martes, 5 de agosto de 2008

Pugilismo y choteo


Rosie Inguanzo

Los juegos de pugilato o gangás maní primitivos que refiere don Fernando Ortiz, tienen su paralelo alegórico en el teatro bufo criollo, especie de tour de force entre la "mulata" y el "negrito", endeudados también con la raíz hispánica en los juegos o "cantos de escarnio", donde se disputa histrionismo, equivalente a su vez a la simulación del cortejo amoroso presente en los rituales de posesión primitivos. Disputa deliciosa se establece entre el "negrito" y el "gallego", donde lo que está en jaque es la "mulata" (el fruto híbrido y deleitable) oscilando entre dos polos: la raíz africana y la insular, en una involuntaria alegoría de la nacionalidad. El choteo es quizás la deuda más notable con la idiosincrasia africana enraizada en la cultura popular cubana. Si bien es cierto que de España nos viene una veta de mofa y escarnio, Ortiz nos dice que "es el negro el ser humano que más y mejor sabe reír […] los negros se ríen y se burlan y por eso son los maestros de la sátira". Independientemente del prejuicio latente en la cita, sirva para ilustrar como "el inextinguible humor y su espíritu burlesco" ayudaban al negro a defenderse de los desajustes sociales y las inclemencias de la vida. El choteo idiosincrásico es, acaso, continuidad de la relajación catártica y compensadora, instintivo catalizador de tensiones y reacción a la autoridad. Dice Jorge Mañach: "En todos sus aspectos, el choteo es, como se ve, enemigo de cuanto proponga una limitación a la expansión individual. Otra cosa es cuando la limitación, en vez de proponerse, se impone. Entonces, el espíritu de independencia que siempre hierve al fondo del choteo, tiene dos vías de escape: o la rebeldía franca, o la adulación"; baste concentrarnos en que el choteo supone una afirmación de la identidad en el enfrentamiento a las estructuras de poder, o su opuesto: la oledera de culo al mismo. En toda burla se deduce, por tanto, un desafío a la autoridad, y el afán de afirmar la propia individualidad contra lo que se presume superior o poderoso. Pero medir fuerzas con chistecitos a toda costa, chismes de escritoras, mezquindades, pujilatear atención aunque esto represente un notable desgaste ético, ese golpe por debajo del cinto, no es lo mismo que el yiti verbal, o el punto guajiro de los blogers -donde se respetan ciertas reglas invisibles. La nula voluntad de elevarse del escarnio anónimo, me recuerda que, para el cubano, pugilismo y choteo no siempre fueron despreciables.