lunes, 27 de febrero de 2017

Negros, ustedes pasan trabajo pero lo logran

Los Óscar han provocado una bochornosa sorpresa, tras ser emitido en vivo y para todo el mundo un dictamen equivocado sobre el galardón a la mejor película del año.

Cuando se entregó el premio a Mejor Filme, se anunció, de forma clara, que “La La Land” era la triunfadora. El staff subió al escenario y emprendió el ritual  de agradecimiento

Instantes después, uno de los productores de la película interrumpió su intervención y comenzó a exhortar al equipo de otra de las nominadas, “Moonlight”, a que subieran al escenario.

“Ustedes ganaron. Esto no es una broma. Lo lograron”, decía, mostrando la certificación que probaba la elección de la Academia.

Los actores y realizadores de “Moonlight” subieron entre consternados y sorprendidos  a disfrutar de su premio.

Negros, ustedes pasan trabajo, pero lo logran. Aunque el subconsciente colectivo no los acompañe. (JR)

viernes, 24 de febrero de 2017

Chet Baker - Laura



Chet en el clásico de David Raksin. Un regalo para los oídos. Sobre todo cuando uno recién arriba a los sesenta y la llegada a puerto se prolonga hasta la madrugada. Acompañan a Baker: Bruce Thomas ( piano) Jacques Pelzer ( soprano saxo) Gianni Basso ( tenor saxo ) y  Giancarlo Pillot (drums). (JR)

viernes, 17 de febrero de 2017

a Cuban state of mind: march 2 - april 30


Manhattan, NY (15 de febrero, 2017) - La iglesia First Presbyterian Church in the City of New York (FPCNYC) se enorgullece en anunciar la presentación de “Cuban State of Mind” como parte de su programa Art at First.

El programa incluirá destacados artistas visuales, músicos, cineastas y educadores. Jorge Moya, el curador del programa, mencionó, “Los esfuerzos de esta noble institución nos permiten compartir los indiscutibles logros de este grupo de artistas y su impacto en el arte contemporáneo de Nueva York”.

La serie "Cuban State of Mind" se inaugurará con la exposición de arte "Origin and Circumstances” el 2 de marzo, y durará hasta el 30 de abril. La muestra incluirá pinturas, dibujos, fotografías y esculturas de cinco artistas cubanos radicados en Estados Unidos. Las obras son una reflexión sobre la historia cubana y la cultura contemporánea. La exposición incluirá pinturas y acuarelas de Ariel Cabrera Montejo, dibujos de Jairo Alfonso, fotografías de Giorgio Viera, pinturas de Geandy Pavón y esculturas de Armando Guiller.

La serie "Cuban State of Mind" también contará con presentaciones musicales de los artistas cubanos David Virelles y Melvis Santa. El 12 de marzo a las 4pm el pianista y compositor David Virelles interpretará Lineage, un programa dedicado al legado del piano cubano. Desde el danzón hasta los nuevos sonidos del jazz afrocubano, el intérprete llevará a la audiencia a través de los diferentes periodos que definieron el idioma de este instrumento en la isla.

El 30 de abril a las 4pm, la vocalista, pianista, bailarina y actriz cubana Melvis Santa ofrecerá un concierto de piano acompañado por tambores batá. Conocida por su creatividad artística, Santa hizo su debut musical como fundadora del grupo Sexto Sentido, el cual fue celebrado por la leyenda del jazz cubano Chucho Valdés como "el mejor cuarteto vocal cubano de los últimos 30 años". El New York Times definió su estilo musical como "poseedor del alma de la música soul de los años 70, pero perteneciente a las tradiciones musicales afro-cubanas".

El 2 de abril a la 1pm FPCNYC presentará el documental Patria O Muerte, un vívido retrato de la Cuba contemporánea, dirigido por Olatz López Garmendia y la producción ejecutiva de Julian Schnabel. La proyección incluirá una charla con el profesor José C. Moya de Columbia University, el productor del documental, Miguel Sirgado, y Gerardo Muñoz de Princeton University.

Para obtener más información, visite www.fpcnyc.org o llame al 212.675.6150.

sábado, 11 de febrero de 2017

Serendipity (Rafael López Ramos y Natasha Perdomo)


La alegría del fuego y sus lenguas de calor

Lorenzo Casanova

Ingeborg Portales

Ella dejó de ir a la iglesia el mismo día que el Padre Lorenzo mandó a desarmar los confesionarios. Esa mañana convocó fervorosamente a todos los fieles al final de la misa dominical. Al atardecer las campanas comenzarían a repicar para recordar a todos los olvidadizos.

Pararon de sonar justo cuando la luna apareció sobre el campanario. Cada tabla del confesionario había sido convertida en leña y colocada meticulosamente como si se tratara de un horno de carbón. Jesús, el Sacristán, había rellenado el acetre con gasolina para esta celebración. El cura elevó el hisopo empapado y dibujó una cruz, rociando las maderas amontonadas. A pesar de que no pronunció bendición alguna, los fieles repetían una y otra vez “amén”. El Padre Lorenzo miró a Jesús y éste dejó caer las cerillas encendidas sobre las maderas. Las caras de los fieles se iluminaron con la alegría del fuego. En lo adelante cada cual cargaría con sus culpas y arrepentimientos. No más penitencias. Entre murmullos de rezos y salmos de agradecimiento, los confesionarios se deshacían, crepitantes, en lenguas de calor.

Nadie la vio llorar. Siempre ocultaba su cara con greñas de pelo. El reloj de la torre anunció la hora con once campanadas. Los fieles comenzaron a marcharse. Ella esperó hasta que no quedó uno, hasta que los confesionarios no eran más que un montón de cenizas calientes que el aire de la media noche esparcía sobre los tejados.

Hacía mucho tiempo que pensaba: "Dios ha dejado de escucharme". Pero a pesar de sus sospechas, ella había seguido atravesando el portón de la iglesia cada noche. En ese momento tuvo la certeza de que ya no tendría ningún sentido volver a hacerlo. No existía más la posibilidad de arrodillarse ante él y confesarle sus deseos más perversos por la rejilla.

domingo, 5 de febrero de 2017

Orlando Jiménez Leal: La música como obsesión


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Todos conocemos a Orlando Jiménez Leal, el prestigioso cineasta y guionista cubano. Pocos conocen a Jiménez-Leal el connoisseur y amante de la música. Hemos compartido veladas musicales y me ha sorprendido la intuición de Jiménez Leal de enriquecer lo que escucha. Orlando es una especie de etnólogo de la música, capaz de asociar el estribillo en una canción a una culinaria, el mambo de los metales de una orquesta a una playa de Marianao, el melisma de una diva habanera con el salitre del puerto en la madrugada. Con la música Orlando choca con la tradición, o explora un dato antropológico furtivo pero necesario, o trae la música a la literatura o −como todo cubano− a la política. La entrevista que sigue tiene el propósito de presentar ese lado musical poco conocido de Orlando Jiménez Leal.

Cuéntanos un poco de ese interés antropológico e historiográfico que tienes con la música.

Fue el encuentro fortuito de una biografía de Guido de Arezzo que, obsesionado por evitar que los cantantes olvidaran la letra de los cantos gregorianos, inventó el tetragrama. Con ello no sólo evitó que los cantantes no olvidaran la letra si no que logró que, en el tiempo, nosotros también la recordáramos. Me obsesionaba la idea que en unas líneas horizontales y con unos signos musicales se pudiera “atrapar “la música. Es el mismo interés antropológico que siento por la pintura. Como hemos visto en las cuevas de Altamira, el hombre primitivo se dedicaba a “cazar imágenes” que, para conservarlas en el tiempo, las pintaba. La música, decía Borges, es también, una misteriosa forma del tiempo.

Cuando hemos escuchado música juntos, por ejemplo, de los años 50, has construido una especie de sico-geografía. Hablas de una “música de playa” o “música de cabaret” o “música de victrola”. ¿Cuál es la diferencia?

La psico-geografía pretende entender el efecto que tiene el ambiente geográfico sobre las emociones de la gente. Sin embargo, pienso que es la gente la que impone un estado de ánimo sobre la música. Lo que llamo “música de playa” es una música de espacios abiertos que rehúye en sus letra a la noche y el reproche, y donde casi nunca hay ni saxos ni violines. La música de playa, “huele” a mar y a salitre. Se oía, y esto para mí siempre fue un misterio, casi exclusivamente en los bares de las playas. Y en sus letras se había superado al despecho. Describían, casi siempre, el paisaje después de una batalla amorosa: “Total, si me hubieras querido, ya me hubiera olvidado de tu querer…”. O “yo tendré una como tú… tan linda…”

Esta música optimista y playera está en completa oposición a esos encantadores boleros, obscuros y tenebrosos, de encuentros y desencuentros, suicidios y amores imposibles que con ciertos ecos jazzísticos se oían en los prostíbulos o en los cabarets de segunda categoría y en las victrolas de las bodegas de las esquinas de los barrios de La Habana.

¿Cuál es la década de la música cubana que más te llega?

Es difícil determinar una década preferida porque muchas canciones saltaban de “una década” a otra. Yo siempre he sentido nostalgia por un pasado no vivido, y la única manera que tenía de vivirlo era a través de la música. Hay grupos claves en la música cubana de todos los tiempos. Sobre todo, en las primeras cinco décadas del siglo XX: El Sexteto Habanero, Ignacio Piñeiro, Los Muñequitos de Matanzas, el Trio Matamoros, Chapotín, la Orquesta Sensación, la orquesta Casino de la playa y, el epítome de los años cuarenta: Chano Pozo, que tanta influencia tuvo en el jazz. Pienso en esa composición de una sola palabra:
blen, blen, blen,
blen, blen,
blen, blen, blen.

Los años cincuenta pertenecen a las Big Bands: Lecuona Cubans Boys, la Orquesta Riverside, El Conjunto Casino, Beny Moré y su orquesta; aunque mi preferida es la más urbana, cosmopolita y habanera de todas: La Sonora Matancera.

Hubo orquestas, sin embargo que trascendieron las fronteras. Me refiero a un genio olvidado: Pérez Prado. La encantadora Lecuona Cubans Boys fue la orquesta más admirada en la Europa de mediados del siglo pasado.

¿Por qué la música resulta un norte cultural tan fuerte para ti?

Desde el son de La Ma’ Teodora a Ñico Saquito y Ernesto Lecuona. Desde las danzas de Cervantes y Saumell pasandp por Julián Orbón y Aurelio de la Vega, creo firmemente que en la música es donde el cubano alcanza su máxima excelencia. Sobre todo por su riqueza y la influencia que ha ejercido en el mundo su música popular. El cubano también ha demostrado gran talento para la pintura y la literatura. Por el contrario, ha sido poco agraciado para el cine. Lo peor que les pudo pasar a los cineastas fue que les dieran la oportunidad de demostrarlo. Pienso que si la gente con talento que yo conocí en Cuba que hacía cine, se hubieran dedicado a la música, habrían llegado muy lejos. Gutiérrez Alea era un pianista clásico excelente. García Espinosa fue un gran bailarín.

¿Cómo ves la música como cineasta?

OJL: La historia de la música, es la historia de los ruidos como formas musicales. ¿Cómo es que un ruido se convierte más tarde en armonía, en ritmo, en melodía? Es un enigma. En el cine el director escoge una melodía porque sabe que es “esa” y no otra, la que va a crear una atmósfera determinada. Esa música puede ser un acorde de Schoenberg o un vals de Strauss. Y en ese sentido, para mí la música en el cine es un “ruido más.” Dejarse llevar por las tentaciones de usar la música para manipular emociones de una manera fácil, es un mal truco que te lleva, en el mejor de los casos, nunca mejor dicho, al melodrama.

¿Qué te parece la música incidental para películas? ¿Tienes algún compositor favorito?

Más que una música incidental, yo hablaría de la música “accidental”. Es decir, la música que parece estar allí por accidente. Pienso en Erick Satie y su Musique de ameublement, o en las películas producidas por Hal Roach, donde la música comenzaba en el primer fotograma del film y terminaba con la palabra “Fin”. Y todo esto sin ninguna conexión aparente entre la imagen y el sonido. Por el contrario, me encanta la música descriptiva, como el uso que hacen Hanna y Barbera de la “Rapsodia húngara” de Liszt en “The Cat Concert”, ese extraordinario cartoon de Tom and Jerry.

Sin embargo, toda mi teoría sobre la música en el cine la pongo en duda cuando pienso que mi músico predilecto es Bernard Herrmann, el compositor de todas las películas de Hitchcock. Y last but not least, Miklos Rozsa, que compuso la banda sonora de “El ladrón de Bagdad” la película que, tal vez, he visto más veces en mi vida.

viernes, 3 de febrero de 2017

¡contribuye con el Museo de la Diáspora Cubana!


Amigos, colegas y amantes de las artes y la cultura de la diáspora cubana:

El Museo de la Diáspora Cubana con sede en Miami ha emprendido una jornada de captación de membresías y donaciones que contribuyan a mantener la institución abierta al público con una programación dinámica y actualizada. Al final de este mensaje aparece el link donde pueden seguir los pasos para aportar lo que esté al alcance de sus posibilidades.

No es secreto para nadie lo difícil que es cubrir los gastos operativos de una institución de este tipo, cuya misión es estudiar, recopilar y mostrar la historia cultural y los testimonios de los logros del exilio cubano a lo largo y ancho del planeta. El Museo de la Diáspora Cubana ha sido construido y concebido al servicio de esa comunidad dispersa y es, por tanto, una criatura que le pertenece y le toca ayudar a crecer y sostener a fin de respaldar su misión social.

Apelamos a la sensibilidad de cada exiliado para que con su contribución el Museo pueda cumplir con los nobles propósitos que llevaron a su creación. No hay sentido de la identidad sin memoria histórica. Este Museo es una inestimable oportunidad institucional para el autorreconocimiento de nuestros rasgos y valores como nación desplazada. Privarnos de él sería como seguir navegando sobre una balsa a la deriva.

Contribuyamos pues. Con lo que se pueda. ¡Cada dólar cuenta!

Gracias.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Armengol, con generalizaciones fáciles no hay esperanza

¿no hay derecho a prostestar? pues a prostestar.  

aLfrEdo tRifF

Acuso recibo del artículo titulado Sin esperanzas, de Alejandro Armengol, para cubaencuentro
En Miami no hubo urgencia en imponer un límite al recuerdo y un cupo a la nostalgia. Hubiera sido mejor un cartel preventivo: exiliado cubano, guarda en tu pasaporte de origen todo el rencor; declara en la aduana las injusticias sufridas y deja en la maleta las frustraciones.
No hay urgencia puesto que no existe manera de limitar la nostalgia. Estudiosos Sociólogos, antropólogos, y poetas concuerdan que la nostalgia es un sentimiento adecuado y necesario que evoca el pasado. Debe reiterarse que la nostagia del exilado no es un mal.  

Otra conflusión de Armengol:
Sin embargo, en quienes rechazan al régimen dentro de la propia Isla no impera el afán contrarrevolucionario de destruir por completo a la sociedad existente, ni tampoco la vuelta nostálgica a la Cuba de ayer.
Pocos exilados sueñan con "destruir por completo la sociedad existente". Lo que el contrarevolucionario deseaba era destruir el castrismo, algo harto difícil, si consideramos que tanto castrismo como anti-castrismo son condiciones particulares del cubano antes de Castro.

Armengol no tiene herramientas de encuesta dentro de Cuba para tal aseveración. Por otra parte, estudiosos como Walter Benjamin, o Hans Blumenberg han dejado claro que ninguna vuelta al pasado desde la nostalgia implica una vuelta real.  La "vuelta" de la nostalgia es intelectual/emocional. En Cuba quedan pocos realmente con esa nostalgia "de ayer". La gran mayoría del bando nostálgico está de este lado.

Luego está el tono de Armengol en este artículo: impaciente, por momentos irritable:
En Miami algunos no han podido sacarse los clavos del castrismo, pero quieren que los demás carguen la cruz por ellos: a confesar la fe en la "lucha anticomunista'' o arriesgarse a ser azotado en la plaza. Inquisición radial y televisiva, centuriones de esquina, cruzados de café con leche, apóstoles de la ignorancia. Irse de la Isla para continuar con una comparación inútil y absurda: responder al mal con el desatino y a la represión con la intransigencia.
¿Por qué confundir nostalgia con intransigencia? Un intransigente no tiene que ser exilado y un exilado puede ser tan tolerante como Afra de Augusta.

(no hablemos ya que presumir de transigencia para criticar la intransigencia debilita la primera).
Empeñarse en la violencia con la excusa de lo perdido. Son aquellos que rehúsan a limitar el terrorismo a una definición. Tienen un diccionario particular que esgrimen a conveniencia, y se escudan en el papel de víctimas para lanzar una cacería de brujas. La realidad es una ficción y las obras de ficción ejemplos reales, que utilizan en escritos y arengas para proponer tácticas ridículas.
Armengol gasta municiones por gusto. La intransigencia (de por sí "intransigencia" no es nada malo: soy intransigente con la estupidez) es propia de todo exilio. Y aunque debe criticarse en su exceso, la crítica misma no debe acabar en cliché.
En lo que se refiere a Cuba, en la actualidad es correcto catalogar de reaccionario al gobernante Raúl Castro, cuyas anunciadas reformas son pocas, superficiales y atrasadas. Pero al mismo tiempo, la parte más visible del exilio —en lo que respecta a la opinión política— se niega a adoptar una posición progresista, y ha acogido con beneplácito la actitud ultraconservadora incendiaria que caracteriza a Trump y al Tea Party. En una contradicción política más, estos exiliados adoptan al mismo tiempo la nostalgia retrógrada y la combatividad de Trump. Son revolucionarios-reaccionarios.
¿Dónde vive Armengol? Si solo una mitad del exilio votó por Trump eso desmorona la tesis de un exilio en masse, intransigente (no caigamos de nuevo en la generalización de Hillary, que el votante de Trump es "deplorable").

Es cierto que en el exilio cubano se ha explotado la nostalgia como un bálsamo de Galaad y en este sentido Armengol ha sido un crítico constante y minucioso. El peligro está en agotar lo válido del discurso con fáciles generalizaciones.