sábado, 27 de junio de 2009

Plaff! veinteaños después: ¿Qué tipo de cambios pueden operarse en un sistema petrificado en sí mismo?



Rosie Inguanzo


Plaff!(1988), de Juan Carlos Tabío, es una tragicomedia de corte policiaco, cuidadosamente llevada a escala formal y conceptual. Tabío recrea la historia de Concha, una mujer, atrapada en sus propios reconcomios y temores inauditos. El entra-y-sale de la ficción, los remiendos fílmicos haciéndose visibles, tales como el espejo del closet que al abrirlo la protagonista descubre al equipo de producción y los niños del barrio aglomerados y observables en la ventana. Los personajes que de pronto hablan al director o al espectador, “el editor” (voz en off) al que le corresponde la apertura y el epílogo metaficticios, son riesgos de los que el director sale airoso. Los huevazos anónimos, insertados en la progresión de la trama y el crescendo dramático, tienen fuerza cómica y catalizadora de tensiones. La metaficción disecciona las malas mañas sociales expresas en la superstición, la chusmería de barrio, la desconfianza generalizada incitada por la vigilancia constante, el interés material como resorte de las relaciones humanas, los tabúes tercermundistas. Busca, además, hacernos conscientes de que las trampas del cine son equidistantes a las trampas que nos tiende la vida. Por eso, desde un punto de vista formal, el filme invita a la autorreflexión, a que miremos nuestros problemas y biografías como insertadas en una gran comedia política. El filme cuenta con la actuación madura de Daisy Granados, llevándonos por los recovecos del miedo a la vida que reza el subtítulo; sujeta al qué dirán, se hace blanco de la burla y la agresión- huevazos que son al mismo tiempo limpieza y brujería, daño. El choque de lo nuevo (la nuera) y lo viejo queda manifiesto en el conflicto gratuito entre estas dos mujeres, Concha y Clarita. La burocracia (las copias a todo el mundo que solicita el jefe de Clarita para mover el dichoso archivero), choca con la soltura de la joven investigadora buscando soluciones y agilizando los procesos caducos de un país sin sentido, de un sistema surrealista devenido comic casero. A veinte años de la película -y con el posible fin de la dinastía Castro a la vista-, cabe preguntarse: ¿Qué tipo de cambios pueden operarse en un sistema petrificado en sí mismo?

4 comentarios:

LopezRamos dijo...

Gracias Rosie por traer de vuelta este film cubano ochentiano. Candente esa pregunta final, el primer cambio que tendría que operarse es en el terreno de lo que Gregory Bateson llama "La ecología de la mente".

Anónimo dijo...

No se dice "devenido en", Rosie. Con devenido basta...

Anónimo dijo...

Corregido ano, gracias. RI

Garrincha dijo...

me encanto el filme y el escrito, rosie.
y el guion de chavarria, genial.
ideal para tabio.
nice.