domingo, 15 de diciembre de 2019

Nacho Mastretta - Baile en casa de Charly (1999)



JR 

Año 1999 es todavía aquel en que el cine español se asocia a los productores franceses antes de que se aproximen posteriormente a los productores argentinos. En ese año, Daniel Calparsoro, realizador barcelonés, filma Asfalto, la cual se estrenaría en febrero del 2000. Un thriller sin pretensiones que no se adjudicó premio alguno, pero que es digno de ver. Más que thriller, es un interesante argumento sobre una relación triangular. Aclaro esto porque la faceta emocional del ménage à trois se impone sobre la trama del suspense. Una indagación sobre este tipo de relación que en el cine español y en el de otras nacionalidades es inédita. No me explico como este filme se queda apocado ante la cosecha de premios (Asfalto solo obtuvo una nominación al Goya por la banda sonora) cuando montaje, edición, dirección dramatúrgica y actuaciones son impecables. No estoy hablando de una cinta excepcional, pero sí de un trabajo profesional excelentemente acabado. La mayor parte de la banda sonora entonces corrió por Nacho Mastretta, un conocido músico, compositor y productor discográfico barcelonés. 

El filme es una historia esencialmente urbana que se desarrolla en Madrid. La ciudad es protagonista en todo momento. Asfalto, les aviso, no es un título gratuito. Sin embargo, Calparsoro comete españicidio. La Madrid del director catalán se revela marcadamente napolitana. La influencia fellinesca es indiscutible y Mastretta músico sucumbe también al influjo. Su Baile en casa de Charly, que marca el momento iniciático de la relación triangular de los protagonistas es un evidente reciclaje del Nino Rota de Amarcord, 8 ½ y Julieta de los espíritus. Pieza que roza la tarantella y universos más íntimos de las barriadas de Nápoles, emerge en el filme de manera ingenua, descarada e insinuante. Cuatro acordes retro 70, sensuales, provocativos, chaplinescos y dramáticamente rosas. Con sus sudores melódicos, sus cadencias porteñas, su denso humo de cigarrillos y la llovizna pertinaz del jazz nos atrapa a la generación setentesca hasta ese drum fulminante. Fue nominada en su momento, junto a la banda sonora, al Goya. No lo ganó. Hoy, diecinueve años después, le otorgo el Tumiami Award. 

2 comentarios:

Alfredo Triff dijo...

Pieza que roza la tarantella y universos más íntimos de las barriadas de Nápoles, emerge en el filme de manera ingenua, descarada e insinuante. Cuatro acordes retro 70, sensuales, provocativos, chaplinescos y dramáticamente rosas. Con sus sudores melódicos, sus cadencias porteñas, su denso humo de cigarrillos y la llovizna pertinaz del jazz nos atrapa a la generación setentesca hasta ese drum fulminante.

Justísima descripción. El estilo de Mastretta y el de Goran Bregovic tienen un encuentro en el segundo círculo del laberinto.

JR dijo...

Lo que me encanta de Mastretta y su piquete es la actitud lúdica en la ejecución. El estilo primitivo de Moreno, el drummer, repartiendo "palos" tan rudos como precisos. El sonido del serrucho, los vientos sonando a retreta de banda municipal. La pieza compitiendo a ser background de algún número de Cirque Du Soleil y a la vez tan cinematográfica y cautivante.

Bregovic es mucho más diverso. Soy repitente empedernido de su Tango, composición de inconfundible sello rioplatense pero tocado con el velo tristísimo de las baladas eslavas. Solo se puede calificar con siete letras: hermoso