miércoles, 30 de mayo de 2012

Cazadores de yemas


Judith Ghashghaie

(A Jim Lorena quien me invitó a este lugar y a Rosie Inguanzo
que quiere saber cómo era).

En la Abuela Patria hay un lugar donde traviesas y esbeltas sardinas
no viven en latas, sino que: ensartadas en estacas brincan de los
barcos para caer justo a la hora de comer sobre los platos de las
mesas. Si un mortal desea una dieta de estas frescas proteínas y una
solución definitiva a sus problemas simplemente tiene que esperar ser
invitado por un generoso parroquiano de la ciudad. Aquí los Alba-ñiles
construyen los techos de las casas con espuma de mosto y las paredes
con pedazos de desteñido cielo; en los jardines, patios, porches
crecen arboles o cuelgan masetas pobladas de huevos.

Afortunadamente, la empresa Monsantos aún no se entera que en la Calle
Banda del Mar de Málaga los huevos se reproducen en arboles y
viceversa. Pescadores diestros en el arte de cazar claras y yemas
son quienes por siglos se han encargado de empuñar, coleccionar,
podar, y regar tan resbaladizo cultivo. Estos pescadores nadie los
ha visto porque realizan sus actividades cuando los vecinos hacen la
siesta. Es harto sabido que estas plantas huevecen todos los días pero
hacen un ruido ensordecedor y se pasman si algún vecino a hurtadillas
intenta saltar la siesta; desde las dos de la tarde: párpados,
puertas, ventanas y jaulas de pajaritos permanecen cubiertos y
herméticamente cerrados hasta las cinco.

Cuando moradores y pajaritos de la Calle Banda del Mar finalizan la
siesta un intenso olor a jadeos y suspiros reina en el lugar; aroma
que, por cierto, se adhiere para siempre a los huevos. La sabiduría
popular asegura que esta fragancia sumada a los ronquidos ayudan a la
fecundación o huevonización de estas plantas. A pesar de que existe
una extensa bibliografía gastronómica que explica paso a paso cada
receta nunca nadie ha comido estas ecológicas protuberancias; se
desconoce si son duras, blandas, frías, tibias o calientes. Ni
siquiera en las épocas de grandes hambrunas alguien ha osado a
deshuevar una sola rama.

Todos los bandamarinos mueren o viven muy orgullosos de ver, oler,
poseer y no tener que escuchar sus ovíparas plantas. Alarmas y
fosforescentes avisos señalan en perfecto castellano: ¡Cuidado con
los huevos! Pero curiosos, turistas y hasta científicos monolingües
quienes con sus cámaras, libritos de anotaciones, androides, Ipads o
microscopios se acercan a los huevos desaparecen de escenas como por
arte de magia. Al parecer, los arboles de huevos de la calle Banda
del Mar son carnívoros.

16 comentarios:

  1. maravilloso, Judith, amo esas huevonas plantas!!!! Mariana

    ResponderEliminar
  2. Judtih preciosa loca desbocada...amo tus palabras!!!
    Ara

    ResponderEliminar
  3. Yo quiero ver estas plantas para que me coman, estos huevos femeninos me erotizan al momento que escribo después de una siesta merecida. No tengo el mar desde la ventana pero acabo de escuchar en mi interior la rotura de una yema entre mis labios.
    "Bésame" le digo a la mata que me observa."lléname de ti toda mi lengua".

    Amílcar Barca

    Pdta: Perdonen el desvarío a 95 grados centígrados en mi casa, se estropeó el aire acondicionado y el calor, a veces, produce este sentimiento de hambre. Juro por eso, que no me comí a nadie debajo del puente de MacArthur.

    ResponderEliminar
  4. muy bueno, mi querida amiga, felicitaciones y adelante, por más arte saliendo de vos,

    ResponderEliminar
  5. Me olvidé...Felicidades Judith

    Amílcar Barca

    ResponderEliminar
  6. Jajaja, otro fruto de la locura

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno amiga! Tu imaginación no tiene límites. Me encantan esos huevos en ramas y esas siestas de tres horas donde todo puede pasar.
    A ver si traes una de esas plantas para Miami. Un abrazo nena!

    Alejandra

    ResponderEliminar
  8. Bocadito de diosas, Judith, tambien los comentarios...en su punto!!! Teresa

    ResponderEliminar
  9. Ahora entiendo el porque´hay tantos sitios donde faltan huevos, imagino que se han ido a ese lugar al cual describes tan magistralmente, felicidades amiguchi.

    ResponderEliminar
  10. quE delicia de relato, judith. asI que los dichosos huevos (de origen vegetal)son carnIvoros.
    me quedo con esta frase ominosa: "...un intenso olor a jadeos y suspiros reina en el lugar; aroma que, por cierto, se adhiere para siempre a los huevos. La sabiduría popular asegura que esta fragancia sumada a los ronquidos ayudan a la fecundación o huevonización de estas plantas."
    RI

    ResponderEliminar
  11. Judith, encontre tu escritura muy interesante. El cuento de las ovíparas plantas es genial. Algo de tiene de ciencia ficción y es claramente surreal. Tiene la sensibilidad de lullabye. Pero como dice Italo Calvino, toda la literatura siempre lleva multiples significancias.

    Culturalmente el huevo significa muchas diferentes cosas:
    Fertilidad: Primitivismo (Easter egg)
    impotencia: Salvador Dali
    Patricidio: Georges Bataille

    Economicamente es una comida rustica e importante, pero tiene impacto ecológico cuando se produce intensivamente. Vegans no comen huevos.

    quiero decir que depende del que punto de vista tomes, las imágenes se ven diferentes. Y lo mismo diría de tu escritura.

    Yo lo encuentro un tema bastante interesante porque es algo muy simple que no le damos una segunda mirada y lo tomamos como si nada, pero cuando lo vez presentado arististicamente abre otras puertas.
    Arturo

    ResponderEliminar
  12. Me encantó tu divertimento, Judith. Para nosotros los cubiches, el huevo tiene una enorme gastroimportancia. Es casi un símbolo metabólico. Una suerte de monumental matahambre. En esa isla cien millas al sur, mucho del sexo practicado, de la demografía consecuente, de la posibilidad de supervivencia y hasta de la energía remera del balsero, ha tenido que ver con este cuerpo oval, incubador de vida incipiente. El huevo para nosotros es el embrión del embrión de múltiples destinos. Es más, gracias al huevo es que a este servidor le es posible hoy dejarte un comentario.

    ResponderEliminar
  13. Estas observaciones, opiniones y comentarios me han hecho reír y reflexionar sobre la impertérrita trascendencia de los huevos, huevadas y huevonadas propia, ajenas…. humanas. Gracias Rosie y Triff por mantener y publicar este blog y a todos los comentaristas. Un saludith de Judith G.

    ResponderEliminar
  14. confusión huevera al alba. sale uno empalagoso sin clara y amarillo sin envidia. asumo que ésa era la meta del estilo formal y el contenido revoltillo. chévere.

    ResponderEliminar
  15. Desde el inicio es muy interesante este cuento al que se le puede dar varias interpretaciones, leerse en varios niveles. Sorprende la manera sarcástica y pícara con la cual la escritora cuestiona las operaciones de la empresa Monsanto, tanto como la actitud de los turistas y científicos, el monolingüismo, etc. Es un cuento de antología, es increible que de verdad existan estos huevos vegetales y animales simultanemaente. .

    ResponderEliminar
  16. Insaciable ese hambre de metáforas donde la digestión sestea en las tripas de los que van justos.
    Ni me imagino lo que debe ocurrir en las raices de la arbórea creación. Pienso en unas chanclas para caminar.......
    Judith, amiga

    ResponderEliminar