lunes, 22 de febrero de 2010

Music Hall de Cuba en Moscu


Ernesto González

Y salió de gira hacia Europa, el Music Hall de Cuba, con sus boleros sin muerte, los ritmos que se habían cocinado en la isla parrandera y uno reciente que arrebató a París. Y siguió el delirio cubano por acampado en un pueblo junto a una unidad militar del Pacto de Varsovia, y los bailarines de la compañía habían corrompido a los reclutas en los bosques cercanos, donde había habido mucha locura; y llegaron a Moscú a trepidar los oídos y las mentes de esa aldea gigantesca, estos cubanos vienen de Francia, con modelos, rumberas y un baile de tambores que se llama Mozambique, y las entradas se revendían al doble en los alrededores del Palacio de los Deportes, y los moscovitas y los estudiantes cubanos las compraban.

Rafa y Matías asistieron al espectáculo. Y era que Sonia Calero baila una rumba, y Elena Burque y José Antonio Méndez descargan sus bolerones; y Celeste Mendoza baja del escenario con ese aire suyo de Reina del Guaguancó y le besa la calva a un viejo de la primera fila, quien brinca y abandona indignado el teatro; y hay mucha risa, calor y baile. Y el cierre del espectáculo estremece al Palacio de los Deportes de Moscú. Camaradas, recibamos con un aplauso el gran cierre de esta noche cubana inolvidable: Pello El Afrokán y su ritmo Mozambique, que es esto que llega y pierdo la calma, que toda mi sangre grita, ¡eh, Mozambique!, ¡que toda mi sangre grita, eh, Mozambique! Y Matías mueve su corpulencia uraloaltaica detrás de ti, Rafa, a tu derecha, a tu izquierda, y toda mi sangre grita, eh, ¡Mozambique!, ¡y toda mi sangre grita: eh, Mozambique! Bullicioso pretexto para pegarse a tus nalgas, a tu costado, para rozarte un codo. Y del teatro se desplazaron al hotel donde se hospedaban los artistas. Y Pello, el Afrocán, parado en el medio del vestíbulo: ¡A relajarse, que paga Pello! Y en el restaurante, Rafa y Matías (continuo anacronismo uraloaltaico en ese aquelarre de cubanos), bebieron vino, cerveza, champagne y se emborracharon como había querido Pello.

Y a la tarde siguiente, Elena y José Antonio cumplieron su promesa de visitar los albergues, y en uno de los salones de estudio se formó la descarga. Duele, mucho, duele sentirse tan solo, saber que llegó el in de todos tus besos, que es por mi culpa que estoy, hoy padeciendo mi suerte, duele, mucho ser como soy. Y el gigante uraloaltaico estuvo al lado tuyo oyendo esos boleros eternos, disfrutándolos sin entenderlos; y un bailarín del Music Hall te miró, Rafa, y tú le sostuviste la mirada, un corrientazo cubano, y Matías los descubrió, te empujó delante de la gente y se perdió. Y tú continuabas jalado como había querido Pello, y no parabas de hablar con tu compatriota, bailarín del Music Hall, que te había dado el corrientazo.Cerca de las tres de la madrugada, el trovador de la universidad, borracho, pide cantar Cuba qué linda es Cuba, quien la defiende la quiere más... Y en ese instante, al bardo le viene una arqueada y casi le vomita encima a Elena Burque; y puso en el suelo la guitarra que abrazaba, y fue corriendo al cagadero colectivo y a su cuarto. El gordo Godofredo lo sigue, el trovador está acostado en su litera, roncando como un bendito, vestido y calzado; y el gordo le abre la portañuela, se sienta en el piso y le da un concierto a la picha muerta de alcohol y se la estira, y así estaba al entrar dos estudiantes cubanos, enviciado, rojo, sudoroso, con cara de éxito por habérsela puesto salaza a su compañero trovador.

Matías se había ido de vacaciones a Hungría sin despedirse de ti, no se habían visto desde el empujón en el albergue durante la descarga de Elena Burque, duele sentirse tan solo, saber que llegó el fin de todos tus besos (no se volverían a ver jamás); y el ambiente en los dormitorios y las aulas donde hay cubanos se había tornado opresivo. El gordo Godofredo había estado preso en la embajada cubana en Moscú y había sido devuelto a Cuba, acusado de inmoralidad por su trabajosa mamada de borrachera. Y se anunció un próximo apocalipsis de asambleas catárticas y consiguientes mea culpas, y los becados especulaban acerca de quiénes serían expulsados, susurrando nombres y apellidos en los pasillos, en el comedor y en los baños...

Qué despertar horrible, Rafa, impensable ni siquiera para un cubano enamorado de un húngaro. Una linterna te alumbra el rostro sorprendido, dos desconocidos se identifican como funcionarios de la embajada cubana que vienen a buscarte, no preguntes nada, te lo explicaremos, tienes que acompañarnos. Te digo que no preguntes. Despiertas al checo halándole un pie y le aseguras no saber qué sucede y le pides que se lo informe al jefe del colectivo. Y te llevan del brazo a la residencia del embajador cubano (donde vivió Beria, el tenebroso jefe de la KGB); y en la oficina te esperaba Quintero, el responsable de los becados cubanos en la Unión Soviética. Godofredo te había acusado de maricón: Yo no soy el único homosexual en este colectivo, si me botan a mí tendrán que botar a unos cuantos tapiñados. Y estabas tan deprimido por la ausencia de tu húngaro y su partida sin adiós, y te hostigaron con tantos gritos y amenazas, que acabaste de asumir lo que nadie hubiera podido probar y parecía imposible entre un uraloaltaico y un caribeño, sí, sí, déme acá, firmo ese papel y mándenme para Cuba, para el infierno, para dondequiera, y ahora déjenme dormir unas horas. Por favor, déjenme dormir unas horas, no soporto esto, por favor se los pido.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Este no es el mismo Ramon Alejandro??

JR dijo...

Está muy bien como el texto deriva de la comedia a lo dramático. Opino que el gordo Godofredo se debía haber atragantado en la mamada. Fenecer por broncoaspiración de unas pulgaditas de pinga. Ernesto, aquí vas más apegado a la trágica insolencia de Arenas. No dejes de enviar trabajos.

El afrokAn dijo...

Me gusta tu estilo Ernesto.

Anónimo dijo...

Escribe igual que el Alejando.

Alfredo Triff dijo...

Rafa y Matías están metidos en tremendo potaje, que llega de un futuro inmisericorde, y que luego se hace placentero en el relato.

Deleitable, Ernesto.

Anónimo dijo...

¿ke kiere la niña? la niña no kiere na, como decía el afrokán... mmm, ¿ke kiere el narrador de Rafa? ¿continuará la novela de Yoko Ono?
omu-sonora

RI dijo...

Son cine tus viñetas; las veo de tan bien narradas. Y está también esa vida otra de “los gusanos rojos”. Saludos Ernesto.

LopezRamos dijo...

Muchas gracias amigos por amplificar la info de la exposición.
Un abrazo