miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pedro Almodóvar: La piel que habito

Amílcar Barca

Hablar de Almodóvar obliga a ir al diccionario a investigar adjetivos. Pero al repasar las hemerotecas, desde el New York Times hasta el País, uno se encuentra que los calificativos ya se han comido al personaje y a sus frutos. Un doctor de cirujía plástica (Antonio Banderas) acosado por el dolor que le produce la supuesta violación y suicidio de su hija (Blanca Suarez), decide ejecutar su propia venganza en una pequeña mansión en la ciudad de Toledo (España). En esta épica maligna le acompañan su sirvienta (Marisa Paredes) y su hijo (Roberto Álamo), el supuesto violador (Jan Cornet) y la hermosísima engendro (Elena Anaya).

En forma de horror blanco, la maldad y también el juego sarcástico, aparecen concentrados en esta obra. El primero – muy para mí, repìto, muy muy para mí- en el género de la parodia. “Lo que buscaba con este filme era emoción no humor", reconoció al diario EL Público el director. Y razones objetivas no le faltan: estupro, diseño de un ser humano a los deseos perversos de un demonio, venganza de la víctima, elementos clásicos de un thriller: crimen, confusion de datos, y un final trágicamente resuelto. Pero no: en mi opinión, no consigue su objetivo de película “seria de terror”; hay bastantes risas entre el público, incluso en la escena final.

¿Cómo pueden estar en este género un sucinto toque de comedia y, a la vez, un puro film noir con evocaciones a Fritz Lang?. Aquí está la respuesta: porqué sólo un gran maestro de ilusiones -en el sentido literal de “parece, pero no es”- puede llegar a puntos culminantes . En mi sesión del Coral Gables Art Cinema hubo gente que se levantó. Y el lunes, una amiga mía, profesora de comunicación en la Universidad de FIU, me envió un texto que decía escuetamente: “Me fui a la mitad; no la soporté”.

Belleza convulsa le sobra, para los que amamos los entresijos del lenguaje y sus miradas. Hay escenas que no van a pasar a la historia del cine porqué, en el fondo, esta película no ha sido aclamada por la crítica por igual. Pero las hay, y muchas, y les voy a nombrar tres: La primera vez que la víctima aparece acostada como la Venus de Urbino junto al Dr Legard mientras éste la observa desde su habitación privada desde un circuito cerrado de TV. La llamada por el interfono de un hombre vestido de tigre para identificarse y revelar un descubrimiento no deseado a la sirvienta. O -en clave de parodia otra vez- la llegada de los familiares de una muerta obesa que venden sus enseres personales a peso, en una tienda de ropa usada donde el supuesto violador trabaja al servicio de su mamá.

¿Ha hecho un buen trabajo de dirección de actores Almodóvar?. Para mí no lo ha acertado con Banderas, lo ha querido forzar, sobre todo, en la primera parte donde él actúa como un ciéntifico internacional reconocido experto en trasplantes de piel. Se mofa después cuando lo situa en el entierro de su hija, al punto, que lo caricaturiza como un personaje del mundo Tarantino (¿Pretendía precisamente eso o le salió mal?. I don´t know) Elena Anaya, sin embargo, es la gran revelación, no sólo por su belleza sino por su desenvolvimiento natural en las escenas. Maria Paredes: impecable como la secudaria imprescindible de todos sus últimos films. Pero si hay un colectivo que va a disfrutar de esta obra, independientemente de si ha sido de su agrado o no, son los creadores visuales de esta ciudad. Con aportaciones deliberadas a Tiziano, Manet, Louis Bourgeois o Guillermo Villalta, o a los caligramas de Apollinaire. Y en la dirección artística un cambio de rumbo en los interiores hacia un minimálismo de atmósfera hospitalaria que recuerda las vitrinas de utensilios médicos de Damien Hirst. Por último no olvidar ni la música de Alberto Iglesias ni esta joya del flamenco africano y el latin-jazz, Buika, que en momentos aparentemente banales de la película desgarra su voz para hacerla coprotagonista con sus temas.

La piel que habito te obliga a hacerte una gran pregunta existencial que nada tiene que ver con el guión: ¿Matarías al Creador por obligarte a estar en este mundo que no has escogido? La protagonista del film tiene la respuesta: si éste fuera el mismísimo diablo, sí.

Nota: el que crea que esta última pregunta está mal formulada…que se ponga en “la piel que habita” Almodóvar y lo entenderá.

3 comentarios:

JR dijo...

Haremos un esfuerzo por verla, Amilcar, pero no en el cine. El background crítico de la película hace rato puso en alerta mi bolsillo, así que prefiero una opción más económica. No obstante, gracias por tu reseña.

Anónimo dijo...

¡Up! Poeta;
está motivador tu análisis: voy a intentar ver la película.
Saludos de Judith G.

Alfredo Triff dijo...

Gracias por la crítica. Y la tenemos aquí en Coral Gables.