lunes, 14 de septiembre de 2009

El filo, el falo, el caño y el cañón


Ileana fuentes

Se preguntaba un buen amigo recientemente cuál será el límite de la insensibilidad social de algunos gobiernos latinoamericanos que siguen aumentando sus arsenales ignorando la pobreza que les rodea. Le dije, con mi usual vocación de látigo (que nada tiene que ver con el sadomasoquismo) que la indolencia ante la miseria continuará mientras no haya un cambio de paradigma. El cuartico permanecerá igualito mientras sigan al mando de nuestros países oligarcas machistas (muchos disfrazados de populistas y demócratas) que se sientan logrados por la protección y poderío fálicos que les proporcionan los misiles y armamentos.

Las mujeres presidentas son una especie de golondrinas, y ya sabemos que una -o dos- no hace verano. Ni un palo hace monte. En torno a ellas siguen merodeando águilas y buitres imponiendo sus prioridades. 

En el mundo anglosajón se dice que la asistencia para el desarrollo en la mayoría de los países del Tercer Mundo termina siendo “meada”, en referencia al destino de una gran parte de esos millones que caen en feudos patriarcales: se excretan por el mismo caño, ya sea en los baños de los bares, o en los camastros de los prostíbulos. ¿Queremos que América Latina salga de la abyecta pobreza en que aún se encuentra? Tendríamos que cambiar la mentalidad y las opciones: las mujeres -en masa- al poder político. “Desarrollo sostenible” implica una revolución de género (que no es, ni quiere decir lo mismo, que sexual). Familia, hijos, educación, productividad y creatividad femeninas sin límites, redes de apoyo, asistencia médica, alimentación de primer orden… ausencia de misoginia institucional, de abuso físico, de maternidad obligatoria, de violación impune, de exclusión porque se es mujer… y también de guerrillas inútiles y pueriles, de violencia tecnificada. ¿Guerras contra quién? ¿Contra ciudadanías indefensas? Las mujeres –las madres, las abuelas, las tías, las madrinas, las hermanas, las hijas, las sobrinas, las primas, las ahijadas, las suegras– al mando, al diseño social, a la gestión política, a la priorización de programas sociales y económicos que conduzcan al individuo, y de ahí a la familia, al clan, a la comunidad, y en un final a las naciones hacia el progreso y la producción de riquezas. Desarrollo, sí, y sostenible. Todos los estudios en este campo lo comprueban: las mujeres sacan a sus comunidades de la pobreza, con más frecuencia que la gestión masculina. Los hombres – los inteligentes, los nobles, los que padecen sin chistar los abusos del propio machismo, y también los irresponsables y los renuentes- serán más felices y productivos, y mucho menos sementales. Mientras eso no suceda, seguiremos en manos de avaros con títulos universitarios de Harvard, o boy scouts cual milikos de zarzuela, acariciando el arma, las fálicas armas, en masturbación mental multimillonaria, a costa de legiones de desnutridos. Satisfecho el caño con el cañón, ¿a cuántos de ellos -con contadísimas excepciones, como Costa Rica, por ejemplo, que no tiene ni ejército- le importa el bienestar de los desposeídos?

12 comentarios:

william Rios dijo...

http://cubaleah.blogspot.com/2009/09/miami-predator.html

Feminista dijo...

Ileana: Muy bien dicho. Ojalá que este sea el primero de una serie.

JR dijo...

Un pusto de vista infrecuente -debido a nuestra cultura fálica- e indispensable para entender la desdichada realidad del continente. La mujeres de estado (la mayoría, porque hay sus excepciones)tienden a conciliar la gestión gubernamental con el sentido de administración hogareña. En mi opinión, ese debía ser el fundamento de todo proyecto de ingeniería social. Y conste que no me estoy pronunciando por el retorno del matriarcado, no. ¿Para qué? ¿Para que los hombres tengamos más tiempo para inventar armas, jugar a la guerra y desangrar al planeta? No, lo que se trata es de compartir -entre géneros, generaciones e ideologías- las responsabilidades de la funcionalidad socioeconómica de comunidades y naciones. De aprender del instinto preservacionista de la mujer, las inmensas posibilidades que ofrece un enfoque constructivo de la gestión administrativa de la sociedad. En una casa de gobierno, mujer y hombre, deberían planificar la subsistencia, distribuir racionalmente las cuentas del gasto evolutivo y meditar los pormenores de la convivencia social. No hay tiempo para más. Deliberación, pragmatismo y sensibilidad es lo ensencial en la agenda de una jefa del hogar-estado. Y en ese sincretismo doméstico-gubernamental, aceptémoslo, los hombres estamos bien a la zaga.

sonora y matancera dijo...

breve y preciso aplauso a un matriarcado ideal, por el futuro de la humanidad, siempre y cuando no se contaminen con los petrificados, digo, patrificados...

y para lo del racismo vs. Obama, de la varicatur... léanse esto en el NYT, también muy preciso

http://www.nytimes.com/2009/09/13/opinion/13dowd.html?em

enjoy

Anónimo dijo...

Gracias por desempolvar los pergaminos de Melquíades. Si, si, este Gran Macondo continental en el que las Úrsula, Pilares Terneras: madres, abuelas, putas y santas tienen que retomar las riendas del matriarcado antes que todo el pueblo desaparezca y no por culpa de la colita del inocente cochino sino porque Aurelianos y José Arcadios siguen como siempre, improductivos; una gran mayoría son una manga de inútiles, solo sirven para ser coronelitos, ladrones o chulos. Bueno, uno que otro ayuda a no apresurar el día final descifrando las profecías del desastre. .
! Mujer, extraordinario post ¡.

Anónimo dijo...

Ahh que pena creo que mi comentario con referencia a Macondo salio sin mis iniciales. Soy yo, Judith G.

Anónimo dijo...

Ilena, Me voy con el rabo entre las piernas. Me has dejado pensado. HLM

Anónimo dijo...

Un palo no hace monte, pero es siempre una buena opcion para aclarar las ideas.

Alfredo Triff dijo...

El poder del patriarcado ha jodido al mundo. Buen post Ileana. Se atreve a pensar.

RI dijo...

¡Revolución de género, sí señora! Delicioso uso de la sinécdoque.
A “acariciando el arma, las fálicas armas, en masturbación mental multimillonaria”, yo le llamo mariconería, sin más.
Gracias Ileana, tus escritos, claros, al blanco, requeteinformados, siempre refrescan en encartonado canon cultural.

Yanosemen dijo...

¿Qué tal un poder detentado por hemafroditas cultivadas para la ocasión?

Anónimo dijo...

Que vivan las mujeres! Que manden las hermafroditas! Y te quedo buenisimo el articulas en favor de las artes, en el Nuevo Herald.