lunes, 18 de mayo de 2009

Vampiros en La Habana



Viernes o sábado por la noche. En el bar de Obispo y Obrapía, después de la fiesta, ahí vamos a tomar unos lagues con los socios. Siempre se aparece gente potencialmente interesante, pero hay que saber esperar. Esta noche nos cayeron turistas cuellos-flacos, ejercitados y con esteroides. Me dan asco. Converso con una pareja de canadienses y pretendo. Bien alegre, piensan, y dices lo preciso para no marear. Estudié en la Lenin, fui a la URSS. Tengo 42 años. Debes hablar y callar, volverte a ti, demostrar que eres civilizado. Te hacen preguntas políticas, hablan del país como si ese asunto le importara a alguien. Luego, cuando ellos dan la vuelta y remontan la calle oscura los sigues de lejos. Te mantienes calmado. Todo pasa muy rápido. Cuando lo ataco al tipo por la espalda ella no grita, el olor de la sangre la hipnotiza… intuye que te lo quieres comer y acaso te lo agradece, pero sólo antes que que se de cuenta de la verdad: ella es la próxima. Y luego viene el grito de horror primermudista -que no sale, porque ya le rompiste la cervical y procedes con calma a chuparle la vena aorta. Bienvenidos a La Habana.