lunes, 23 de septiembre de 2013

Karlos Pérez en el anagrama de la pintura cubana (2)

Ametropia phase-2 (oil on canvas)

Antonio Correa Iglesias

El proceso que de cierta manera ha comenzado a manifestarse en Cuba, tiene antecedentes en los años sesenta y particularmente a finales de la década del ochenta con la desarticulación del socialismo en la Europa del Este 5. Este escenario antropo-sociológico, político y conceptual no puede pasar por alto a la hora de analizar a un conjunto de nobeles creadores del campo de las artes visuales contemporáneas en la Cuba de hoy.

Y es precisamente en este escenario donde se inscribe la obra del Karlos Pérez, uno de los creadores más jóvenes que ha venido contribuyendo notablemente a este giro pictórico a partir de la búsqueda de nuevas formas expresivas. Karlos ha regresado a un Oficio no con la intención de recrearse en sus nada relamidas pinceladas, sino con el propósito de domesticar una práctica que, como un rostro de arena se desdibuja a la orilla del mar. Es sintomático que muchos de los egresados de las escuelas de arte en Cuba, no dominen verdaderamente un oficio, una técnica. Esto explica sobradamente porque grupo in crecento de creadores en el campo de las artes visuales en Cuba desarrollen una obra desde los soportes de los new medias o el performance. Fíjese que dije, algunos creadores. Lo que se disimula muchas veces con todo ello, es la in-capacidad de un oficio en el sentido tradicional del término.6 Lo mismo ocurre con mucha de la pintura que se produce. Parapetados en el bad painting, en cierta figuración abstracta que roza más con lo hermético, en una pulsión presuntuosa en el chorreo, en la pintura escurrida, en el sinsentido del brochazo empecinado y caprichoso, en el paisajismo desmedido y hedónico, en un representacionalismo tozudo, en lo naive como forma de encubrir su “auto-didactismo”, algunos “creadores” acumulan una “obra” ausente de todo fundamento conceptual, conceptualización que muchas veces viene a posteriori y de la mano de cierta crítica. Este pavoroso panorama, no es privativo de la pintura.

Recordemos a la Cenicienta de las artes en Cuba: la escultura y complementaremos aún más este paisaje. Pero regresando a Karlos Pérez, lo interesante de la obra que está produciendo no solo es su indagación y metodología en el campo de la pintura sino también la búsqueda expresiva en la conformación de la obra. Al menos hay tres niveles analíticos que me gustaría subrayar: la interconexión de planos pictóricos, suerte de gradación que va vedando y rebelando el sentido de la obra, franca alusión a los niveles meta y micro-narrativos del discurso, un segundo nivel en el plano epifenoménico que estaría dado por la propia evanescencia de los personajes del relato, alusión si se quiere a la impermanencia de los procesos y finalmente, la síntesis que opera la obra en su conjunto, la obra como unidad expresada en un “estar ahí”, lo que podría decirse a través de las palabras de Merlau Ponty como “(…) la experiencia del mundo, remite al sujeto como una posibilidad distinta de él y muestra una síntesis universal como aquello sin lo cual no habría mundo”. 7Estos tres niveles proveen a la obra de un andamiaje y fuerza conceptual inusitada. No sé si Karlos Pérez es consciente de ello, espero que sí. Al mismo tiempo, es visible -al menos es visible para mí- el conflicto que transpira toda la obra hasta hoy producida por Karlos Pérez.

La dificultad de hacer de la "contemporaneidad" un texto “legible” en el orden pictórico, se constituye en una zona de ansiedad. Somatizado a partir de la búsqueda de formas expresivas y sintácticas, la “contemporaneidad” va a adquirir un sentido orientador en el ser, en el “estar allí”, para cotejar modos y formas expresivas. Mucha de la producción cubana en el campo pictórico se llama a sí misma contemporánea, pero ¿qué es ser contemporáneo? Ser contemporáneo de alguna manera es “(…) ser capaces no sólo de mantener la mirada fija en la sombra de la época, sino también percibir en esa sombra una luz que, dirigida hacia nosotros, se aleja infinitamente de nosotros” Ya sé que el solo preguntar por lo contemporáneo es escurridizo y como esa hidra, tiene mil cabezas, es cierto, pero la única forma de ser contemporáneo hoy, es interpelando a la propia contemporaneidad en uno u otro orden. Indisputablemente hay una producción en el campo pictórico cubano que está -a su manera- colocando lo contemporáneo como centro de reflexión visual y conceptual .

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5“The context and the character of this debates have shifted markedly since the 1960s, with changes in art practices, institutions, political contexts, theoretical paradigms and, in particular, with the global extension of the Westers art world since 1989” Armen Avanessian & Luke Skrebowski. Aesthetics and contemporary art. Stenberg Press. Berlin, Germany, 2011. 6 Esto explica igualmente como los programas de estudio de las Academias de Arte Plásticas -lo que en Cuba se conoce como nivel medio profesional- han ido perdiendo de vista la naturaleza y el objetivo de su existencia. Mucho de los estudiantes que ingresan en estas instituciones (17 a lo largo de toda Cuba, dato que habla de la Masividad de este tipo de enseñanza) egresan con muy poca preparación y dominio de las herramientas fundamentales para este nivel de enseñanza, tanto a nivel práctico como conceptual. 7Merlau Ponty, “Fenomenología de la percepción” 1999. Pág. 105.

1 comentario:

Tinta y Veneno dijo...

Se escribe nóveles. Búsquese la palabra novel en el DRAE.
Joost Saanchez en la época de Karl Pérez y Merleau-Ponty.
Sonrisa pícara. Saludos AT.