jueves, 9 de marzo de 2023

Sentir demasiado... es divino

Naturaleza muerta con escultura, Van Gogh, 1887

... sentir demasiado es divino.--  Cesare Pavese

alFredoTriFf


Conocí la obra de Guy de Maupassant por un cuadro de Van Gogh en una monografía del pintor en la biblioteca de mi tío Fuhed. Imaginábame contemplar la escena en vivo, separando la naturaleza muerta del momento que la inspiraba: la estatuilla, las flores, el mantel y los libros. Se dice que el secreto de la naturaleza muerta está en aparentar espontaneidad, pero no existe incuria alguna. La nature mort es un acto narcisista en que todo pervive. 

¡Ah! Tener en mis manos el Bel-Ami del cuadro sería la única manera de penetrar el misterio. Muchos años después indagué, en París, que la edición original que aparece en la escena es de Victor Havard, 1885.

Luego supe (casualidad) que Van Gogh era ávido lector de la obra de Maupassant (al igual que Leo Tolstoi, quien tradujo no pocos textos del escritor francés). En una carta a su hermana Wilhelmina, Van Gogh escribe:
No me has dicho si has leído Bel-Ami de Maupassant, y lo que en general piensas de su talento. Digo esto porque al principio de la novela se describe una noche estrellada en París, la luz brillante de los cafés iluminando el boulevard, y es precisamente el mismo tema que acabo de pintar. Volviendo a Maupassant, quiero decirte que admiro muchísimo como escribe.

Van Gogh, Café en la noche, 1888 (inspirado en la lectura del Bel-Ami de Mauppasant)

La literatura francesa de segunda mitad del siglo XIX está saturada de la llamada hiperestersia, ansiedad de estímulos diversos o hipersensibilidad de los sentidos  que de acuerdo a un conocido siquiatra de la época, el Dr. Paul E. Garnier, conducen a un apetito obsesivo causante a su vez de timidez, melancolía, voluptuosidad e incluso religiosidad.

¿Una puerta a la perversión sexual? Se pensaba.

La atracción por la tragedia de Maupasant (más dramática que la un Nerval o Baudelaire) es compartida por Tolstoi. ¿Cuál es el diagnóstico? La exageración de los estímulos táctiles, el cosquilleo del intelecto, o el embotamiento de la emoción. Garnier decía que el final del camino se perdía, nada menos que la sensibilidad.

¿No podríamos atribuir ese desborde emocional a un rechazo vehemente por lo mediocre en la existencia? 
Tolstoi lo sugiere en "Notas sobre Maupassant" (escrita después de la muerte de este último):
La tragedia de la vida de Maupassant consiste en que, viviendo en un entorno terrible a causa de su enfermedad, tuvo a la vez la fuerza originalísima de su talento para iluminar la oscuridad de su entorno. La búsqueda de la libertad, pero que por desdicha gastara sus fuerzas y la libertad se le escapara de las manos. Maupassant buscó infatigablemente la belleza. ¿Para qué? Para detener la vida. Pero la vida sigue y se pierde. El pelo se cae y se torna gris e hirsuto, los dientes se pudren, salen arrugas y aparece un mal olor en la boca. Antes que todo termine todo se hace terrible. ¿Dónde está todo aquello por lo que luché?
La hiperestesia, de acuerdo al escritor ruso, es el resultado de lo absurdo de la muerte. Su contraparte es la obra de arte que logra "resucitarnos de entre los muertos". Se comprende entonces el mal du siècle de los Musset, Maurice Guérin y otros genios obsesionados y desgraciados, como Novalis y Foscolo. 

Kierkegaard lo resume magistralmente: "... desde mi temprana juventud, una flecha de tristeza se ha clavado en mi corazón. Mientras esté ahí soy un cínico. Si la sacara, moriría". Guérin escribía: "¿Por qué no admitir que el mundo nos teje un sueño de hadas?"

Detallamos la crónica biográfica de la miseria de Maupassant (M. en lo adelante).

Desde 1880 la sífilis es su compañera diaria. Sigue la procesión de dolencias: jaquecas, dolores de estómago y musculares producidos por una posible vasculitis, problemas de la vista, friolencia. Vivir la vida para una cura que no llegará.

El verano de 1883 viaja a Sicilia con órdenes expresas de su oftalmólogo de que no lea. Francois Tassart, su valet desde 1883, nos cuenta que M. tomaba éter, antipirina y bromuro de sodio diariamente, como remedio contra la sífilis. Después de 1888 la jaqueca se hace más fuerte y persistente. Un nuevo síntoma: la pérdida de la memoria y la dificultad para pronunciar palabras con claridad.

A partir de 1889, M. tiene la certeza de estar volviéndose loco. Hay episodios en cuentos magistrales como Le Horla, productos de experiencias vividas por el escritor. M. alucinaba, fenómeno conocido en la medicina de la época como "alucinación autoscópica"; el sufriente puede ver claramente la imagen de sí mismo fuera de sí.

Julian Demazy, Enciendo una vela (1908) ilustración para Le Horla

M. escribe:
Estoy enfermo, y estaba tan bien el mes pasado... tengo una fiebre atroz, o más bien una excitación febril que hace que mi mente sufra tanto como mi cuerpo. Vivo bajo la opresión de un temor confuso e irresistible, el miedo al sueño, el miedo a la cama... es la fiebre, el delirio.
M. le cuenta a Paul Bourguet (otro dandi pesimista de la época) que una noche de 1889 sintió que alguien abría la puerta de su habitación. Sólo más tarde se percató que se trataba de él mismo. El "otro" permaneció con la cabeza entre las manos y comenzó a dictarle cuartillas, mientras M. escribía. Cuando terminó de dictar, la figura salió silenciosamente del cuarto. 

Julian Demazy, La aparición, (1908) ilustración para Le Horla

El poeta José-Maria de Heredia pensó que dichos episodios, tal como eran contados por M. eran el producto de una profunda autosugestión. No sabía Heredia que para M. el escritor tiene dos almas, una su yo natural, la otra, la que cavila y le da sentido a lo que la otra padece.

Los doctores le aconseron descanso, salir de vacaciones. M. hace caso y se larga de Paris a la Riviera en busca de sol, luego a Luchon, en los Pirineos –lugar conocido por sus aguas medicinales. No puede resistirlo; le da asco el olor de las aguas sulfurosas. Sigue para Dinonne-les Baines, pero a pesar de tres baños diarios no puede conciliar el sueño. Le escribe al Dr. Cazalis que está desesperado... "cansado de tantos baños". Dato interesante: M. siente "como si su cerebro (convertido en una pasta salinosa) le chorreara por las narices".

Un signo de la locura en ciernes es un episodio en compañía de Dorchain. Una tarde lo invita a la casa y le enseña toda una colección de perfumes para crear una sinfonía de olores, amén de leerle cincuenta páginas de su manuscrito final, jactándose que era su mejor obra –la que contiene el dato autobiográfico de su propio nacimiento en un establo. Al terminar la lectura comenza a llorar inconteniblemente, lo que Dorchain toma como el comienzo del fin.

M. sigue perdiendo la vista; sus ojos ahora no soportan ni la luz de un vela. Se queja de los mosquitos, siente que su cuerpo está impregnado de sal. Con tantos achaques decide escribir a su abogado en París con el propósito de redactar su testamento.

El 26 de diciembre de 1891, después de un breve paseo de diez minutos, volve horrorizado a su casa diciendo que había visto un fantasma. Al día siguiente, mientras come sufre un ataque de tos y después queda con la idea fija de que una espina enorme se le ha clavado en los pulmones.

El 1º de enero de 1892, M. debía almorzar con su mamá en su casa de Niza. De acuerdo con Tassart, el escritor tuvo gran dificultad al afeitarse. Estaba muy nervioso y con un poco de fiebre. A la despedida, M. comieza a llorar incontrolablemente. Esa noche, a su regreso a la recámara sufre un dolor de estómago espantoso. Después de la media noche, al parecer en un acto de desesperación saca el revólver y dispara, apuntando a la sien. Sigue vivo y concluye que es invulnerable a las balas. Llama aterrorizado a Francois. No le corre la sangre. Antes que Tassart intervenga, M. usa el abridor de cartas y trata de degollarse. Ahora corre la sangre, pero la herida no es profunda. Tassart llama a dos marineros del Bel-Ami (el bote de M.) y a su médico.

No se sabe quien decidió internar a M. El 7 de enero llega al sanatorio de la Rue Berton # 17. Fue examinado por los Drs. Blanche, Meuriot y Franklin Grout. Por un tiempo recibe visitas. Tassart permanece con él hasta el 20 de abril de 1893. Después de ese día nadie pudo ayudarle más. Edmond de Goncourt nos cuenta que el Dr. Blanche le había comunicado a la princesa Matilda que en M. se daba "un retroceso a lo animal".

Pasa los días corriendo por los pasillos del sanatorio, gritando a voz en cuello, maldiciendo a un enemigo imaginario. Por las noches le dan ataques obsesivos. Una vez cree tener piedras preciosas en el estómago. De acuerdo al testimonio del barón Lombroso (quien fue capaz de preguntar testigos creíbles) M. tenía personalidad paranoica.

Luego no quiere ver más a ninguno de sus amigos. Nadie sabe por qué ni su madre ni su padre tratarán de verle (la condena de Laure Maupassant fue que sus dos hijos muriesen antes que ella, y vivir desolada hasta su muerte en 1903).

M. fallece el 6 de julio, 1893, a los 43 años de edad, completamente paralizado y delirante. De acuerdo a los médicos, la sífilis había degenerado en neurosífilis. Ninguno de sus padres asiste a su entierro en el cementerio de Montparnasse.

Conociéndolo, Zola escribió:
 ... además de su gloria como escritor, Maupassant será siempre uno de los más felices y más infelices hombres que el mundo haya visto jamás.

domingo, 19 de febrero de 2023

Culinarias

Pieter Claesz, Naturaleza muerta con comida, jarra y copas en la mesa, 1597. 


alFredoTriFf


Café y guayabera no ligan. 

Degustar y tragar son archienemigos. 

En asados, no confundas el pollo con la gallina.

Más vale cuchillo con filo que abundancia de vegetales. 

Con harina y calor, gorgojos. 

Sábado por la tarde, caldo de carne. 

Merengue hecho, batida doble.

No frías el pescado en el mismo aceite.

Lechuga sucia, lombrices.

Si cortas la cebolla no mires la tele.
 
En boca vegetariana no entran faldas. 

Si no hay filete, palomilla. 

A vegetariano radical, carnívoro tajante.

Potaje de negros, arroz blanco.

Cocina feliz o mejor, no cocines.

La leche descremada es para almas anodinas.

A sushi de congrí, ajiaco de algas. 

No confundas la pasta con la plasta. 

¿El pollo? Se descuartiza con hacha. 

Más vale pulpo asustado que duro. 

Falsa modestia, nunca critiques tu comida en la mesa. 

Cuchillo que no corta, ¡sola vaya!

Pan siempre caliente y con mantequilla a mano.

Si comes ajo, mastica perejil. 

Un huevo frito exige manteca de puerco, yema líquida y clara tostada.

A chicharrón de puerco, arteria tupida.

Con las salsas, mucha paciencia. 

¿Mucho aliño? Mal gusto.

Café con leche con leche hervida y café colando.

Si te invitan, nunca lleves vino barato.

Cocina salutífera con los huevos frescos.

En la mesa no se hable de política, ni de achaques.

Mete la punta del cuchillo y que salga seco. ¡Ya está a punto!

Cocina con los colores de un Monet.

Boris en 7

Retrato de Músorgsky, Ilya Repin, 1881.

alFredoTriFf


Aquí les presento al compositor Modest Músorgsky (uno de los famosos "Cinco" del romanticismo ruso), pintado por el gran Ilya Repin (1881). El asunto tiene que ver con Boris Godunov, la ópera del Músorgsky. Obra insólita e incomprendida, criticada duramente por casi todos los coetáneos del compositor, incluso el crítico Stasov (episodio bizarro que merece un artículo en sí mismo) pero el asunto es otro. Un artículo de Carpentier para El Nacional (1953), titulado "Boris en disco". 

El escritor abre con un gancho: 

¿Recuerdan ustedes el comienzo de Boris Godunov? ... Se escuchan siete notas, sin acompañamiento, cantadas por un instrumento de madera. Siete notas. Pero son siete notas que sólo pudieron haber sido escritas por un ruso. Toda la idiosincrasia musical del ruso, su sensibilidad melódica peculiar, las inflexiones características de sus cantos populares están en esas siete notas que, al punto, realizan el milagro del genio, hervor de vida que es el de toda una época en siete notas. Porque Boris Godunov, como el Orfeo de Monteverdi es una de las cumbres del drama lírico universal. 

Yo tan tarajalludo y nunca había oído Boris Godunov de Músorgsky hasta ayer, por Karajan con la Filarmónica de Viena (1970). Por supuesto, Carpentier se queda corto, porque la gran música es irreducible (ja, ja, cuántos se equivocaron con Boris Godunov, hoy considerada acaso la mejor ópera del repertorio universal). 

Oyéndola me perseguían "el hervor" de la palabra y el número "7". Ah, ¿el instrumento de madera mencionado por Carpentier? El más noble de la sección de viento madera, el oboe, en el registro grave poco usado del instrumento. Sé que jamás olvidaré esas siete notas rusísimas del comienzo de Boris Godunov de Músorgsky.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Vladimir Tolstoi, visto por Ilya Repin

Ilya Repin, Tolstoi descalzo, 1901. El trazo tosco, rápido y de vívido color, ciento por ciento ruso, de Repin es inigualable.
 

Tolstoy odiaba posar, pero decidió hacerlo para Repin. Queda una carta que escribe a Vladimir Chertkov: 

Hace una semana que Repin se queda con nosotros para pintar mi retrato. Ocupa mucho mi tiempo, pero estoy contento. Me gusta mucho posar para él, un gran artista y una persona buena y seria. 

Tolstoi descalzo, detalle.

En efecto, Repin compartió con Tolstoi una semana. Dibujó varios bocetos de Tolstoi en su estudio, leyendo, caminando, hablando con los campesinos y arando el campo. 

Repin rememora cómo un día de agosto, el calor en pleno apogeo, Tolstoi ara la tierra negra y fértil durante seis horas, sin descanso. 

Tenía un cuaderno de bocetos conmigo y, sin perder tiempo dibujé cada detalle, ... inolvidable.


lunes, 30 de enero de 2023

Martí no debió morir en Dos Ríos

La muerte de Martí en Dos Ríos, Esteban Valderrama, 1918

alFredoTriFf


Poder ser

no es tener que ser

"Martí murió en Dos Ríos"

pero,

también es cierto que

"Martí no debió morir en Dos Ríos"


Lo problemático desdice lo asertórico

Se abre 

                                                                    un reino de muy distinta amplitud 

"Martí no tenía que morir en Dos Ríos"

                                           no

mientras desembarca aquella noche 

"en una pedrera desconocida de nuestras playas en que llevé el remo de proa bajo el temporal"

Poder ser

¿no es así mismo poder no ser?

                            La mente

                  obra tientos hipotéticos

                                                si hubiera llegado muy enfermo a Dos Ríos

                                                si Gómez hubiese sido más firme en que no saliera

                                                si al cruzar el río Baconao hubiese burlado la nefanda

                                                si hubiese muerto el Ängel no el apóstol

                                                si no hubiese mandado al guajiro Carlos Chacón con el encargo de 

                                                traerle café (delatando este el paradero a los españoles)    

                                                                    

todo irrealis

libertad de

        la libertad 

                                            de lo posible

empero 

entra la efectuación 

de 

lo real 

y

el hubiese              

                               se alej

                        Pretérito escrito 

                sobre piedra

                        ¡que la vida aparezca en lo carente!

vida inefectuada

                            vida inefectiva

                                                    vida ineficaz

Lo que fue 

        no podrá                                                            ya

jamás

no ser

viernes, 13 de enero de 2023

pendejo Occidente


alFredoTriFf



Cada tiempo con su tiempo. 

El segundo Carpentier (1942-1959) no podía ser marxista. ¿El Marx optimista, discípulo de Hegel, admirador de Schiller, aprendiz de Platón? Na.

Carpentier era epígono de Wagner y Unamuno, seguidor de Spengler, discípulo Nietzsche, admirador de Schopenhauer, estudioso de Schelling. 

Al final de Los pasos perdidos Carpentier otea su futuro, que es ahora nuestro presente. El hoy en día del occidente derrengado, narcisista, frívolo, culpable y acaponado, alabancioso y exhausto que nos toca. 

Un occidente apocado y pendejo.

Porque aquí, en la multitud que me rodea y corre, a la vez desaforada y sometida, veo muchas caras y pocos destinos. Y es que, detrás de esas caras, cualquier apetencia profunda, cualquier rebeldía, cualquier impulso, es atajado siempre por el miedo. Se tiene miedo a la reprimenda, miedo a la hora, miedo a la noticia, miedo a la colectividad que pluraliza las servidumbres; se tiene miedo al cuerpo propio, ante las interpelaciones y los índices tensos de la publicidad; se tiene miedo al vientre que acepta la simiente, miedo a las frutas y al agua; miedo a las fechas, miedo a las leyes, miedo a las consignas, miedo al error, miedo al sobre cerrado, miedo a lo que pueda ocurrir. Esta calle me ha devuelto al mundo del Apocalipsis, en que todos parecen esperar la apertura del Sexto Sello —el momento en que la luna se vuelva de color de sangre, las estrellas caigan como higos y las islas se muevan de sus lugares.

domingo, 1 de enero de 2023

Discutir entre cubanos


Discutir A un discutidor: Yo no discuto jamás. Creo lo que creo firmemente, porque lo he meditado mucho antes de creerlo. Oigo, y si tienen razón, cambio. Pero no tengo soberbia bastante para creer que puedo convencer a los demás, ni humildad bastante para creer que puedan convencerme a mí.—José Martí.

alFredoTriFf

Discutir entre los cubanos es destino NON STOP. La logorrea sigue siendo nuestra empresa consolidada. Discutimos mucho y resolvemos poco. ¿Cuál es el papel? De momento, evitar lo conciso, que a este punto comenzamos a tratarnos. Discutir cubanamente es lucha de contrarios, juego de abalorios. Sondear personajes y retóricas ficticias. 

Quede claro: Con discutir no se resuelve nada -o casi nada. Por otra parte (se objetaría), eso no se sabrá hasta que no se discuta. Indudablemente. No hay soluciones a priori, y menos a posteriori. El tiempo crea la ilusión del concierto barroco, aunque críticamente hablando, siempre habrá un bloqueo que nos embargue. Es exigencia del dativo. Se debe a la circunstancia. 

Vayamos por partes: Primero, ¿quién tiene la razón? En cubano, el que discute. "No, Ud. se equivoca, aunque no me corresponda decirlo". ¿Hay que probarlo? ¡Ay, que rico está! Segundo, hay que descubrir la clave del desacuerdo. Que cada parte exponga su punto, sin nerviosismos ni contagios. Ya habrá tiempo. 

La comunicación es maniobra, teoría, sin más preámbulo. En el lenguaje está la clave. Busquémoslo. Por ejemplo: el embargo. ¡Qué bloqueo del tiempo! 

Aparecen análisis penetrantes (como se espera de lo analítico). Hay pro y contra. Los embargos son prolongados y se dilatan. Sin embargo el bloqueo tiene su larga historia de obstáculos: el letargo del diferendo, el pro y el contra. Socialismo e imperialismo en pugna constante. ¿Hay desacuerdo? Bastante. 

Trátase de tópicos emblemáticos que se remontan a más de seis décadas. ¿No hubieron discursos resoluciones y congresos? Transcurrieron quinquenios. Cada año y su consigna: La Planificación, la Organización, la Economía, la Agricultura. A veces es Viet Nam Heroico, a veces Esfuerzo Decisivo, a veces Guerrillero Heroico. ¡Qué paranoico! 

Castro instauraba el bloqueo como excusa de la miseria. La utopía tornábase futuro imperfecto del día a día. Seguían interminables cuentos de Tía Tata, arengas y crisis. El imperialismo no ceja con su amenaza. Prevalece el pueblo disciplinado, enérgico y viril. ¡Qué uniforme! ¿Miseria o bloqueo? ¡Las dos! Gritaba EL PUEBLO enamorado de LA VOZ.  

LA VOZ y su epidexis. 
LA VOZ y su homilética. 
LA VOZ y su Ipse Dixit. 
LA VOZ y su falo crótalo, 
lúbrico en presente gnómico.

Hay aprioris deductivos e independientes de la experiencia. ¡Ay! las temáticas castristas merecen un aparte ecuánime. No confundamos la libertad con la igualdad, la explotación con la riqueza, el poder con el capitalismo, la dictadura con la democracia, la razón maquiavélica con la razón revolucionaria. 

Volviendo a la discusión. Se guarda cierto barniz socrático. Se citan los antipáticos. Se exhiben conclusiones epónimas. ¿La evidencia? Brilla por su ausencia. Transcurren décadas y la historia se repite. Los años desfilan conmemorados. Se tornan en aniversarios de números romanos: El XX, el XV, el XXX. 

Hay amenaza externa, 
hay marchas, 
hay apagones, 
¡Ay! Período especial.

La politología  consiste en probar lo improbable y discutir lo indiscutible. Cada interlocutor buscará afanosamente la negación del epísteme del otro. En cubano discutimos en volúmen 10 (del 1 al 10). ¿Razones? Faltarán siempre. Pasemos de la escrupulosidad ecuménica al desborde operático. Contrapunteo, café y tabaco. No hay humo que niegue la tradición ni columna que se le parezca. Si el estado es socialista y la familia es el estado, ¡a vivir en la aporía! 

El discurso se vuelve sombrío. Cunden pavorosas estadísticas. El mundo está en peligro. LA VOZ ya no existe, pero otras voces siguen pidiendo sacrificio. 

¿Discutir? Es nuestra pasión. 
La música en Cuba. 
La razón del son.