miércoles, 6 de agosto de 2008

La bronca de Tamara contra Kika


Adalberto Delgado

Se rumoraba que a pesar que solamente hacia seis meses que la Kika había establecido lazo matrimonial con Richard Batle, ya le ponía los cuernos con “Palucha”, carácter indeseable y diamónico, según la lengua de Tamara, o mas bien, “Radio Bemba del Palomar”. Si Tamara fuera de estos tiempos, ya tuviera un blog (con esto no implico que los blogs se presten para chismes). Tamara era nuestro jugo amargo… ¡pero estaba tan buena! que nos la tragábamos a pulso, sans problème. No así para las viejas de La Paloma, dedicadas a chismear el día entero. Para ellas, Tamara era como un ídolo, pues sabía los pasos de cada uno de nosotros. Érase una tarde de invierno con friíto miamense y decidimos hacer un mini concierto en la azotea (estábamos fascinados con Let it Be, la película)… el asunto era invitar “al elemento”, para que disfrutaran de nuestro espectáculo. Qué va... cuando Kika se entera del chismesito que se corría por el palomar, le fue arriba a Tamara y las dos se enredaron, halándose los pelos y arañándose la cara (las uñas manicureadas, cortesía de la negra Mercedes, parecían dagas francesas). No exagero: se derramó sangre y volaron mechones. Yo, alérgico a la violencia, agarré a mi Xena, antes que le espantaran un puñetazo y me piré de la azotea inmediatamente. Camino a la calle nos tropezamos con Richard Batle en la misma esquina de la 8 y la 18 con un shotgun recortado y a Palucha, 45-en-mano (ya esto era más serio), ambos gritándose desde “saco de tarros” hasta “ganso viejo y degenerao”. Cuando los muchachos se llevan el otro barullo se lanzan azotea abajo gritándole a Richard: “¡Tírale, mata a ese pendejo que te pego los tarros con tu jeva!”. Con el nerviosismo y la gritería me dio por masajear y jamonear a mi gordita en el murito de la entrada y de ahí a un mate regio que se interrumpía con algún que otro grito. ¿En que paro la cosa? No hubo muertos ni heridos. Concha la gorda llamo a la policía por miedo que le mataran a su Pepito, la Kika con la cara ensangrentada como en una película franco-italiana y Tamara desaparecida, escondida en el closet de su cuarto. Increíble como en breves minutos todo pasó a la normalidad. Los vecinos de vuelta a la rutina y el chisme y Tía Ema (que en paz descanse) avisándome que subiera que la comida estaba lista (sin saber que Xena y yo estábamos en el cuarto, haciendo de las nuestras).