sábado, 4 de septiembre de 2010

La Última Función (¿o la penúltima?)



Jesús Rosado

Anoche la vimos. Fuimos con las expectativas en punto medio porque las opiniones cruzadas nos obligaron a podar el entusiasmo. Efectivamente, de borde a borde la razón se corta en mitades semejantes con el cuchillo crítico. Charín sorprende, plasticidad corporal aparte, con su voz y su profesionalismo dramático. Si la interiorización en ella no totaliza no es culpa sino de la mano que guía a los actores. Falta visceralidad en el desgarramiento, aunque la sensible Suárez lo bordee intuitivamente. Sin embargo, la experiencia danzaria la ayuda a lograr las dinámicas transiciones en las edades delineadas al personaje. Las tensiones corporales la precipitan de la vejez a la infancia y viceversa y se nota en la expresión rebosante de la mirada que los cambios fluyen en su interior espontáneamente. No navega con la misma suerte en todos los parlamentos que le ofrece Abilio Estévez. Tampoco ayuda la inestabilidad con que Abilio ha hilvanado unos textos que oscilan entre alguna frase memorable y los lugares comunes y las reiteraciones que proliferan como pasto. La idea de la pieza es sólida y, por tanto, merece mayor presteza y astucia en la expresión de su dramaturgia. Y, sobre todo, mayor color en el discurso para que se convierta en inflexión a través de las voces de los actores y no ocurra lo que desafortunadamente se destiñe en el trabajo actoral de Julio Rodríguez, cuya interpretación, aunque muy técnica, no llega a matizar las honduras que exigía la pluralidad de sus roles. Observando a Julio, evocaba las imaginarias probabilidades de otros talentos en la piel de lo que intentaba. Por mi mente pasaron fugazmente las imágenes de Carlos Cruz o de ese otro Rodríguez monstruoso que es José Antonio. Y cuando uno tiende a fantasear con tal suplantación, es que algo anda mal en la convicción de lo que se brinda en cada escena. Diseño, coreografía, escenografía, luces y vestuario se perciben como componentes logrados, pero en verdad la imaginación podía haber sido más audaz visualmente en una obra que supone un intenso despliegue psicológico. La selección musical también parece pedir más aventurerismo y experimento. Por todo ello es que el aplauso saluda el esfuerzo sin desbordarse, aun cuando el final –el mejor momento de la puesta- se eleve dignamente para despedirnos con una impresión agradable. No es suficiente conociéndose todas las virtudes y la inteligencia que se mueven alrededor del proyecto. Todavía La Última Función está en penúltima fase; le falta adultez para que permanezca en el catálogo contemporáneo del teatro cubano. Para llegar hasta ahí, repasemos que en pleno siglo XXI no queda otra que lanzarse a problematizar las soluciones tradicionales del lenguaje artístico. Por lo piadoso del tema y por la posibilidad de cristalizar en sofisticado sincretismo de teatro y danza, valdría la pena añadirle ese concepto extra a la propuesta.

Antonio O. Rodríguez en El Nuevo Herald

The Miami Herald's Jordan Levin column

14 comentarios:

  1. No la conozco aunque he oído hablar de Charín, como alguien a quien venerar. El video me ha entusiasmado... pero quiero saber si aún está en cartelera su actuación.

    Amílcar

    ResponderEliminar
  2. generoso e inteligente comentario, que vengan más!
    Avido.

    ResponderEliminar
  3. Charin estuvo bien,pero su publico y sus amigos saben que ella puede dar mas

    ResponderEliminar
  4. elfantasmaderobertoblancoseptiembre 04, 2010 8:20 p. m.

    Director no se hace, director se nace

    ResponderEliminar
  5. Frase memorable en el pasto corajudo de Rosado: "repasemos que en pleno siglo XXI no queda otra que lanzarse a problematizar las soluciones tradicionales del lenguaje artístico." Elegante y recio.
    Elfant..., el director se hace y nace, en ese orden) aunque se prefiera al revés.
    Thanks, A.T.

    ResponderEliminar
  6. es bien conocido que si el director no nace creador, aunque haga mucho, se complacerá facilmente solo con el bombo y el platillo.
    Avido.

    ResponderEliminar
  7. Hola Amilcar,
    tendras que esperar a una proxima temporada,

    Cartelera

    ResponderEliminar
  8. Coincido, Jesus. Charin fue y es Charin. El problema con la obra es que como bien apunta Levin y tu, va a muchos lados y tiene problemas de direccion y actuacion. De cierta manera Abilio representa todos los personajes. Otra manera de verlo: Se trata de una lucha intelectual de el(mas que nada) por separarse del embrujo de la bailarina (y su justa fama) que representa solo una estela en la historia y no en el presente, pero lo traiciona ese dificil desdoblamiento entre muchos. Ver a Charin es siempre un placer. Me hubiese gustado mas arrojo y una coreografia mas loca. Mas danza moderna, sin zapatillas, una muerte del cisne con una sola pierna (como se sugirio). En fin, me extiendo por lo que ella me trae personalmente como bailarina y artista. Ojo cuidado, que la nina puede actuar.

    ResponderEliminar
  9. Disculpa la falta de acentos, no tengo compu.

    ResponderEliminar
  10. Los invito:

    http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2010/09/un-senor-punto-de-morir.html

    Gracias.

    ResponderEliminar
  11. SentI q la obra se le ha quedado corta a Charin. Ella es mAs grande. No basta con dedicarle el texto; habrIa q imponersele una percepciOn toda digna d su arte, ya parodiada ya gastada po el tiempo, pero urgAndole ahI mismo donde duele con la verdad del grito la verdad del enunciado. La direcciOn me pareciO vieja, externa.
    Una siempre desea aplaudir mAs a Charin, y lo q se interpuso fue lo abordado po JesUs.

    ResponderEliminar
  12. Buen comentario de Jesus. Aqui va otro que salió hoy:

    http://www.diariodecuba.net/cultura/77-cultura/3110-charin-el-cisne-que-nunca-muere.html

    ResponderEliminar
  13. Lo de Daina en DC tiene puntos en comun con lo de tumiami pero lo de Rosado va con mas filo

    ResponderEliminar