miércoles, 3 de junio de 2015

Cuba cambiará si un deseo genuino nos impulsa a acabar con el sinsentido y la estupidez


Antonio Rodiles
(tomado de Diario de Cuba)

Desde el mismo año 1959, Fidel Castro dejó muy claro que los espacios públicos eran solo para los "revolucionarios". Para lograr ese objetivo convirtió cada acto público en una arenga para intimidar a la ciudadanía. Muy rápido los cubanos vieron que los alardes se convertían en acciones y en turbas que podían arrasar con ellos y su seres queridos. El terror se implanto, la "revolución" se impuso.

56 años después, el totalitarismo pretende mantener su poder con la herramienta que mejor conoce, la violencia. Reactivar esos genes del pánico que te hacen poner una camisa de fuerza es prioridad del régimen.

¿Puede cambiar Cuba si seguimos sosteniendo la memoria del miedo? ¿Puede cambiar Cuba si aceptamos los términos de unos decrépitos ancianos y sus adeptos?

No se trata de un dilema entre un supuesto cambio pacífico y uno violento, como algunos quieren mostrar. Cuba cambiará si sentimos la determinación de hacerlo, si un deseo genuino nos impulsa a acabar con el sinsentido y la estupidez.

Desde hace ocho domingos, el régimen reprime brutalmente a un grupo de opositores que, unidos a las Damas de Blanco, reclamamos la liberación de los presos políticos. Dos puntos resultan intolerables para la dictadura: que le exijamos liberar a sus rehenes y que lo hagamos ejerciendo nuestro derecho a la manifestación pública y pacífica.

Sin embargo, lo que ha sido imprevisible es la capacidad de resistir que hemos demostrado ante los abusos y la impunidad de las fuerzas represivas. Casi un centenar de activistas nos mantenemos asistiendo a pesar de la violencia que se nos aplican. Resulta duro, pero nuestros derechos lo valen. No sabemos cuántos domingos más de abusos y atropellos nos esperan, pero estamos seguro de que la libertad ganará.

La semana pasada pedimos a algunos amigos que nos apoyaran, pues necesitamos ayuda para sostener este reclamo frente al silencio de la comunidad internacional. Rápidamente se pusieron en función de promover en twitter la etiqueta #TodosMarchamos. Se organizó "un twittazo" contra la represión, en apoyo a las marchas dominicales. Y el resultado no pudo ser mejor. Miles de tweets inundaron la red. Verlos fue un bálsamo después de tanto abuso.

El próximo domingo estaremos nuevamente en la calle junto a las Damas de Blanco, esas mujeres humildes, cargadas de virtudes y defectos, pero que se han plantado como pocos y a las que tanto tendrá que agradecer la Cuba futura.

Ojalá muchos se sumen. Fuera de la Isla, que todos los cubanos que ansían un cambio pongan sus tweets o acudan a espacios públicos para mostrar que Cuba duele. Dentro, que el resto de la oposición comprenda que la calle es un espacio de todos y que los golpes duelen, pero más debe dolernos la indiferencia.

Si #TodosMarchamos los domingos, el miedo y la dictadura se acaban. Hagámoslo.

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