lunes, 12 de abril de 2010

Traje del auto el fuego dorado, el auto de fe orado

Ramón Williams

-Llegué, Abuela- dice Magda y activa el interruptor del TV.

Al centro de la docena, Abuela permanece hierática y silenciosa. No parece importarle que el licenciado Rubiera anuncie sol bueno y mar de espuma para mañana. La oscuridad del contexto convierte el aparato de TV en un oráculo y a ella en una sibila muy vieja.

-El medio es el mensaje, él me dio un brebaje, el medio es un masaje...-dice la viejecita con los ojos fijos en el aparato y repite las palabras con la misma regularidad que Nilo halla bajo sus pies unos gastados escalones. Escaleras, cuartos y más cuartos. Este de Magda según la cual entramos en su mundo. Y es un mundo de puntal alto y altas paredes de un malva pálido decorado a rodillo con dibujos de formas caracoladas como volutas de capitel Jónico. No hay espejo en el tocador de caoba que obstruye la puerta del baño. Además de una cama, donde al menos caben dos pares de Nilo, un escaparatito se arrincona ante la estatura de cinco estantes empinados al techo.

A pesar de las ventanas abiertas un aroma tenue de mariscos domina la atmósfera domestica viciada por el polvo século de los libros. Revisando el mundo de Magda Nilo escucha el cierre discreto de la puerta. Ella queda allí, las manos detrás, sobre el pomo aún. Del otro lado de esa boca se ordenan los sonidos que Nilo escuchará. Cualquiera sean las palabras, banderillas de amenidad asoman por las comisuras de sus labios. Nada que diga ella amenaza la extraña paz de Nilo.

Me pregunto por qué no preguntas qué hacemos aquí,-dice la mujer y Nilo casi resuelve la duda, esboza una respuesta, pero ella ahorra.
Creo que en el fondo no quieres averiguarlo. El asunto del poco roce en clases… si te digo que hace diez años milito en El Partido….

-Me lo dices luego me haces una oferta irrefutable para que borre alucinaciones. De paso, me olvido de tu risa de jueves.
-No tienes que olvidar nada sino mejorar el orden de lo que recuerdas. Sólo quiero que leas algo sobre la vida y muerte del cosmos y el ocho acostado.
-En algunas culturas los velorios son fiestas. Traje del auto el fuego dorado, el auto de fe orado, del auto feo orado, el auto fue horadado…Te dejé un traguito.
-No es igual un entierro que un homenaje.
-No es lo mismo un hueco negro que un negro hueco. Magda suspira y su aliento de dragón bebedor fino disuelve en el aire la malcriadez en el retruécano del joven. Con extrema velocidad ella extrae un librito rojo de sus ropas que lentamente llega a Nilo.
-Toma, mejor te sientas y lees calladito a ver si no tengo que explicarte. No necesitas saber lo que busco en ti, todo está ahí pero no es un saber garantizado. Mañana lo olvidarás si no puedes vivir con su entendimiento.

6 comentarios:

JR dijo...

El mundo de Nilo es cubista. Esta viñeta con sus intersecciones y sus conos oblicuos, lo indican. Es consecuente con la vida en Cubaj (sí, Cubaj sin typo) cuya concurrencia es poliédrica.

Anónimo dijo...

Le couple- Max Ernst...

A. Ficionado

Anónimo dijo...

AGUEEEELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA///:+)

Alfredo Triff dijo...

En Williams se manifiesta un uso y gusto del lenguaje vacilable sin disgusto.

Anónimo dijo...

Siempre un placer leer a Ramón. Felicidades.

R.W dijo...

No se qué pasó pero ayer aquí escribí esto:

"Cubista por los cubos de agua escalera arriba en el añorado Palocagao del protagonista, cónico por las espinas. Poliédrica y apolismada de tanta apo-linea del Gran Dionisiaco en Jefe y su saco de compiches enelmismados.

Max Ernst, uno grande que ha ficcionado.

Agüela, agua que vuela.

Y/o: En Williams el uso del gusto es un manifiesto que vacila el lenguaje del disgusto.

Siempre un placer que me leas...y adivinarte.

Gracias."