jueves, 12 de febrero de 2009

Hagamos silencio


Ernesto Fundora

Hacer silencio en nuestros días se ha vuelto un conflicto, no hacerlo, una patología existencial. Quienes vivimos en grandes ciudades sabemos que por las noches nos arrulla un hum, susurrar imparable de vibraciones, emisiones, bullas urbanas que inciden involuntariamente en nuestro sentidos y que irritan sutil nuestra sistema nervioso. En occidente desde que nacemos nos enseñan a llorar propiciándonos nalgadas, y luego como primera gran meta de la enseñanza, a hablar hasta por los codos. Lamentablemente ni en casa, ni en la escuela, ni en la calle nos enseñan a callar o en su forma más elevada y menos represiva hacer silencio. La ruidosa vida moderna propone al hombre una insensibilidad con el silencio. El monstruoso legado industrial y tecnocrónico acrecienta el principio de desamparo y desolación. Aunque el espíritu de nuestra época intenta convencernos de que por habitar grandes urbes y estar rodeados por lo mediático así como vivir inmersos en la multitud, estamos menos aislados, reconocemos taciturnos que experimentamos una rarísima desconexión interpersonal. La seducción por las maaquinas comunicativas rompe la quietud de cualquier intento meditativo o relajante. Cuando no suena un celular se dispara una alarma, colapsa una lluvia de cláxones, resuena el estruendo de algún reactor. Somos los personajes operáticos al centro de un drama ruidoso e inclemente poblado de objetos que nos arrebatan la quietud. El retiro espiritual como búsqueda de paz interior promulgada por la tradición judeo-cristiana resultó insuficiente, y cada vez son más los jóvenes que se proyectan hacia las doctrinas alternativas de meditación: el budismo zen, el tibetano, el yoga, el tantra y otras teosofías o disciplinas organizadoras de nuestra unidad cuerpo-mente-espíritu. Desde Sai Baba hasta Chopra, desde Gautama a Krishnamurti, el equilibrio y la sincronización que proponen sus prácticas, nos resultan paradójicamente más alentadoras y modernas a pesar de su raíz milenaria y distancias culturales, algo que evidencia la crisis de paradigmas del occidente actual. Por consiguiente se impone hacer silencio. Tanto los emisores como los receptores, los productores como los consumidores, todas las partes necesitamos resetear el espíritu, reprogramar la máquina humana con endorfinas que garanticen un estilo de vida feliz y soportable. La mayor parte de los conflictos humanos tienen una raíz semántica: la vestidura lingüística con que el ego se explica a sí mismo sus problemas, el fracaso o la conquista de sus deseos. La gente olvida que la mente puede ser universal y debe estar conectada con la totalidad; olvidan además que su comportamiento inferior es ser individual , finita y estar obsesionada con la materia del deseo. La gente -yo incluido- se refugia en el reino dicotómico de la palabra y de los pensamientos para darle la espalda a la realidad que los hace mendigo. Ser o no ser, esa es la pregunta; la de Hamlet abrumado, la de todos nosotros, príncipes y obreros. Vanidad de vanidades, prestigio, autorrealización, liderazgo, posesiones que nos alejan de una paz urgida de lo ecuánime, con perfiles contemplativos quizás menos audaces y redituables materialmente, pero viscerales en la transformación de un modo de vida sobrado en desdichas y palabras ruidosas que pretenden llenar el recipiente que debió quedar vacío, o en su defecto , colmado de naderías, silencios y austeridades. Occidente siempre apela a lo legal para resanar pendientes morales. No os asombréis entonces sin en un futuro cercano a algún jurista soberbio se le ocurre legislar el uso de la palabra pública, en pro de la recuperación del socorrido silencio.

19 comentarios:

Feminista dijo...

Fundora: Excelente punto. Nuestra civilización aboga por la cultura del ruido. El silencio es algo raro, de tarados mentales. ¿Qué decimos cuando alguien está callado? Te pasa algo. ¿Cómo te va con tus cosas? No te conozco personalmente, pero sé de ti y he disfrutado tus videos. Saludos.

Anónimo dijo...

Todos los maestros del espíritu han hablado de ese silencio que ya es un lujo en el mundo saturado mas que nunca hoy de ruidos y parlamentos. La naturaleza tiene su lenguaje, pero nosotros hemos acallado sus voces con nuestra fábrica de artificios. Me alegra, Ernesto que hayas reflexionado sobre esto. ¿Recuerdas en el film de Tarkovsky, cuando Andrei Rubliov enmudece por años en respuesta a la insensatez humana? Y lo peor es ese vacío que experimentan aferrados a celulares y otros cacaharritos, que no es silencio sino vacío e impotencia de comunicación real. Por cierto que Rubliov recuperó el habla cuando enfrentado al niño hacedor de campanas, le dice que van a seguir juntos; uno fundiendo y el otro pintando otra vez. Creo que en esto Tarkovsky puede equipararse a los maestros del espíritu, en este caso a través de la imagen. Cada quien encontrará sus pautas. Gracias por hacerme reflexionar. Y ahora, me callo...

Anónimo dijo...

Ante todo esto, opto por callarme!

Kalladoski Kovskytar

Anónimo dijo...

La palabra es de plata,
el silencio de oro.

Anónimo dijo...

Lo que pides tiene sentido. Nuestra cultura del ruido no da mas.

Anónimo dijo...

en mi vivir diario busco el silencio por todos lados y a toda costa; encontrarlo no es fácil. estoy de acuerdo, la gente se siente incomoda cuando hay silencio y en seguida alguien quiere intervenir. qué me dices de los juguetes para niños? para encontrarlos sin pilas que proporcionan luces y ahuyentadores ruidos, hay que buscarlos y además pagar una fortuna. el otro día leí un escrito acerca de eso mismo, que los niños ya no saben qué hacer con un rompecabezas y unos bloques de madera...

muy atinado tu escrito

bueno, regreso a mi silencio...

La Mano Poderosa dijo...

____________________.

Anónimo dijo...

Shhhhhhhhhhhhhh!!! Quiet please! Dead quiet!

william Rios dijo...

decierle a u cubanos que haga silencio, dificil , yo por mi parte perdi el silencio hace mucho , ya que padesco de una condicion llamada tinintus debido al abuso de altas frecuensias trabajo industrial y guitarra electrica , pero aun puedo oir el canto de un pajaro cuando nadie lo escucha....

RI dijo...

Me sumo Ernestico a todo lo que has dicho: esa añoranza de silencio que brota en el ruidoso día a día.

Yo tengo desde hace años una locomotora en el oído derecho que sugiere una sordera en la vejez y que me salvaguarda de ciertos tonos de voz y recurrentes estruendos de los que huyo.

Aquí va lo que sentía tan bien dicho la entrañable Marguerite Yourcenar: “ANHELOS:
Desearía vivir en un mundo sin ruidos artificiales e inútiles, sin velocidad y en el cual la noción misma de velocidad sería despreciada o aborrecida; los medios rápidos de transporte estarían reservados para las profesiones indispensables o para algunos casos graves […]”.

No te pierdas.

william Rios dijo...

en sonido de la ola cuando choca y hace rodar los caracoles muertos es silencio

Anónimo dijo...

AT no conocia esos gruposGracias.

JR dijo...

Bueno AT, pues te prometo un post en dirección contraria. Va a ser un sentido obsequio para ustedes. Es una historia breve y triste: quisieron ser Beatles pero nunca llegaron, aún teniendo el talento e, incluso, recibiendo el apoyo justamente de ellos. Nada, que las leyendas lo son porque simplemente no se repiten

Anónimo dijo...

A forever classic

MI

Anónimo dijo...

Cabe señalar que Steve Winwood, un genio musical sin el debido reconocimiento, era todavía un adolescente cuando integró el Spencer Davis Group. Con Dave Mason, en Traffic, creó música que marcó una etapa a finales de los 60 e inicios de los 70. Feelin' Alright se convirtió en un himno de esa época. Y después, la "súper banda", Blind Faith, para luego reagrupar a Traffic sin Mason. BTW, Jim Capaldi falleció de cáncer finalizando el 2008 (me parece que fue reseñado en TuMiami).

Saludos.

MI

Anónimo dijo...

Este articulo me consuela porque aveces pienso que soy una antisocial.Pero no estoy sola. Ernesto que ojala llegue ese dia en que todos pidamos silencio. Anamaria

Anónimo dijo...

Parte de este problema es que confundimos el hacer ruido con tener una voz y la cultura en la que vivimos promueve *la idea* de tener una voz como promueve productos dieteticos.

El silencio es desdeñado como un rechazo al desarrollo cultural y no apreciado como una refleccion a tu voz interna.

Anónimo dijo...

Ernesto Fundora....en qué espacio del tiempo estabas escondido? Comó es posible que acabo de descubrirte?....

Anónimo dijo...

Ernesto Fundora,deberias escribir aqui mas a menudo....