miércoles, 16 de diciembre de 2009

Bisnes is bisnes


Luis Soler

–¿Tú eres Machito? –preguntó José Luis sin bajarse de la bicicleta.
Un señor como de unos cincuenta años, curtido por el sol, se acercó por el otro lado de la cerca. Caminaba sin camisa bajo el  calor abrazador de la tarde, su cara era una mueca, cada músculo facial protegiéndose del sol. Por debajo de la gorra -el logotipo de los “Indians” de Cleveland- facción avinagrada sin la menor afabilidad. En una mano la mochila en la otra arrastraba su bicicleta china. Se detuvo justo frente a José Luis que lo esperaba desde hacía un buen rato. Sin mirarlo a los ojos se dispuso a abrir el candado Master que mantenía cerrada la cerca con gruesa cadena.
– Un servidor –contestó rudamente, restándole importancia al visitante – Anjá, ¿Y se puede saber qué desea?
– Vengo de parte de Luis Potaje, el que trabaja en el hotel Inglaterra.
A Machito nadie lo conocía por ese sobrenombre. Sólo sus amigos del barrio y su familia le llamaban así. Los de la empresa de Abastecimientos e Insumos del Poder Popular de Alamar, donde él se desempeñaba como jefe de almacén, lo conocían por Andrés, que era su nombre de pila. Por eso y porque venía de parte de Luis Potaje, Machito supo que el tipo venía con una tiñosa: pura complicación.
– De Luis Potaje –recalcó.
– Sí, el que traba....
– Sé quién es –lo cortó en seco– no me lo tiene que repetir.
Abrió el candado pero no quitó la cadena. Volteó su cabeza hacia las naves que estaban a su espalda. Un terraplén polvoroso, repleto de piezas viejas de camión y enormes rodillos de madera con cables negros del grosor de un puño, yacían dispersos en el trayecto que los separaba de la garita, donde un guardia de seguridad custodiaba la entrada a las naves y al los almacenes centrales. Machito miró la hora en un reloj digital negro con la manilla raída por el sudor y el uso.
– Yo ya me iba... –volvió a mirar el reloj– mira, yo le dije a Potaje que no podía hacerle más “esos” favores.
– No es un favor, yo le voy a pagar –replicó José Luis sin perder la compostura –si usted no me resuelve no sé qué me voy a hacer.

Machito miró al cielo. Contó las palomas posadas en los cables de electricidad. Cerca, un perro sarnoso olfateaba y escarbaba del basurero. Unos instantes de silencio cargados de mensajes parecían ir de un lado a otro por entre los agujeros de la cerca. A manera de credenciales José Luis bajó la vista y comenzó a patear el piso con la punta de la bota, igual que lo hacen los pitchers en el baseball.
– Tengo un juicio pendiente. Si usted no me resuelve puedo caer preso.
– No me tiene que dar tantos datos– Machito cambió el tono de la voz por uno más conciliador, sin dejar de mirar a la garita– no puedo seguir arriesgándome. Entiendo todo eso, pero esta es mi pincha y no la quiero perder. Ustedes se van de aquí pero uno se queda en esta mierda y esto es lo único que me da de comer.
– Le voy a pagar con dólares.
– Mire, ¿cómo se llama usted? – preguntó y lo miró a los ojos.
– José Luis, pero me dicen Pepito.
– Bueno Pepito, mire pa’llá – señalo con un gesto de la cabeza hacia la entrada de la empresa.
El guardia de seguridad de la garita no les quitaba los ojos a los dos hombres. Machito sabía que la cosa estaba muy mala últimamente. La empresa había duplicado el control del inventario por el incremento en el robo de piezas de repuesto.
– La cosa está negra y con pespuntes grises. No hay quien saque ná de ahí.
– Por favor Machito haga lo que pueda. Le doy diez por cada una.
– ¡¿Diez?! –¿Eso es un chiste o tú vives en la luna?
José Luis hizo un gesto de incomprensión. Su cara mostraba un desespero que daba grima. Machito podía adivinar que el tipo era o muy ingenuo o comemierda, pero en todo caso, no tenía ni la menor idea del negocio en el que se había metido. No soportaba bobería de la gente, pero el tipo le inspiraba una profunda lástima. La palma de la mano derecha le comenzaba a picar nuevamente.
– Mira... cómo me dijiste que te llamabas? Ah sí, Pepito. ¿Cuánto tienes? Las llantas están a veinticinco, pero te las dejo en veinte.
– ¡Pero mire Machito yo sólo tengo veinte dólares! y necesito dos. –murmuró casi en un ruego.
– Lo siento, sólo te puedo sacar una y eso sería la semana que viene.
José Luis sintió que el cielo se le caía a pedazos. No había podido conseguir más que treinta y seis fulas por el crucifijo de plata de su abuela, y eso porque se lo había vendido a un mexicano. Diez dólares gastó en una brújula rusa muy vieja que no funcionaba muy bien, tres en un rollo de soga y tres más en un cake de chocolate para celebrar el cumpleaños de su hija. Sólo le quedaban veinte.

– Mire, véndame dos y yo le pago el resto antes de irme, pero déjeme ir avanzando con la balsa.
– No mi socio, lo siento –sentenció Machito, y tragó en seco en lo que sacaba de un tirón la cadena y se disponía a abrir la cerca– en este negocio no se fía.
José Luis se limpió el sudor de la frente. No podía ser que hubiera hecho ese viaje en bicicleta desde Marianao hasta Alamar para no conseguir nada.
– ¡Mire! –dijo José Luis de repente– le cambio la otra llanta por mi bicicleta, es una montañesa... ¡japonesa!
Machito meneó la cabeza de un lado a otro a manera de negación.
– Por una de esas es por las que te matan. Yo no estoy pa’que me estén cazando la pelea detrás de una esquina. En la mía china nadie se fija. Olvídalo, si me arriesgo tiene que ser por fulas.
– Yo no tengo de dónde sacar más.
Aquel muchacho le causaba a Machito una verdadera pena. Por alguna razón le recordaba a su hijo. Cerró la reja. Las palomas se habían marchado y ahora el perro sarnoso estaba sentado observándolo.
– ¿Qué tienes ahí en la parrilla? –le señaló con la boca hacia un maletín color beige que José Luis llevaba atado con sogas en la parte de atrás de la bicicleta y por el cual se dejaba ver el pico de una botella de vino o algo así.
– Ahí... na, una botella de vino que me regaló un español amigo para que la venda y me busque algo – contestó y añadió – pero aquí nadie toma vino.
– ¿Qué más traes en el maletín?
– Ahí… un cake de chocolate.
– Un cake de chocolate – repitió con suavidad Machito mientras abría la cerca y salía.
Ya casi eran las cinco de la tarde y pronto sonaría el timbre de salida de los trabajadores. Machito volvió a mirar el reloj. Los dos hombres, las bicicletas y la cerca dibujaban largas sombras sobre ardiente el pavimento gris. Machito se acomodó la gorra y suspiró profundo. “Cómo se le ocurre a estos pendejos tirarse al mar con esa falta de seriedad”, pensó. Machito era un hombre recto y se tomaba las cosas con seriedad. No comprendía aún por qué estaba dispuesto a ayudarlo.
– Ustedes me van a joder un día de estos –dijo mientras sacaba una camiseta que llevaba en su bolsillo trasero y se la ponía.
– ¿Me va a resolver? – preguntó José Luis esperanzado.
– Sí -se montó en la bicicleta y le indicó– ¿ves aquella lomita donde está el árbol aquel? Ve hasta allí y espérame del otro lado de la caseta de la guagua.
– Pero ¿me va a dar las dos gomas por los veinte fulas?
– Por los veinte fulas, el vino y el cake.
El perro ladraba desaforadamente rodeado de un enjambre de moscas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja la historia termina con el perro.

Anónimo dijo...

Asi mismo es, culaquier cosa para resolver.Yo vendia chancletas de plastico,mangos,pinas,los limones del patio, todo lo que salia de la tierra se convertia en billete.Muy biueno.HLM

Anónimo dijo...

Cuando algo termina siempre hay una tendencia natural a repasar, hacer balances. Se hacen listados de los mejores libros, las mejores películas, los más exitosos, en fin: se tiende a señalar los asuntos más notables por una u otra razón. No les resulta curioso que ningún sitio se haya propuesto una encuesta u otra forma de consulta para determinar cuáles han sido los mejores blog de este año, por categorías. Tal vez podrían ser las siguientes:
• Mejor blog de tema político (informativo y de opinión)
• Mejor blog de temas culturales (arte, artes escénicas, literatura, cine y música)
• Mejor blog de humor y entretenimiento.
También podrían considerarse cuales han sido los peores blog del año por categorías, que pudieran ser:
• Blog con peor diseño.
• Blog mas descuidado y chapucero (errores ortográficos y de redacción, erratas y uso de lenguaje vulgar o soez)
• Blog con peor contenido, ya sea por la calidad, veracidad de la información y/o por las manipulación de esta para servir a intereses o agendas, en perjuicio de la verdad.
Se pudiera tomar la costumbre de premiar cada año al blog que se destaque por su falta de ética, su falta de respeto a la dignidad del hombre y otras acciones condenables, retirándolo de los blogroll durante los 365 siguientes a su designación.

Alfredo Triff dijo...

Machito miró al cielo. Contó las palomas posadas en los cables de electricidad. Cerca, un perro sarnoso olfateaba y escarbaba del basurero.

Pura lucha sicológica. Muy buen relato señor Soler.

EDITORIAL dijo...

claro maestro...no se puede escribir sin mensajes a ultranzas. LS

Anónimo dijo...

Esta un poco largo el cuento! Deja ver si llego al final mas tarde!

Alfredo Triff dijo...

Ano de la 1pm: Buena idea. Adelante!

Anónimo dijo...

Luisito se ve que estabas en el bisne en Cuba...!

Anónimo dijo...

Machito tiene sus sentimientos ocultos, enrejados. Ay Cuba, Lusito. RI

LopezRamos dijo...

Muy buena narración, Luis. Me recuerda por momentos a Novás Calvo. Sigue dándole por ahí.