendo, además, la actuación arrasadora del Will Pouter, una de las memorables del año

-       The Killing of a Sacred Deer (2017), drama psicológico de horror, escrito y dirigido por Yogos Lanthimos, inspirada en la tragedia griega Ifigenia en Áulide de Eurípides. Lanthimos guía a los actores a poner en práctica la técnica del extrañamiento de Brecht, reforzando la atmósfera enajenada del filme. Convincentes actuaciones de Colin Farrell y Nicole Kidman, aunque son devorados por el talento del joven actor irlandés Barry Keoghan. La fotografía es una de las más logradas en el año. El filme es perturbador de principio a fin. Lanthimos explora con maestría el juego de culpas, mentiras y falsa moral en una familia adinerada y lo hace apelando al sentimiento intenso que provoca lo terrible por suceder.
Está última es mi favorita.
Como pueden apreciar por las predilecciones, este comentarista corre el riesgo de quedarse inexorablemente sin estatuillas.

1 comentario:

A.B dijo...

Puntual como cada año en este artículo cinematográfico en tumiamiblog....Saludos y felicidades desde Barcelona. Tomaré en cuenta tus recomendaciones. Abrazos