lunes, 29 de junio de 2009

La Habana, Schadenfreude y libertad arquitectónica


Como siempre pasa entre enemigos acérrimos, la desdicha del susodicho y su régimen termina siendo nuestro Schadenfreude exiliado. Hasta ahí todo va bien, pero ¿qué ocurre cuando ese regodeo implica el deterioro irremisible de la fábrica urbana de nuestra capital?* Ese sentimiento encontrado de regocijo y tristeza (dirigido a dos objetos distintos: el régimen y la ciudad destruída) nos lleva a un callejón sin salida. ¿Le apostamos más al regocijo? Las imágenes de la ruina de la Habana Vieja debieran ser motivo de profunda tristeza para cualquier -no ya cubano sino- individuo que ame nuestra arquitectura y su legado histórico.
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*¿Puede hablarse de libertad a nivel arquitectónico/urbano? Para cada edificio, es mejor estar en pie, vivo, que destruído en la nostalgia de la memoria. Libertad (palabra que tanto usamos) significa también la apuesta de cada uno a no dejar desaparecer la bella ciudad bajo el peso de la ruina.