jueves, 20 de agosto de 2009

Vaya suerte del "asquerocito" venezolano


Roberto Savino

El juego se decidió en la novena entrada: perdieron 4 a 2 los Seattle Mariners contra los Yankees de Nueva York luego de un home run de Mike Teixeira. Ninguna sorpresa. La noche ya era completa cuando el estadio Safeco comenzó a vaciarse lenta pero fluidamente. La gente avanzaba cabizbaja. En una esquina al suroeste del estadio se reunió un grupo de gente. Por el aroma, traído por la brisa, y por el humo que se desvanecía bajo los faroles, supe de inmediato que se trataba de un puesto de perros calientes. En Seattle, la especialidad callejera es una salchicha gourmet dentro de un suave pan blanco untado de queso crema y tapizado con el dulce sabor de la cebolla frita; cualquier otra salsa o aderezo que se le añada es lujo, pero no son muchas las opciones que se ofrecen. Era allí, en esa esquina, donde la gente parecía más feliz, bromeando en voz alta y hablando de cualquier cosa, mientras el asiático y el mexicano que preparaban los perros calientes aceptaban con una sonrisa las propinas que se amontonaban dentro del envase de vidrio. Allí ya nadie recordaba la derrota de los Mariners; reinaba, en esa esquina, un aire de nocturna alegría. La comida y el calor que subía del fuego hermanaban a la gente. Para bien o para mal, la cultura estadounidense no es exclusiva, sino para el que quiera y pueda pagarla. Viendo aquella esquina de Seattle, donde hambrientos de diversas procedencias comían con gusto sus perros calientes, recordé los puestos de comida rápida de Caracas. No porque sea una ciudad tan internacional como Seattle, sino porque allá, como aquí, el perro caliente se ha adaptado al gusto local; en el caso de Caracas, el gusto caraqueño por la variedad. Por eso me ha parecido absurda la reciente resolución de la Alcaldía Libertador de prohibir la venta de perros calientes y hamburguesas callejeras, mientras que a los vendedores de comida criolla (arepa, cachapa, etc.) sí se les renovará el permiso. Las razones que ha dado la municipalidad han sido dos, principalmente: de salud, porque al parecer el perro caliente no es tan sano como una empanada frita, y cultural, porque el perro caliente no es tan venezolano como un tequeño o un golfeado. El gobierno asume que es su deber prohibir los productos extranjeros (entiéndase “imperialistas”) que intenten desplazar la cultura local, en vez de crear un plan de ecuación alimenticia para que el pueblo se informe sobre qué opciones son las más adecuadas en cuanto a su nivel nutritivo. Además, el tinte político de la prohibición niega la trayectoria culinaria del perro caliente, que, aunque hoy se conozca como una comida rápida “gringa” de dudoso valor nutritivo, su nacimiento en Alemania, su perfección en Austria, su viaje a América y su adopción por parte de la nueva cultura de consumo le dan un carácter tan mestizo como el mismo pueblo venezolano. Por ahora, la suerte del asquerosito, jerga juguetona que el caraqueño usa para referirse a un perro caliente callejero, parece ser la del exilio, de Las Mercedes y Plaza Venezuela a Miami, a Barcelona o a dónde sea que al venezolano le pille la nostalgia. Así que no juzguen cuando vean a alguien poniéndole a su perro caliente un poco de papitas fritas trituradas, cebolla picadita, tomate, repollo, zanahoria, guasacaca (salsa de aguacate), pimentón, queso rallado, salsa rosada, picante, o hasta perejil. Se trata, probablemente, de un venezolano comiéndose un asquerosito, y en su país se podría ganar una multa o una pedrada por su atrevimiento.

11 comentarios:

  1. Bien nunca entendí el beisbol y menos el ritual que se crea al verlo, viendo repartir a los vendedores ambulantes entre las gradas los perros calientes con su mostaza -y su nostalgia- interior. No voy a negar que el mejor que me comí en mi vida fue en Brooklyn en Nathans, o algo parecido.
    Pero bien, sí quiero repudiar la actitud estúpida de un gobernante estúpido por pensar que una comida es "imperialista" o "comunista". En tiempos de Franco había una diferencia entre tomarse caviar ruso -los que habían perdido la guerra, el bando republicano- o caviar iraní, en una época en que el Sha de Persia reinaba y era la opción de la dictadura.

    Un abrazo

    Amílcar

    Pdta: Dime algo sobre las recomendaciones literarias. He abandonado las memorias de Gamoneda. Empezaron bien poéticas pero después pienso que se banalizan como cualquier otra sólo con datos y citas.

    ResponderEliminar
  2. Que conste que un "asquerocito" puede ser muy seductor.

    ResponderEliminar
  3. Espero que no sea un relajo este asunto de la censura gastronómica. ¿Y qué pasa con los establecimientos de "fast foods" de franquicias "imperialistas"?

    Saludos,

    MI

    ResponderEliminar
  4. Nuevas y asquerosas pataletas en tromponmetabiotico.blogspot. Lléguense. Saludos a todos.

    machetico

    ResponderEliminar
  5. Amilcar, gracias de nuevo por las fabulosas recomendaciones. Por ahora sigo enganchado con las joyas de Manuel Vicent... Ya te contare de los demas libros!

    Con respecto a las "franquicias imperialistas", solo se que prohibio la venta de Coca Cola "Zero" en Venezuela, de nuevo citando razones de salud.

    Y si, Alfredo, en Miami se consiguen buenos perros calientes venezolano y colombianos, muy recomendados!

    ResponderEliminar
  6. Roberto: Eso se parece a lo que hizo el Fifo por los años 60, que intervino a los cuenta propistas y acabó con los puestecitos de comida. La idea (macabra) es más control del estadosobre la gente.

    ResponderEliminar
  7. Sí, cierto, AT. Fue en el año 68 que Patilla nos abolió nuestros míticos, populares y deliciosos panes con tortilla, croquetas y fritas, y qué decirte de los entrañables puestos de churros, granizaderos y carritos de helados. Agrégale los fruteros, hierberos y los legendarios vendedores de maní o de algodón. Arrasó con la primera línea de la cultura popular: la culinaria callejera.

    ResponderEliminar
  8. En cuanto a los "asquerositos' de Miami, para mí los mejores se comen en el downtown, y no precisamente elaborados por venezolanos o colombianos, sino por centroamericanos. Algunos de estos preparadores de hot dogs tiene una mano bendita por las mezclas con sazones o ingredientes de sus respectivos países. ¿El mejor matrimonio para un asquerosito? Pues ya se sabe, una rubia bien fría y espumosa.

    ResponderEliminar
  9. Roberto, me has recordado mis primeros tiempos fuera de Cuba a mediado de los 90, precisamente en Caracas, donde aquellos asquerositos "con todo" me sabían a gloria y libertad, merodeando por el parque Los Caobos, las galerías subterráneas del Parque central o las escarpadas calles de Altamira.

    Probablemente a esa medida contra el plato no nativo le seguirán otras contra la dieta criolla. El objetivo es crear carencia "científicamente" planificada. Pasos hacia la dominación: control de los medios de información, control del estómago de mas masas, etc...

    ResponderEliminar
  10. Robertico, esa medida es ridícula y terrible para la libertad de un pueblo al que gradualmente le están cuartando sus libertades fundamentales. (dime si ha quedado esa palabrita bien rectificada -tu editora).

    ResponderEliminar
  11. AT, Hate is Love...
    I think you love Pres. Bush. C'mon, admit it, you just can't let go of him, can you?

    Dr. Phil

    ResponderEliminar