domingo, 19 de febrero de 2023

Culinarias

Pieter Claesz, Naturaleza muerta con comida, jarra y copas en la mesa, 1597. 


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Café y guayabera no ligan. 

Degustar y tragar son archienemigos. 

En asados, no confundas el pollo con la gallina.

Más vale cuchillo con filo que abundancia de vegetales. 

Con harina y calor, gorgojos. 

Sábado por la tarde, caldo de carne. 

Merengue hecho, batida doble.

No frías el pescado en el mismo aceite.

Lechuga sucia, lombrices.

Si cortas la cebolla no mires la tele.
 
En boca vegetariana no entran faldas. 

Si no hay filete, palomilla. 

A vegetariano radical, carnívoro tajante.

Potaje de negros, arroz blanco.

Cocina feliz o mejor, no cocines.

La leche descremada es para almas anodinas.

A sushi de congrí, ajiaco de algas. 

No confundas la pasta con la plasta. 

¿El pollo? Se descuartiza con hacha. 

Más vale pulpo asustado que duro. 

Falsa modestia, nunca critiques tu comida en la mesa. 

Cuchillo que no corta, ¡sola vaya!

Pan siempre caliente y con mantequilla a mano.

Si comes ajo, mastica perejil. 

Un huevo frito exige manteca de puerco, yema líquida y clara tostada.

A chicharrón de puerco, arteria tupida.

Con las salsas, mucha paciencia. 

¿Mucho aliño? Mal gusto.

Café con leche con leche hervida y café colando.

Si te invitan, nunca lleves vino barato.

Cocina salutífera con los huevos frescos.

En la mesa no se hable de política, ni de achaques.

Mete la punta del cuchillo y que salga seco. ¡Ya está a punto!

Cocina con los colores de un Monet.

Boris en 7

Retrato de Músorgsky, Ilya Repin, 1881.

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Aquí les presento al compositor Modest Músorgsky (uno de los famosos "Cinco" del romanticismo ruso), pintado por el gran Ilya Repin (1881). El asunto tiene que ver con Boris Godunov, la ópera del Músorgsky. Obra insólita e incomprendida, criticada duramente por casi todos los coetáneos del compositor, incluso el crítico Stasov (episodio bizarro que merece un artículo en sí mismo) pero el asunto es otro. Un artículo de Carpentier para El Nacional (1953), titulado "Boris en disco". 

El escritor abre con un gancho: 

¿Recuerdan ustedes el comienzo de Boris Godunov? ... Se escuchan siete notas, sin acompañamiento, cantadas por un instrumento de madera. Siete notas. Pero son siete notas que sólo pudieron haber sido escritas por un ruso. Toda la idiosincrasia musical del ruso, su sensibilidad melódica peculiar, las inflexiones características de sus cantos populares están en esas siete notas que, al punto, realizan el milagro del genio, hervor de vida que es el de toda una época en siete notas. Porque Boris Godunov, como el Orfeo de Monteverdi es una de las cumbres del drama lírico universal. 

Yo tan tarajalludo y nunca había oído Boris Godunov de Músorgsky hasta ayer, por Karajan con la Filarmónica de Viena (1970). Por supuesto, Carpentier se queda corto, porque la gran música es irreducible (ja, ja, cuántos se equivocaron con Boris Godunov, hoy considerada acaso la mejor ópera del repertorio universal). 

Oyéndola me perseguían "el hervor" de la palabra y el número "7". Ah, ¿el instrumento de madera mencionado por Carpentier? El más noble de la sección de viento madera, el oboe, en el registro grave poco usado del instrumento. Sé que jamás olvidaré esas siete notas rusísimas del comienzo de Boris Godunov de Músorgsky.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Vladimir Tolstoi, visto por Ilya Repin

Ilya Repin, Tolstoi descalzo, 1901. El trazo tosco, rápido y de vívido color, ciento por ciento ruso, de Repin es inigualable.
 

Tolstoy odiaba posar, pero decidió hacerlo para Repin. Queda una carta que escribe a Vladimir Chertkov: 

Hace una semana que Repin se queda con nosotros para pintar mi retrato. Ocupa mucho mi tiempo, pero estoy contento. Me gusta mucho posar para él, un gran artista y una persona buena y seria. 

Tolstoi descalzo, detalle.

En efecto, Repin compartió con Tolstoi una semana. Dibujó varios bocetos de Tolstoi en su estudio, leyendo, caminando, hablando con los campesinos y arando el campo. 

Repin rememora cómo un día de agosto, el calor en pleno apogeo, Tolstoi ara la tierra negra y fértil durante seis horas, sin descanso. 

Tenía un cuaderno de bocetos conmigo y, sin perder tiempo dibujé cada detalle, ... inolvidable.