viernes, 17 de octubre de 2008

Distancia entre K y las cosas


Alcides Herrera

1. No pongas cara de boba cuando me odies. ¿Entiendes por qué explotan? (La máquina contestadora se rompió. Habla el refrigerador. Si quieres dejar algún mensaje, lo escribo en uno de esos papelitos y lo pego en mi puerta.) Nadie mejor que ella para preguntarse: “Where is Kiki?”. Estamos entre el favor y la vacación, entre el vacío y otros cortes. Tú, moderada. Las tres Marías. El camino del medio. 2. Era tan culta que todo el tiempo veía morir a Marat. Hoy por lo menos está claro, pero la mayoría de las veces me quedo en Babilonia -contando ovejas. Antes yo me acordaba de las Guerras Púnicas, sabía a qué horas cagaba Quetzalcóatl, veía morir a Marat. María no se conforma con el sueño: sacrifica el pasado por el presente. Lo que olvidé se convirtió en síntesis ahora, ya que no había más nada. Sirve para los poemitas, para el bar, para la música mientras cambio la propela del Double Shot, barco famoso. Dijo el Padre Peláez -el único que sabía español en Reina y, siendo cura, nunca fue solterón-: “No tienes dudas: tienes una ignorancia”. Era tan culta que se reía sin yo contar la historia. 3. Sálvame y te conocerás y te amarás en mi conocimiento y en mi amor. Sálvame para que yo pueda decir, tal vez sin rodeos, quién me ha traído al mundo; para que tus hijos no tiemblen nunca; para que no me tenga que detener en una línea; para que mis hijos desparazcan aquí y aparezcan en Topes de Collantes. Sálvame para que pueda conocer a mis mujeres y, mientras tanto, les pueda hablar de ti.