martes, 21 de noviembre de 2006

Crónica de sábado

Amílcar Barca

Con la tarde empieza el fin. Y la feria se abre con una mujer sin edad; con el mismo sosiego de una feligresa que acude a misa los domingos, me declama sentada desde un sillón en el auditorio, unas palabras sobre la influencia de China en su cultura habanera. El mismo viernes, a la hora que Cenicienta pierde el zapato, un periodista de Lima, un bohemio neófito del viejo San Juan y su novia colombiana, llaman a mi puerta. “¡Bienvenido, cabrón, la noche es nuestra!”. Durante la madrugada recitamos poemas de Rimbaud, Baudelaire, Ginsberg y Celán. Fumamos todos juntos en la misma boca de un Cohiba y nos miramos con la misma concupiscencia que da la amistad y el alcohol. A la mañana Gioconda Belli aboga por Juana la Loca y le confiere el epíteto de apasionada en la defensa de su ensayo. A la tarde Rocangliolo habla sobre el “realismo mágico” que adquirió la violación en su Perú natal y Fadanelli nos ameniza con aforismos y un declarado “odio” a los autores de éxito. En medio de este embrollo, mi amiga Rosie dice textualmente “ Oye ponme una g en la pantalla del teléfono que no veo” (¿?).Le pongo la susodicha letra sin rechistar y al poco rato descubro que el verdadero punto G se encuentra cerca: En el edificio de José Martí. A las ocho. En la exhibición fotografica en honor a la Diosa, rodeados por la luz tenue de lo prohibido: un clítoris -desde su copia digital- respira silencioso el olor del público. Como contrapunto: La mujer que había escrito Palabras de mujer, permanece sentada y radiante. A las diez acudo a un oficio religioso en una parroquia católica en Pinecrest. Como un pastelito de queso como comunión y tan pronto descubro que la madrugada se repite, le digo al domingo “Oye llévame al lunes ya asere ... por hoy la fiesta ha sido suficiente”.

2 comentarios:

jr dijo...

Irremediablemente lo que te inspira es la juerga. No haces más que vivir de la trasnochadas y del contrabando de deleites. Casi adivino tu procedencia bohemia, Amilcar. O la península madre o la cuenca del Caribe, las dos latitudes donde se juntan los más recalcitrantes jodedores.

Alfredo Triff dijo...

De acuerdo contigo Icono. Fue un placer conocer a Fadanelli.