viernes, 25 de marzo de 2011

Caracola ante el espejo



Hasta hoy creí ser una mujer madura, descubriendo de sorpresa que no es así. Parece que ahora (un poco tarde tal vez) he acertado a descubrir los deseos y razones que me hacen existir. Descubro que no quiero invertir mi atención en personas y razones que no me ayuden a crecer. Evito automáticamente todo lo que reste tiempo al disfrute natural de la vida. Atesoro afectos escogidos y me paro en los momentos mágicos que ocurren a mi alrededor. A veces me da un poco de miedo, creyendo llegar a la sabiduría, y la vida que se va yendo. Creo distinguir entonces, lupa en la mano, que las arrugas nacen de las palabras que arman las tomas de conciencia, el reconocimiento de los errores. Con lo coqueta que soy, me justifico entonces la aparición de los años en mi piel, y el tiempo -no desecho la posibilidad de un día ponerme en manos del bisturí. Me río de mi cada vez que me pesco en una metida de pata, es más, a veces tengo un deseo furioso de que me caigan situaciones interesantes en la vida para simplemente tener algo distinto que aprender, o para reconocer con valentía y mucha risa, que la he cagado. O que he salido de una manera digna y elegante del asunto. No lo niego, siempre quise tener una vida apasionada. Digamos que disfruto en este presente los errores que cometí porque de ellos y de las soluciones que encontré, me he construido a mí misma. Observo en el espejo: una mujer recia, reina de un pequeño ejército constituido por tres hombres que dan la vida por ella (y ella por ellos). Alguien que no ha dejado nunca de amar y crear. Puedo andar por las calles cabeza al viento que no hay dedo que me siga. Esta mujer que ahora con su recién estrenada madurez, aprende de sí misma, no le gusta la competencia ni las demostraciones filosóficas, razonadas, le aburre la sofocación por el poder y la fama. Encima, me he vuelto sorda a la opinión generalalizada. He dejado de “empujar” sin parar de “hacer”, viendo que delante de mi nunca hubo muro. Sé quien soy, no le tengo que pedir permiso a nadie ni tampoco espero aprobación de entidades importantes que determinan ¿qué? Si alguien me pregunta hoy que quiero hacer con el resto de mi vida, le digo: Lo que me da la gana por 40 años más. Y el goce de participar en la felicidad de muchos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

PRECIOSO, LAURA, INTERACTUAR Y APRENDER, PARA ESO ESTAMOS EN ESTE PLANETA, CRECER, GOZAR, SUFRIR, ESTAR PRESENTE CADA MINUTO.

TIENES UNA VIDA APASIONANTE, POR CIERTO, ¿ESA VOZ ERES TU O UN PERSONAJE?

ABRAZOS
ERNESTO

JR dijo...

Bello, Laura. Un texto donde asoma el mar interior

Anónimo dijo...

I love this game :)

Anónimo dijo...

Laura me ha llegado mucho. Que envidia sentirse asi, pero con una rodilla magullada estoy de perros. AM

Anónimo dijo...

Yo también estoy en las mismas,creo que madurar es comprender eso que explicas,escoger tu espacio tuyo y "hacer caso omiso"(cagarse) en lo que no te "cuadra"...Total,aquí estaremos 4 puñeteros dias!...A vivir se ha dicho!

RI dijo...

Esa mirada en el espejo es necesaria, depuradora. Y luego tomamos, cartera y guantes, el rumbo ligeritas. Cariños,

Anónimo dijo...

Ernesto, soy yo. No me escondo detras de personajes, me encanta ser protagonista para no "perderme" nada de lo que pasa.
Abrazos
Laura Luna

Teresita dijo...

Felicidades Laurita,Los ninos crecen,y se aprende:
Y si no se tiene esa libertad interior, que otra libertad se puede tener?
Me alegro mucho
Un abrazote
Teresita