jueves, 25 de marzo de 2010

Tita la balsera (y abusadora estatal) segunda parte

Ernesto González

El anciano Mongo ha mantenido una actitud muy condescendiente y tolerante durante el monólogo de Leda Jhons, encarnada en la balsera Tita, e incluso sonrió mientras el público reía estrepitosamente. Los Declarantes estaban muy alertas, al tanto de la sonrisa del anciano Mongo, para entonces liberar sus propias sonrisas. Tita sigue relatando su extraño juicio. Los alegatos de la defensa no habían procedido. Le retiraron su título de doctora y se encerró en su cuarto de La Habana Vieja. Enterados de la trabazón erótica en el sillón de la clínica, los amantes de Tita aumentaron. Muchos de ellos quedaban feliz y largamente trabados en las entrañas de la dentista.

En esas andanzas estuvo hasta que un día recibió una sorpresa. El pesista mulato con que se había trabado en el sillón, apareció en la puerta del cuarto para invitarla a irse en una balsa. Tita tuvo que reprimir aquellos deseos fuertes de volverlo a acoger y retener dentro de sí. Había que priorizar las situaciones. Así que en vez de dejarse arrastrar por la mirada del deportista, que parecía evocar la extensa trabazón, Tita se quitó la bata de casa, se puso un short, un baja-y-chupa, tomó su cartera y corrió a subirse en el invento náutico junto con otros mulatos de La Habana Vieja.

Tita no dio detalles de aquel viaje rodeada de mulatos, a través del Estrecho de La Florida. Con mucha elegancia sorteó la anécdota: —Llegué a estas Tierras de Libertad una madrugada inolvidable y única, y aquí se han cumplido mis sueños, incluso el más preciado de ellos que era convertirme en actriz; y aquí estoy, entregándoles mi amor, mi historia, mi verdad y mi vida. Terminado este parlamento, Tita se desembaraza de su bata de casa roja, y muestra tal como es, su cuerpo masculino lleno de vellos, sus senos y su sexo profuso bajo una tanguita. La audiencia del Teatro de las Artes colapsa al presenciar este inesperado desnudo de la actriz-dentista.

Los Declarantes (¡¡¡ahhh!!!, ¡¡¡ohhh!!!), en absoluto desconcierto, muy intranquilos, miran al Anciano Mongo quien tapa los ojos de su esposa con una mano, con la otra le pide calma a sus acólitos. El resto de los Declarantes también se tapa los ojos con una mano. Tita-Leda camina casi desnuda hacia uno de los extremos del escenario, entre interminables aplausos y gritos de su público. La mente del anciano Mongo se debate entre la curiosidad y el deber. Los Declarantes lo observan. Él continúa enviando signos de espera, educación y tolerancia. A los pocos segundos, en medio de los aplausos y los gritos que no cesan, Tita regresa cubierta por una capa de plumas, saluda, se arrodilla, lanza besos, llora, se le salen unos mocos, se los limpia con un pañuelo que un asistente le trae al escenario y dice:

Hoy, por ser una noche muy especial, la noche de mi aniversario de compromiso, quiero tomarme una licencia. Si ustedes me lo permiten, quiero llamar al escenario al gran amor de mi vida, a la única persona que me ha querido y que verdaderamente he amado; la única persona que me ha hecho eternamente feliz, infinitamente feliz, mi compañera actual, Lesbia Ruíz. Sube, cariño, para que mi público te conozca. En este punto la turbación de los Declarantes llega a un apoteósico clímax. Como ante una declaración del mismo Jesús, se paran y corren por los pasillos hacia afuera del teatro, detrás del Anciano Mongo, cruzándose con Lesbia Ruíz quien en ajustado jean y con una varonil gorra de pelotero sube al escenario, besa a Tita y saluda al público. Una vez reunidos afuera del teatro, el Anciano Mongo intenta calmar a sus acólitos.

Los Declarantes están indignados. Al fin la voz orientadora del Anciano Mongo predomina: Hermanos, recuerden que odiamos el pecado, no al pecador. Recuerden eso siempre. Quiero decirles que el Señor lo ha puesto esto en nuestro camino por una razón desconocida. Recuerden que sus caminos están llenos de misterio. Por favor, oremos unos segundos antes de marcharnos. Pidamos claridad y amor a Jesús para librarnos de la confusión. Los Declarantes se toman de la mano, rodean al Anciano y oran durante unos segundos. Adentro del teatro todavía se escuchan los aplausos y los vivas dedicados a Tita-Leda. El Anciano despide a sus acólitos y pide a uno de ellos que acompañe a su es¬posa a la casa. La besa, la ve alejarse. Pregunta dónde está la salida de los artistas y va a esperar la salida de Leda.

El público se amontona junto a Mongo para disputarse un saludo de la controversial estrella, que por fin aparece rodeada de aplausos y gritos variopintos de sus admiradores. Leda está unos minutos saludando y respondiendo preguntas, la mayoría acerca de sus extraños poderes de trabazón. Uno de sus fervientes seguidores le propone la realización de un seminario, pues ya se sabe que el monólogo es testimonial. —Por favor, querido público, por favor —repone Leda—. Les pido recuerden a mi compañera actual aquí presente. Los hombres han quedado en mi pasado forever. Ese es mi yo anterior. Ahora soy una mujer diferente, espiritual, realmente amada y que ama. A Dios por encima de todo y a mi compañera junto a Él.

Al escuchar estas palabras el Anciano Mongo se estremece conmovido y se dice: Aquí hay material para lo que el Señor quiere que se haga, aquí hay barro para esa obra magna. Enseguida escribe una pequeña nota en un papel, la suma a su tarjeta de presentación y, con mucha dificultad, se la alcanza a la actriz rodeada de admiradores que continúan pidiendo detalles de sus extraños poderes de trabazón.

3 comentarios:

  1. ¿Se erguirá Mongo y terminará exprimido por la trabazón? Así es, Él obra a través de caminos muy misteriosos...

    Saludos,

    MI

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  2. Saludos .Mira el documental

    http://video.google.com/videoplay?docid=6190092989419003037#

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