miércoles, 23 de mayo de 2018

El lastre de la CULPA negra de la nación cubana (primera parte)

La CULPA negra del discurso blanco

aLfrEdo tRifF

O somos dignos que se nos oiga ... o somos tan despreciables que puede dársenos de antemano por eliminados. Lino D’Ou, Labor Nueva, agosto, 1916.

En el artículo anterior dijimos que la miseria del castrismo es una miseria auto-fabricada, auto-recetada para purgar una CULPA en la psiquis de su historia. A continuación nos proponemos explicar en qué consiste la CULPA por el problema negro en Cuba.

En El malestar de la cultura (1930), Sigmund Freud define la CULPA como la angustia causada por un trauma resultante de la lucha perenne entre el YO y el Súper YO. Adaptando ese modelo síquico a la sociedad, Freud identifica la CULPA como la represión de ese trauma que el YO social no es capaz de resolver. La CULPA por lo tanto presupone dos partes sociales en oposición.

En el caso cubano no hay una sola nación sino dos naciones: una actual y otra en falta.1 Una actual y presente, que es la nación blanca del castrismo; nación que reprime a otra que existe como potencialidad. Ésta es la nación negra, con su Langston Hughes, su Malcom X y su Black Power cubanos. Nación racial negra que habita en el ser-negro sin ambajes ni miedos a reproches blancos, y que corresponde a una posibilidad futura.

La historia de estas dos naciones, blanca y negra, es traumática, porque una es esclavista y la otra esclava. Una mantiene el poder mientras que la otra es oprimida. Y es que la memoria blanca republicana no está exenta del efecto tóxico del trauma. La nación blanca republicana no sufrió el escarnio de la esclavitud pero fue ejecutora de la transgresión esclavista. Como esa culpabilidad no puede olvidarse se reprime. Por lo tanto el efecto tóxico de la CULPA llega a las dos naciones.

No puede ignorarse que el discurso blanco revolucionario debe su legitimidad a su promesa no cumplida con la nación negra: la emancipación una vez lograda la independencia de España. Cincuenta y siete años más tarde, la revolución castrista instauró un calco de la anterior –ahora para tiempos de Guerra Fría. En resumen, la nación blanca y su discurso blanco no cumplieron esa promesa.2

Una vez lograda la independencia en 1902, la nación negra se descubre a sí misma en un nuevo estado de opresión y exclusión que persiste, incluso después de la triunfo de la revolución en 1959. Es de ahí que sale un nuevo discurso desde el ser-negro, cuya característica es haber pasado por la experiencia de la promesa “vacía blanca”. Nada como la fuerza de los hechos. Pero ese discurso de protesta negra ante la humillante realidad republicana cayó en oídos sordos. Formidable resistencia del dicurso blanco que exige a la nación negra olvidar el trauma de la esclavitud y a su vez reprimir la traición de una promesa social incumplida.

Proponemos que ese olvido y represión, exigidos ambos por el discurso blanco a la nación negra es la raíz de la CULPA negra. Dicha CULPA entonces induce una docilidad a la nación negra desde la República hasta el presente. Mientras ambas naciones luchan por desgarrar el velo del trauma, las psiquis de ambas se congelan en la memoria de ese trauma. De ahí pende la profunda neurosis en el seno de la sociedad cubana actual bajo el castrismo.

A continuación explicamos cómo se construye la CULPA en la psiquis de ambas naciones.

Cómo el discurso blanco inyecta la CULPA negra

El discurso político castrista sigue siendo en 2018 el mismo discurso blanco en un país cuya mitad es negra y mestiza.3 En la historia de nuestra nación-en-falta el negro llegó a tener voz pero no voto real. Su discurso cayó en oídos sordos.

“Mi raza” (1893) de José Martí, es un escrito fundacional para el discurso blanco de “igualdad de derechos para negros y blancos”:
El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre: peca por redundante el blanco que dice: ‘mi raza’; peca por redundante el negro que dice: ‘mi raza’. Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad. 4
El discurso martiano evita afrontar su propia raza blanca y se autoinmuniza con otra divisa: Dígase hombre y ya se dicen todos los derechos. Ese hombre no tiene raza porque pertenece a una comunidad de SERES humanos.

Que Martí rechaze el paternalismo colonial y el cientificismo racista de la época es avant la lettre. 5 Pero resulta peculiar que en las cuatro páginas de la emotiva alocución, Martí no se proponga definir qué es la raza, sino que la da por sentado y entonces procede a borrar sus diferencias.En esas líneas hay un subconciente blanco reprimiendo el trauma de la esclavitud. Una CULPA que impide comprender que el deseo obstinado de borrar las diferencias raciales es una forma (oculta) de racismo. 

Más impenetrable es la patente de corso racial que la voz del apóstol tiene con el negro. ¿Cómo explicarnos que una vez en la República el negro se traga la promesa incumplida del discurso blanco? Observemos ese detalle que el poeta mulato Nicolás Guillén llama “la enfermedad social del negro”: su timidez. Escribe Guillén en 1929:
Creo que el negro cubano tiene un gran tanto de culpa en su propio problema. Su enfermedad social es la timidez. Una timidez que asombra encontrar aun en aquellos que por su posición en la sociedad y su solvencia económica debieran vivir en una atmósfera mental inaccesible a todas las inhibiciones. 7
Esa timidez es producto de la patente de corso que históricamente el negro le ha otorgado al discurso blanco martiano (y después castrista).  

Analicemos la comunidad de SERES de “Mi raza”. Alcanzar el SER humano es la meta martiana. Y está muy bien que sea así. Pero el negro esclavo antes que SER es ser-de-otro. No es un mero juego verbal. SER es figurar para-sí. Ser-de-otro es instrumentar el SER, agotar sus reservas. Es sabido desde La Ilustración que, si bien la dignidad no se pierde, a ésta se le destruye.8 La ontología clásica no examina el SER desde el punto de vista del esclavo. Pero está claro que si existiera dicho análisis el SER esclavo no podría figurar para-sí. Primeramente, el negro es esclavo por ser negro. El fenotipo solo se percibe cuando se está entre otros (entre negros el negro no es negro). Al negro se le sustrae su SER. El sistema esclavista lo lanza al mundo como un sub-SER.

 El discurso blanco apuntalado en la estatua blanca. ¿Y la estatua negra dónde está?

¡Ya llegamos a la República!

¡Qué decepción! En menos de una década de república el negro realiza que no puede haber emancipación sin un discurso propio desde el ser-negro. El discurso blanco arrasa con la historia del esclavo, olvidado por el blanco, ahora con un nuevo e ilustre papel de emancipador. 9

El escritor y activista de los derechos del negro, Serafín Portuondo Linares, se refiere a este momento histórico en Los independientes de color (1950):
El mambí negro ceyó que la Revolución de 1895 traería un nuevo clima más democrático y más igualitario que el que privaba cuando la isla estaba sometida al yugo de España. Esta concepción idealística fue derrumbada por la realidad republicana. El espíritu colonialista continuó privando en la patria liberada. Los prejuicios raciales se exacerbaron, el negro fue relegado a un rincón ... en su patria. Los partidos políticos no tuvieron en cuenta sus derechos, la primera constitución los escamoteó. 10  
Rafael Serra (1858-1908)

Imaginemos un diálogo posible entre el periodista negro Rafael Serra y José Martí. El negro y el blanco; contemporáneos y protagonistas de la época. Serra y Martí habían compartido el exilio en 1890 en New York donde el primero funda La liga, asociación de instrucción racial con fines patrióticos. Más tarde, Serra colabora para “Patria” el periódico de Martí y después de la muerte de este último, lanza el semanario “La doctrina de Martí” que continuará en La Habana bajo el título “Semanario político independiente”, hasta 1901.

Aquí el diálogo imaginario con citas reales. Martí habla desde fines del siglo XIX, Serra habla desde el futuro cercano, en plena alborada del siglo XX. Tiene la ventaja, no del tiempo, sino de los hechos. El primero representa el discurso revolucionario blanco, el segundo representa el discurso revolucionario negro. El primero habla del otro, el segundo habla de sí.

Abre Martí:
... desde el día único de redención del negro en Cuba, desde la primera constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no se habló nunca de blancos ni de negros.
Serra discrepa:
…por mucho que nos alejemos por eso del refinamiento […] no podemos desligarnos de toda la deuda con la que nos ha dado al menos un tronco de procedencia, como el Cáucaso se lo ha dado a nuestros parientes blancos. 11
Martí reitera:
El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los derechos communes de la naturaleza: los derechos diferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigos de la paz. 12
Serra responde:
No es demasiado lo que pide la clase de color […] que se la respete y estimule sin tener que acudir a la fuerza del voto, que es lo único que le sirve de amuleto. Y se nos habla de concordia, pues es palabra bonita muy fácil de decir y ardua de practicar. 13
Martí no ceja:
Los negros, distribuidos en las especialidades diversas u hostiles del espíritu humano, jamás se podrán ligar, ni desearán ligarse, contra el blanco, distribuido en las mismas especialidades. Los negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del color. 14
Serra insiste:
¿Por qué no han de tener derecho los negros a organizarse? ¿Qué se puede esperar a favor de la justicia que deseamos si seguimos como vinimos hasta aquí? El elemento de color fue víctima siempre de la vil explotación y del engaño manifiesto de todos, bueno es que se deje este elemento de sueños de sirenas y que pelee su propia batalla”. 15
Entre 1893 y 1906 algo ha cambiado. Serra lee a Martí desde lo negro y percibe (subconcientemente) que el apóstol funda su discurso revolucionario de inclusión desde una NO INCLUSIÓN. Que la república no cumpla su promesa de igualdad de derechos para todos hace posible un discurso original de rechazo a la tesis martiana, pero ahora desde el ser-negro.  

Serra, contra “Mi Raza”, defiende que se puede alcanzar la identidad espiritual desde lo negro. Preguntemos a Martí, ¿por qué sería “proclamar su raza” negra un derecho contrario a la naturaleza? La raza es una condición suficiente pro natura. El conjunto “raza” pertenece a otro más inclusivo: el conjunto “género humano”. El orden de factores debe comenzar desde la base: ser negro es –automáticamente– ser humano, no así lo opuesto. El contexto post-esclavista republicano de derechos truncados pone la raza de nuevo en el tapete. La humanidad martiana huelga, porque la falta de derechos del negro está en el estigma injusto que arrastra su raza. Serra debe haberse dicho: para nosotros no hay humanidad sin raza

Concluyamos que el discurso revolucionario martiano es una forma sutil de imposición racial blanca que induce la CULPA en el negro y el blanco. La CULPA negra consiste en ser negro y no poder proclamarlo. La CULPA blanca consiste en prometer una mentira y defenderla a toda costa. No solo el discurso blanco evita la emancipación negra, sino que hará todo lo posible por evitarla.  

LA VOZ delante de la estatua martiana con su dirigencia, 1961. ¿Y los negros dónde están?

La CULPA negra lleva “la diatriba” por dentro. “Diatriba”, de acuerdo al escritor negro Lino D’Ou, es la mordaza blanca que el negro soporta para no agraviar al blanco con el tema de la raza. Este fragmento es doloroso:
Se quiere que nos veamos solos: que nuestra voz no tenga ecos de esperanza, que se pierda en el árido desierto del desencanto y la desilusión. Se quiere que elevemos el diapasón en el lenguaje para exteriorizar nuestras angustias. Así, si recurriéramos a la diatriba daríamos pretexto para una acusación de racistas de odio y se nos señalaría como unos desventurados que deseamos en infortunio de la Patria. 16
Obsérvese que D’Ou reitera “se quiere”, mostrando que el discurso del ser-negro es conciente del peso del discurso blanco. Pero sigue la  CULPA negra: “se nos señalaría como unos desventurados que deseamos en infortunio de la Patria”. Esa autosugestión del negro con “la diatriba” es un arma de dos filos, lo que explica el efecto somnífero de LA VOZ frente a la nación negra durante los primeros años de la Revolución. El sociólogo afrocubano Iván César Martínez llama a este efecto somnífero “suicidio de clase”:
[Los negros] confiaron ciegamente de forma entusiasta y pasional [en la Revolución] ... su confianza fue tal que se suicidaron como clase de vanguardia de su grupo poblacional … se desmantelaron y fundieron en la masa para solo despertar a finales de la década de 1960. 17
Luego LA CULPA convierte al negro en un negro-en-blanco, y al blanco en un castrista.

Existe un aspecto performativo del discurso blanco que debemos señalar. En medio de la opresión republicana el blanco republicano liberal o conservador, en público siempre se presenta amistoso, nacionalista y cordial. ¿Negro, qué pasa que no te integras? Si el negro protesta, el blanco le tira en cara: ¿Volviste con la diatriba?

Martí sacrificó el futuro del negro en aras del Proyecto Revolucionario blanco que proclama hasta hoy el lema de LA VOZ salido del discurso martiano: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”.18 Discurso blanco en su origen, blanco en su borrar la raza y la memoria del dolor, blanco en la tribuna con la estatua blanca.


________________________
1 No llamamos “nación” a un existente actual, sino un existente real. En este caso un proyecto en potencia. “En falta” significa que la nación es incompleta. En el siglo XIX Cuba no tuvo una guerra civil como en los Estados Unidos, entre dos partes blancas. En el caso cubano tenemos dos naciones distintas y mezcladas luchando por la independencia de España. 2 La falta de representación negra en la nación blanca es la prueba fehaciente de la promesa incumplida. El periodista afrocubano Rafael Serra enumera esta falta en su artículo para “El nuevo criollo” tan temprano como 1904: “En la oficina de correos se vaca un individuo de color y se le suple con otro blanco ... En la aduana que sepamos no hay ni un solo inspector negro. Los pocos son aduaneros de noche y para ello tienen que ser los más ilustrados del extinguido Ejército Libertador. En la Secretaría de Gobernación hay solo uno. En el Ayuntamiento de la Habana, entre centenares de empleados, sólo hay uno ... en Obras Públicas hubo al principio algunos coroneles de capataces ... ahora no creemos que haya ninguno. En la Policía se les maltrata de una manera terrible. No pueden ascender ni a vigilante distinguido. En el Magisterio: Aquí la lucha es terrible”. La cuestión tabú: El pensamiento negro cubano de 1840 a 1959, María Poumier (ed.) (Ediciones Idea: Santa Cruz de Tenerife, 2007) p.160. Cien años después, ahora bajo el castrismo, el sociólogo afrocubano Iván César Martínez denuncia “la abismal disparidad en posiciones ejecutivas entre el grupo poblacional negro y el blanco” y enumera empresas nacionales y provinciales, ministerios de gobierno, institutos nacionales, empresas verticales, empresas de turismo, órganos de prensa, radio y televisión. Añade que la población negra y mulata “... constituye un 40% del total ... Si nos basáramos en los censos  internacionales que sitúan los negros y mulatos como siendo el 65% de la población del país, la diferencia sería súper-abismal”. La memoria y el olvido: Syllabus afrocubano, Juan F. Benemelis (ed), (Ediciones Ceiba, 2009), p. 100. En la página web “Negra cubana tenía que ser”, la periodista Sandra Abd Allah Álvarez Ramírez coincide con César-Martínez en El color de la piel en el censo de Cuba, 20123 Por establecer paralelos, la historia esclavista de Cuba no es la historia esclavista de Estados Unidos.  4 “Mi raza”, José Martí: Obras Completas (Editorial Ciencias Sociales, 2ª edición, La Habana, 1975). Volumen 1 p. 298-99 Vol. 2. 5 Los tipos raciales comienzan a diferenciarse desde lo “biológico” a partir de Jean Baptiste Lamarck donde a cada fenotipo racial corresponde una especificidad biológica. Le sigue Joseph Marie Degérando en su L'observation du peuples sauvages (1800). Degérando no aborda su estudio desde la raza, sino que considera los pueblos “primitivos” como etapas previas del progreso humano hacia la perfección europea. Georges Cuvier con su Le Regne Animal añade su sistema de anatomía comparada para evaluar las diferencias raciales. Aquí comienza la etapa del llamado racismo científico que desemboca en la eugenesia de Francis Galton6 Fernando Ortiz pronuncia en una conferencia en 1941: “José Martí, digámoslo enseguida, afirmó rotundamente, en una síntesis, que no existían las razas. Así dijo: “No hay odio de razas, porque no hay razas”. El crítico y estudioso del tema negro Enrique Patterson interpreta “Mi Raza” de una manera afín a la nuestra, aunque contrasta el texto con los discursos paternalistas de José Antonio Saco y Francisco de Arango y Parreño. Escribe Patterson: “Sin dudas hay un avance en Martí, en el sentido que no elimina a los negros como cubanos, no obstante los elimina como negros. Ese detalle hace que el horizonte del pensamiento martianono rebase -a su pesar- el espacio de la ideología racista de la élite cubana”.  Juan F. Benemelis (ed), p. 55.  7 Nicolás Guillén, María Poumier (ed.) p. 199. 8 La palabra en alemán es Würde. Immanuel Kant la usa en el sentido de auto-pertenencia. Aunque la dignidad no puede sustraerse desde fuera, la pérdida de dignidad puede venir poco a poco, de modo insidioso, autorizada desde dentro, cuando el SER siente que su auto-determinacion ha desaparecido, que no hay esperanza. 9 “El temor a Haití—y en general, el llamado «temor al negro» ha tenido una gran transcendencia en la historia de Cuba. El ejemplo quizás más conocido es el argumento sobre la independencia tardía de Cuba ... que en Cuba la independencia llegó 80 años tarde por el ... temor a que cualquier intento de liberación nacional desencadenara una violenta lucha social por parte de los esclavos o libres de color”. Ada Ferrer, “Noticias de Haití en Cuba”, Revista de Indias, 2003, vol. LXIII, núm. 229, p. 675. 10 Serafín Portuondo Linares, Los independientes de color: Historia del Partido Independiente de Color, Publicaciones del Ministerio de Educación (La Habana, 1950), Introducción. 11 Rafael Serra,  en La cuestión tabú,  María Poumier (ed.) p.163. 12 Martí es consciente de la violencia racial de su discurso: “... si a esa defensa de la naturaleza se la llama racismo, no importa que se le llame así, porque no es más que decoro natural, y voz que clama del pecho del hombre por la paz y la vida del país”.  13 Rafael Serra, Para blancos y negros: Ensayos políticos, sociales y económicos (Imprenta El Score: La Habana, 1907). p. 81. 14 Ídem, “Mi raza”. 15 Rafael Serra, Ídem, p. 83.  16  Lino D’Ou,  María Poumier (ed.) p. 187. 17 César Martínez, Ídem, p. 100.  18 Fidel Castro, Segunda Declaración de La Habana, 4 de febrero, 1962.

8 comentarios:

  1. Excelente ensayo. Triff se atreve con un tema que los cubanos (blancos) no quisieran abordar.

    Carlos Alberto Montaner

    ResponderEliminar
  2. No tengo nada que decir que no sea concordar con Alfredo.Su análisis destapa muy agudamente el sustrato onto lógico en que se asienta la conciencia nacional. Y ademas, hace un aporte indispensable:desautorizar a Marti,(el político, su discurso eta al respecto en esencia manipulador) cómo referente ideal para el análisis del problema blanco cubano. Si este análisis tan certero y desenfadado,lo hubiera hecho un intelectual negro,ya lloverán las acusaciones de "racista". Que el filósofo Alfredo Triff haya publicado este análisis,en un momento en que la nación parece que se acerca al un escenario semejante al de 1901,donde muchas cuestiones tendrán que de nuevo definirse,me parece un aporte imprescindible.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Carlos Alberto por tu comentario.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Patterson. Viniendo de ti, es un honor.

    ResponderEliminar
  5. La mayoría de las aristas de la historia de nuestra nación carecen de un enfoque sociológico. Este es un necesario e impostergable punto de partida. Hay muchos miedos y culpas acumulados en la circunstancia cubana. El negro, la mujer y, sobre todo, la permanente evasión del concepto de democracia. El cubano ha mostrado históricamente ser reacio al debate de opinión, al pluralismo, a la tolerancia. Su evolución está resuelta a partir de rancios partidismos, tiranías, gangsterismo, machonería, golpes de estado, revoluciones violentas y totalitarismos. Nunca rebasamos los lastres del poscolonialismo. ¿Por qué? ¿Legado ancestral? Pero si España se ha regenerado, aunque con una democracia mortificada, pero democracia al fin, y otras repúblicas coetáneas del continente, legatarias del colonialismo español, ] han arribado a una suerte de equilibrio social. Esas claves inexplicables tiene que desentrañarse con los estudios humanísticos interdisciplinarios. De alguna manera tenemos que arribar a las primeras conclusiones de quién coño somos. ¿De qué estamos enfermos? ¿Por qué no somos un pueblo (por no pronunciar el complejo concepto de nación) funcional? Y para ello hay que rebasar pudores. El investigador tiene que exponerse y emplearse a profundidad. El cuerpo y la siquis social tiene que quedar al desnudo en la plaza pública ante la vista de los partícipes que aún tenemos vida para contemplar y tratar de explicarnos cada detalle de ese destape a la intemperie.

    ResponderEliminar
  6. El cubano ha mostrado históricamente ser reacio al debate de opinión, al pluralismo, a la tolerancia. Su evolución está resuelta a partir de rancios partidismos, tiranías, gangsterismo, machonería, golpes de estado, revoluciones violentas y totalitarismos.

    Gracias, JR. Coincidimos.

    ResponderEliminar
  7. Un ensayo muy interesante, desde muchos puntos de vista. Increible que sea escrito por un cubano, blanco, con una base cultural intelectual tan bien determinada.

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias Emma. Sigue leyéndonos.

    ResponderEliminar