miércoles, 16 de septiembre de 2015

Leopoldo López y el tamaño de la injusticia: 13 años, 9 meses, 7 días, 12 horas



Omaira Hernández Fernández

Esa es la sentencia en años dictada por la jueza Susana Barreiros en contra de Leopoldo López. Se leyó rápido, con fuerza, con susto. Pareciera que esta cifra (porque es una cifra) lleva la marca de la bestia. Ella pretender ser una sentencia de justicia máxima contra la protesta popular. Se dice fácil y lleva un golpe de voz: 13 años, 9 meses, 7 días, 12 horas… la voz obediente y sumisa de una juez vomitó la cifra en la cara de un pueblo y de un hombre que había esperado más de un año en la prisión. La cifra pretende exhibir el peso de la Ley venezolana, la cifra quiere ser castigo ejemplar para quienes aún no entiendan que en nuestro país hay un solo poder: la maldad. Era lo esperado, especialmente después que Diosdado Cabello, hace sólo unas dos semanas, expresara públicamente que en el caso de Leopoldo López sólo cabía la sentencia condenatoria, lo repitió, “sólo puede darse la sentencia”; cerrando así cualquier posibilidad de liberación.

Yo levanto mi voz adolorida, mi palabra herida, quebrantada, golpeada y exiliada para gritar de rabia por esta sentencia contra la inocencia. Leopoldo López es inocente pueblos de América y del mundo. Es inocente, pues la lucha por los derechos civiles y políticos de una nación no puede ser juzgada, torturada o encarcelada por gobierno alguno, pues está consagrada constitucionalmente. Los levantamientos populares del 2014 no fueron provocados por Leopoldo López, específicamente me refiero a los ocurridos en el estado Táchira-Venezuela. Ellos fueron producto de la estupidez del Gobernador Vielma Mora, quien al encarcelar a 5 estudiantes en las protestas del 12 de febrero, los envió a una prisión de máxima seguridad en el Estado Falcón, a 12 horas de su tierra. Ese hecho fue el detonante de las barricadas andinas. Por ello, ante la injusticia y la necedad del gobernante local ejercimos nuestro derecho a la protesta.

Es nuestro derecho desconocer a un régimen que ha violado todos los principios democráticos de igualdad, justicia y libertad, que se mantiene en el poder de manera ilícita, que redujo a nuestra patria a la miseria y el caos. Así lo expresa el Artículo 350 de nuestra Carta Magna: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”. Este es el último artículo de nuestra Constitución; en él se condensa el espíritu de los legisladores y deja abierta la puerta de la rebelión y el descontento popular. Desconocer es no acatar, no aceptar, no pactar, no negociar, no respetar. Ese es el supuesto “crimen” que pudiera imputársele a Leopoldo López y a millones de venezolanos que hoy viven y levantan su voz frente al terror y el miedo.

13 años, 9 meses, 7 días, 12 horas… no alcanzarán para medir el tamaño de esta injusticia. Esta ominosa cifra no servirá para marcar la vida diaria de Leopoldo en prisión, pues su figura se agiganta en la penumbra. No servirá para marcar la vida de su familia en su ausencia pues la semilla del sacrificio y el orgullo por la rectitud de ese hombre germinará en el corazón de sus hijos. No marcará la vida de una nación sometida al descalabro cotidiano, ni siquiera contará la cobardía del poder judicial de nuestra patria… esta cifra sólo servirá para martillar nuestra conciencia…cada día… cada minuto…cada segundo. Esta cifra sirve sólo para asociarla con otra, con la cuenta regresiva que empieza a sonar como un reloj sostenido en el tiempo: la de la caída de estos falsos dioses.

1 comentario:

RI dijo...

gracias omaira por compartir tu grito desgarrador contra la injusticia y la debacle venezolana.