lunes, 19 de noviembre de 2018

¿Qué hacer con el fantasma que retorna?



alFredO tRiFf

“¿Cuándo salen?
Salen cuando empiezas a sentir el hedor de los muertos.”-- Kwaidan, de Mayasi Kobayashi

Esperábamos la muerte [del susodicho] colofón básico a tantas soluciones posibles, aperturas, tanteos, transiciones o el cambio. Hoy hemos aprendido que la muerte [del susodicho] no clausuró necesariamente la reaparición del sujeto.

Cuando se alberga tanta esperanza sobre la frágil vértebra de la incertidumbre, cuando apostamos tanto al sólo aspecto -trivial e insoslayable- de la finitud, sucede que la muerte en sí [del susodicho] no apunta al desenlace añorado. La historia se repite. Pasamos por alto que era necesario que después de su muerte se abriera un nuevo capítulo de esa desaparición.  

No es que restemos importancia a la muerte física [del susodicho]. Es que en medio de tanto anhelo -catártico por demás- pasamos por alto (dados que somos a olvidar y reprimir), un hecho por venir, prematuro e insoslayable:

Su fantasma sempiterno.

Pero lo sempiterno también concierne a la voluntad viva de los vivos. El juicio de la historia dependerá de la historia del juicio y nuestro indomable deseo de justicia colectiva dirá la penúltima palabra.

¿Sabían? Hay dos muertes fantasmáticas: Una, olvidar al fantasma. La otra, que siempre-retorna, anuncia la dulce lucha de unos pocos locos escogidos: matarlo una y otra vez siempre de nuevo.